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viernes, 19 de julio de 2013

6to Capítulo: Las sombras de la noche

Abrí los ojos y todo estaba oscuro, notaba el aliento de Canah en mi cara, no había ningún reloj que me indicara la hora, ni siquiera sabía si ya era de día así que decidí levantarme, solo había sido una pesadilla pero hacía tantos años que no soñaba con mi madre... ni siquiera me acordaba ya de ella, solo era un vago recuerdo en mi mente. Intenté no despertar a mi acompañante para no tener que dar explicaciones de por qué estaba sudando o a donde iba, así pues decidí tomar un poco el fresco. Abrí la puerta lentamente esperando no despertarla por el chirrido de las bisagras y salí fuera.

La noche era bastante calurosa pero soportable, la luna iluminaba el exterior ahora si completamente de noche, decidí caminar un poco no alejándome mucho por si me perdía. Cogí el camino que habíamos tomado para llegar a la cascada y avancé unos metros, todo parecía tranquilo y en calma, me tumbé en una roca bastante grande en mitad del camino, la cabaña de Canah se observaba en la lejanía. ¡Qué bonito estaba el cielo! pensé y es que en la ciudad nunca podemos disfrutar de un cielo así. Contemplando el cielo estrellado se me fueron cerrando los ojos, sabía que si Canah se despertaba y no me veía a su lado se preocuparía pero mi cuerpo no estaba muy por la labor de moverse.

¡Ahhhhhhhhhhhhhh! - se escuchó en la espesura

Advertí enseguida que se trataba de la voz de alguien en apuros, corrí directamente en dirección al grito con esperanzas de que todavía no fuera demasiado tarde, conforme iba aproximándome distinguí una luz, corrí aún más rápido pero ya no oía nada , la figura de un hombre yacía en el suelo junto a un candil, al verlo inmóvil aminore el ritmo de carrera consciente de que yo también me estaba exponiendo al peligro. Me detuve unos instantes tras un árbol a unos 10 metros de la víctima, quizás el animal que le había atacado ya no estuviera por allí. Decidí acercarme para examinar el cuerpo y comprobar si seguía vivo, advertí que se trataba de un hombre de avanzada edad , bastante delgado, con ropas bastantes sucias y harapientas, seguramente se trataba de un campesino de la zona. No había ni rastro de sangre en el suelo y tampoco le faltaba ningún miembro. Coloque mi mano en su carótida en busca de pulso y lo noté frio, signo de que no existía indicio alguno de vida, su cara mostraba una mueca de terror que parecía fuera de lo normal a pesar de que era el primer cadáver que veía, sus ojos estaban completamente blancos y...

Noté que algo rondaba por mi espalda, un escalofrío se apoderó de todo mi cuerpo y estaba temblando como nunca, me giré aterrado lentamente esperando encontrar la misma suerte que aquel hombre, suspiré aliviado por que no había nada ni nadie, sin embargo seguía temblando. Un chillido estruendoso se clavó en mis oídos. No lo podía creer una capa negra azabache y la misma mirada vacía que me había sorprendido en mis sueños hacía unos días.

 Esta vez me vi completamente a su merced, notaba que quería acabar conmigo, se acerco lentamente hacía mi obligándome a tumbarme sobre aquel suelo frio y lleno de piedras, casi notaba su aliento y dejó al descubierto completamente su cara. Me resultaba bastante familiar, salvo por esos ojos vacíos que no decían nada, antaño ese ser había sido alguien cercano a mi. El cuerpo no me respondía, no podía correr ni gritar y notaba el aliento fétido de esa cosa tan cerca... el final de mi vida había llegado y él sonreía disfrutando de su momento de gloria.

Un haz de fuego prendió a tan odioso enemigo convirtiéndolo en una bola de llamas negras, intentó zafarse pero ya era demasiado tarde, algo o alguien había acabado con él con una flecha envuelta en llamas.
¿Estás bien? - dijo una voz conocida tras de mi

Me giré y comprobé aliviado que se trataba de Canah. Ciertamente me sorprendió verla allí empuñando un arco, la noté fatigada signo de que había venido corriendo, supuse que el grito de aquel hombre también le habría puesto en alerta
.
Yo... gracias Canah de verdad - me levanté para abrazarla y darle las gracias. Vi su cara enfurecida y me abofeteó

En qué diablos estabas pensando para venir aquí solo, date prisa y vámonos a casa, aquí no estamos seguros. - me gritó furiosa

Pero si has acabado con él -dije señalando la capa aún ardiendo- me tienes que explicar muchas cosas ¿no crees?. Además no podemos dejar el cuerpo de este hombre aquí...

Ahora no -contestó interrumpiéndome -rápido volvamos a casa, allí te lo explicaré.

Dicho esto salió corriendo hacia el camino principal que llevaba a su cabaña, yo la seguí inmediatamente, no pensaba quedarme solo de nuevo en aquel lugar. Mas chillidos estruendosos comenzaron a escucharse por la zona en la que nos encontrábamos hacía unos instantes, esta vez era más de uno a la vez formando una canción horrible que hacía estremecer a cualquier criatura que la escuchase. Canah comenzó a correr más deprisa


Rápido, acelera el paso, no estaremos a salvo hasta que lleguemos a casa y por favor no mires atrás Frank.

Preferí seguir su consejo, algo me decía que nos estaban siguiendo, la cabaña ya estaba cerca, al menos se veía en la distancia. Corría con todas mis fuerzas pero era incapaz de alcanzarla, ella era más rápida que yo, se detuvo delante de la puerta haciéndome un gesto de que entrara en la primero, le hice caso, parecía que sabía lo que hacía y confiaba en ella después de haberme salvado. Mientras entraba ella encendió una especie de bengala casera y cerró la puerta.

¡Rápido atranca las ventanas! Yo protegeré la puerta, aunque no creo que se acerquen, odian el fuego. -gritó

Yo le hice caso sin dudarlo coloqué un par de maderas en las asas de las contraventanas atrancándolas y me senté junto a ella en la puerta por si acaso. Prefería estar a su lado, me sentía mucho más seguro.
No tengas miedo Frank, estoy aquí contigo y no voy a dejar que te pase nada... -dijo con voz tranquilizadora.

Los chillidos habían dejado de oírse y todo estaba en calma de nuevo, al parecer habían desistido en su búsqueda. Canah y yo nos levantamos con precaución procurando no hacer ruido, quitamos cuidadosamente una tabla de las ventanas para observar por la rendija y comprobar que no había nadie. Fue un alivio observar el exterior desierto, la bengala de Canah había surtido efecto, ella se dirigió a la otra ventana para asegurarse que el peligro había pasado del todo. Unos ojos vacíos se posaron en mi de repente, lo único que me separaba de ellos era la delgada capa de cristal de la ventana, nos miramos frente a frente unos segundos en silencio y volvió a emitir un chillido, esta vez estábamos acabados. A su lado se fueron juntando más sombras, conté hasta cuatro de ellas todas con sus ojos vacíos puestos en mí.
Chillaron todas a la vez rompiéndome casi dejándome sordo y despues... el silencio. Las vi allejarse poco a poco por dónde habían venido, sonriendo y sin dejar de observarme. No lo podía creer, mi corazón latía a 1000 por hora, podían haber acabado con nosotros en aquel momento pero no lo habían hecho y ahora yo me preguntaba por qué.

¿Lo has visto Canah? -pregunté con voz temblorosa- ¿Me puedes explicar que está pasando?
Lo que me temía Frank, te han encontrado y ahora van a venir a por ti. -contestó- Y no estás preparado todavía. Debemos ir a la ciudad cuanto antes, en esta cabaña ya no estamos seguros
Yo no me muevo de aquí hasta que me expliques qué diablos era eso -dije señalando el exterior.
Frank es complicado, está comenzando a amanecer y debemos ir a la ciudad cuanto antes, allí te explicaré los detalles.

Pero Canah... ¿ por qué tengo la sensación de que las conozco? ¿Quienes son?
Es algo que debes recordar tú mismo Frank. -contestó- mientras tanto yo solo puedo protegerte.
Me resigné y decidí hacerle caso, hasta el momento ella era la única que había sido capaz de manejar la situación.

Cogimos provisiones de la alacena y nos dirigimos hacia el cobertizo, allí pude observar un corcel negro, supuse que sería nuestro medio de transporte, la verdad es que nunca había montado a caballo y no estaba seguro de que pudiera aprender en unos minutos.

Ven, acércate -me ordenó Canah que estaba junto al caballo - no tengas miedo anda
¿Miedo yo? -dije envalentonándome- para nada

Era un caballo bastante grande, mediría alrededor de 170 cm  y Canah le había puesto la montura para poder montarlo.


Venga, sube -me animó- no es la primera vez créeme.

Acaricié el lomo del animal para tranquilizarme, sentí que ya nos conocíamos, en mi cabeza se dibujo su imagen siendo solo un potro y con una herida en la pata. Al parecer un granjero le dio una paliza y lo habían abandonado medio moribundo y yo lo había recogido y cuidado.

¿Has recordado algo? -dijo Canah sorprendida a la par que ilusionada

No creo -contesté - me lo he imaginado de pequeño abandonado y con una herida en la pata

Interesante -contestó- así fue como os conocistei
s
¡Orphen! -exclamé, la palabra se escapó de mi boca casi vomitándola

Al instante el caballo reaccionó postrándose ante mí para que lo montase, reconociendo a su legítimo dueño.
¡Ves! Solo tú eres capaz de conseguir eso -dijo Canah señalando el animal.

No me lo podía creer pero decidí probar suerte y montarlo. Me sentí bastante cómodo sobre él, tenía la sensación de que no era la primera vez que montaba a caballo, quizás en una granja escuela... Canah también subió a lomos del animal apoyando su espalda sobre mi pecho.

¿Me llevas? -dijo mirándome con esos ojos tiernos que tanto la caracterizaban

Por supuesto -respondí - eres mi heroína.

Ella me besó y esta vez lo di todo, quería corresponder a ese beso que tanto se merecía mi salvadora.
No vuelvas a dejarme sola nunca más -dijo con lágrimas en los ojos- aprovechemos el día para llegar a la ciudad, ahora no hay peligro.

Orphen (mi caballo) emprendió la marcha a paso moderado, yo observaba como nos alejábamos de aquel lugar, quizás jamás volvería a bañarme en aquella cascada ni a dormir en la entrañable cabaña que me había servido de cobijo desde que había llegado. Ambos mantuvimos el silencio un buen rato hasta que decidí romper la calma con mis preguntas.

Canah, ¿por qué no me cuentas que está pasando en este lugar exactamente?

Esperaba que lo recordaras por ti mismo, sería lo mejor -respondió

Siento que estamos en peligro y que tú eres la única capaz de combatir esas sombras o lo que quiera que sean.

Frank -suspiró- todo lo que sé, me lo has enseñado tú. solo tienes que acordarte

Ya, pero si no consigo recordar quizás sea peor y la próxima vez que estemos en peligro no tengamos tanta suerte.

Por eso nos dirigimos a la ciudad, para ayudarte a recordar en un lugar seguro.
Difícilmente podía rebatirle un argumento a esta muchacha y eso que yo me dedicaba a las ventas, pero es que era cabezona.

¡Un momento! ¿Cuánto tiempo llevan por aquí esas cosas?

Desde que tengo uso de razón Frank, solo que antes vivíamos resignados a morir a sus manos y bueno tú...
El caballo se detuvo en el momento, nos encontrábamos cerca de dónde había aparecido la primera sombra, Canah se apeó haciéndome un gesto para que la siguiera, caminamos el sendero que habíamos recorrido la noche anterior y llegamos al claro dónde yacía aún el cuerpo inerte de aquel hombre.

¿Puedes cavar un hoyo? -preguntó Canah lanzándome a su vez una pala. Al parecer la había cogido de su cabaña para darle un merecido entierro al hombre.

Cavé deprisa y sin vacilar, asustado por si volvían aquellas criaturas horribles a por mí, observé como Canah hacía una especie de ritual sobre el cuerpo, bailaba en círculos sobre sí misma y dando pequeños saltos también en círculos sobre él, me recordó al movimiento que hace la tierra de rotación y traslación. Acabé de cavar el hoyo y seguí maravillado observándola, tenía unas piernas delgadas y bonitas, ciertamente era una muchacha muy atractiva.

Canah se inclinó sobre el cuerpo y me miró, quería que la ayudara a llevarlo hasta el hoyo, lo cogí de la parte de los hombros para dejarle la parte más fácil, lo arrastramos hasta el hoyo y Canah tomó la pala y le arrancó los ojos al cadáver. Me quedé de piedra, ¿ por qué había mutilado aquel cuerpo? pensé. El silencio inundó el ambiente mientras Canah cubría de tierra de nuevo. Colocó una cruz con dos maderas y una cuerda y se quedó unos instantes murmurando en voz baja.

Lo conocía... me echaba una mano con los animales una vez a la semana. -dijo entre lágrimas

Yo... lo siento... -no sabía que decir, pero estaba aterrado por lo ocurrido


No te preocupes Frank, vámonos debemos llegar a la ciudad antes de la noche. -dicho esto se giró y camino rápidamente hacia el caballo. Nos montamos nuevamente como una par de enamorados y continuamos la travesía. 

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