Abrí
los ojos y todo estaba oscuro, notaba el aliento de Canah en mi cara, no había
ningún reloj que me indicara la hora, ni siquiera sabía si ya era de día así
que decidí levantarme, solo había sido una pesadilla pero hacía tantos años que
no soñaba con mi madre... ni siquiera me acordaba ya de ella, solo era un vago
recuerdo en mi mente. Intenté no despertar a mi acompañante para no tener que
dar explicaciones de por qué estaba sudando o a donde iba, así pues decidí
tomar un poco el fresco. Abrí la puerta lentamente esperando no despertarla por
el chirrido de las bisagras y salí fuera.
La
noche era bastante calurosa pero soportable, la luna iluminaba el exterior
ahora si completamente de noche, decidí caminar un poco no alejándome mucho por
si me perdía. Cogí el camino que habíamos tomado para llegar a la cascada y
avancé unos metros, todo parecía tranquilo y en calma, me tumbé en una roca
bastante grande en mitad del camino, la cabaña de Canah se observaba en la
lejanía. ¡Qué bonito estaba el cielo! pensé y es que en la ciudad nunca podemos
disfrutar de un cielo así. Contemplando el cielo estrellado se me fueron
cerrando los ojos, sabía que si Canah se despertaba y no me veía a su lado se
preocuparía pero mi cuerpo no estaba muy por la labor de moverse.
¡Ahhhhhhhhhhhhhh!
- se escuchó en la espesura
Advertí
enseguida que se trataba de la voz de alguien en apuros, corrí directamente en
dirección al grito con esperanzas de que todavía no fuera demasiado tarde,
conforme iba aproximándome distinguí una luz, corrí aún más rápido pero ya no
oía nada , la figura de un hombre yacía en el suelo junto a un candil, al verlo
inmóvil aminore el ritmo de carrera consciente de que yo también me estaba
exponiendo al peligro. Me detuve unos instantes tras un árbol a unos 10 metros
de la víctima, quizás el animal que le había atacado ya no estuviera por allí.
Decidí acercarme para examinar el cuerpo y comprobar si seguía vivo, advertí
que se trataba de un hombre de avanzada edad , bastante delgado, con ropas
bastantes sucias y harapientas, seguramente se trataba de un campesino de la
zona. No había ni rastro de sangre en el suelo y tampoco le faltaba ningún
miembro. Coloque mi mano en su carótida en busca de pulso y lo noté frio, signo
de que no existía indicio alguno de vida, su cara mostraba una mueca de terror
que parecía fuera de lo normal a pesar de que era el primer cadáver que veía,
sus ojos estaban completamente blancos y...
Noté
que algo rondaba por mi espalda, un escalofrío se apoderó de todo mi cuerpo y
estaba temblando como nunca, me giré aterrado lentamente esperando encontrar la
misma suerte que aquel hombre, suspiré aliviado por que no había nada ni nadie,
sin embargo seguía temblando. Un chillido estruendoso se clavó en mis oídos. No
lo podía creer una capa negra azabache y la misma mirada vacía que me había
sorprendido en mis sueños hacía unos días.
Esta vez me vi completamente a su merced,
notaba que quería acabar conmigo, se acerco lentamente hacía mi obligándome a
tumbarme sobre aquel suelo frio y lleno de piedras, casi notaba su aliento y
dejó al descubierto completamente su cara. Me resultaba bastante familiar,
salvo por esos ojos vacíos que no decían nada, antaño ese ser había sido
alguien cercano a mi. El cuerpo no me respondía, no podía correr ni gritar y
notaba el aliento fétido de esa cosa tan cerca... el final de mi vida había
llegado y él sonreía disfrutando de su momento de gloria.
Un haz
de fuego prendió a tan odioso enemigo convirtiéndolo en una bola de llamas
negras, intentó zafarse pero ya era demasiado tarde, algo o alguien había
acabado con él con una flecha envuelta en llamas.
¿Estás
bien? - dijo una voz conocida tras de mi
Me
giré y comprobé aliviado que se trataba de Canah. Ciertamente me sorprendió
verla allí empuñando un arco, la noté fatigada signo de que había venido
corriendo, supuse que el grito de aquel hombre también le habría puesto en
alerta
.
Yo...
gracias Canah de verdad - me levanté para abrazarla y darle las gracias. Vi su
cara enfurecida y me abofeteó
En qué
diablos estabas pensando para venir aquí solo, date prisa y vámonos a casa,
aquí no estamos seguros. - me gritó furiosa
Pero
si has acabado con él -dije señalando la capa aún ardiendo- me tienes que
explicar muchas cosas ¿no crees?. Además no podemos dejar el cuerpo de este
hombre aquí...
Ahora
no -contestó interrumpiéndome -rápido volvamos a casa, allí te lo explicaré.
Dicho
esto salió corriendo hacia el camino principal que llevaba a su cabaña, yo la
seguí inmediatamente, no pensaba quedarme solo de nuevo en aquel lugar. Mas
chillidos estruendosos comenzaron a escucharse por la zona en la que nos
encontrábamos hacía unos instantes, esta vez era más de uno a la vez formando
una canción horrible que hacía estremecer a cualquier criatura que la
escuchase. Canah comenzó a correr más deprisa
Rápido,
acelera el paso, no estaremos a salvo hasta que lleguemos a casa y por favor no
mires atrás Frank.
Venga, sube -me animó- no es la primera vez créeme.
No te preocupes Frank, vámonos debemos llegar a la ciudad antes de la noche. -dicho esto se giró y camino rápidamente hacia el caballo. Nos montamos nuevamente como una par de enamorados y continuamos la travesía.
Preferí
seguir su consejo, algo me decía que nos estaban siguiendo, la cabaña ya estaba
cerca, al menos se veía en la distancia. Corría con todas mis fuerzas pero era
incapaz de alcanzarla, ella era más rápida que yo, se detuvo delante de la
puerta haciéndome un gesto de que entrara en la primero, le hice caso, parecía
que sabía lo que hacía y confiaba en ella después de haberme salvado. Mientras
entraba ella encendió una especie de bengala casera y cerró la puerta.
¡Rápido
atranca las ventanas! Yo protegeré la puerta, aunque no creo que se acerquen,
odian el fuego. -gritó
Yo le
hice caso sin dudarlo coloqué un par de maderas en las asas de las
contraventanas atrancándolas y me senté junto a ella en la puerta por si acaso.
Prefería estar a su lado, me sentía mucho más seguro.
No tengas
miedo Frank, estoy aquí contigo y no voy a dejar que te pase nada... -dijo con
voz tranquilizadora.
Los
chillidos habían dejado de oírse y todo estaba en calma de nuevo, al parecer
habían desistido en su búsqueda. Canah y yo nos levantamos con precaución
procurando no hacer ruido, quitamos cuidadosamente una tabla de las ventanas
para observar por la rendija y comprobar que no había nadie. Fue un alivio
observar el exterior desierto, la bengala de Canah había surtido efecto, ella
se dirigió a la otra ventana para asegurarse que el peligro había pasado del
todo. Unos ojos vacíos se posaron en mi de repente, lo único que me separaba de
ellos era la delgada capa de cristal de la ventana, nos miramos frente a frente
unos segundos en silencio y volvió a emitir un chillido, esta vez estábamos
acabados. A su lado se fueron juntando más sombras, conté hasta cuatro de ellas
todas con sus ojos vacíos puestos en mí.
Chillaron
todas a la vez rompiéndome casi dejándome sordo y despues... el silencio. Las
vi allejarse poco a poco por dónde habían venido, sonriendo y sin dejar de
observarme. No lo podía creer, mi corazón latía a 1000 por hora, podían haber
acabado con nosotros en aquel momento pero no lo habían hecho y ahora yo me
preguntaba por qué.
¿Lo
has visto Canah? -pregunté con voz temblorosa- ¿Me puedes explicar que está
pasando?
Lo que
me temía Frank, te han encontrado y ahora van a venir a por ti. -contestó- Y no
estás preparado todavía. Debemos ir a la ciudad cuanto antes, en esta cabaña ya
no estamos seguros
Yo no
me muevo de aquí hasta que me expliques qué diablos era eso -dije señalando el
exterior.
Frank
es complicado, está comenzando a amanecer y debemos ir a la ciudad cuanto
antes, allí te explicaré los detalles.
Pero
Canah... ¿ por qué tengo la sensación de que las conozco? ¿Quienes son?
Es
algo que debes recordar tú mismo Frank. -contestó- mientras tanto yo solo puedo
protegerte.
Me
resigné y decidí hacerle caso, hasta el momento ella era la única que había
sido capaz de manejar la situación.
Cogimos
provisiones de la alacena y nos dirigimos hacia el cobertizo, allí pude
observar un corcel negro, supuse que sería nuestro medio de transporte, la
verdad es que nunca había montado a caballo y no estaba seguro de que pudiera
aprender en unos minutos.
Ven,
acércate -me ordenó Canah que estaba junto al caballo - no tengas miedo anda
¿Miedo
yo? -dije envalentonándome- para nada
Era un
caballo bastante grande, mediría alrededor de 170 cm y Canah le había puesto la montura para poder
montarlo.
Venga, sube -me animó- no es la primera vez créeme.
Acaricié
el lomo del animal para tranquilizarme, sentí que ya nos conocíamos, en mi
cabeza se dibujo su imagen siendo solo un potro y con una herida en la pata. Al
parecer un granjero le dio una paliza y lo habían abandonado medio moribundo y
yo lo había recogido y cuidado.
¿Has
recordado algo? -dijo Canah sorprendida a la par que ilusionada
No
creo -contesté - me lo he imaginado de pequeño abandonado y con una herida en
la pata
Interesante
-contestó- así fue como os conocistei
s
¡Orphen!
-exclamé, la palabra se escapó de mi boca casi vomitándola
Al
instante el caballo reaccionó postrándose ante mí para que lo montase,
reconociendo a su legítimo dueño.
¡Ves!
Solo tú eres capaz de conseguir eso -dijo Canah señalando el animal.
No me
lo podía creer pero decidí probar suerte y montarlo. Me sentí bastante cómodo
sobre él, tenía la sensación de que no era la primera vez que montaba a
caballo, quizás en una granja escuela... Canah también subió a lomos del animal
apoyando su espalda sobre mi pecho.
¿Me
llevas? -dijo mirándome con esos ojos tiernos que tanto la caracterizaban
Por
supuesto -respondí - eres mi heroína.
Ella
me besó y esta vez lo di todo, quería corresponder a ese beso que tanto se
merecía mi salvadora.
No
vuelvas a dejarme sola nunca más -dijo con lágrimas en los ojos- aprovechemos
el día para llegar a la ciudad, ahora no hay peligro.
Orphen
(mi caballo) emprendió la marcha a paso moderado, yo observaba como nos
alejábamos de aquel lugar, quizás jamás volvería a bañarme en aquella cascada
ni a dormir en la entrañable cabaña que me había servido de cobijo desde que
había llegado. Ambos mantuvimos el silencio un buen rato hasta que decidí
romper la calma con mis preguntas.
Canah,
¿por qué no me cuentas que está pasando en este lugar exactamente?
Esperaba
que lo recordaras por ti mismo, sería lo mejor -respondió
Siento
que estamos en peligro y que tú eres la única capaz de combatir esas sombras o
lo que quiera que sean.
Frank
-suspiró- todo lo que sé, me lo has enseñado tú. solo tienes que acordarte
Ya,
pero si no consigo recordar quizás sea peor y la próxima vez que estemos en
peligro no tengamos tanta suerte.
Por
eso nos dirigimos a la ciudad, para ayudarte a recordar en un lugar seguro.
Difícilmente
podía rebatirle un argumento a esta muchacha y eso que yo me dedicaba a las
ventas, pero es que era cabezona.
¡Un
momento! ¿Cuánto tiempo llevan por aquí esas cosas?
Desde
que tengo uso de razón Frank, solo que antes vivíamos resignados a morir a sus
manos y bueno tú...
El
caballo se detuvo en el momento, nos encontrábamos cerca de dónde había
aparecido la primera sombra, Canah se apeó haciéndome un gesto para que la
siguiera, caminamos el sendero que habíamos recorrido la noche anterior y
llegamos al claro dónde yacía aún el cuerpo inerte de aquel hombre.
¿Puedes
cavar un hoyo? -preguntó Canah lanzándome a su vez una pala. Al parecer la
había cogido de su cabaña para darle un merecido entierro al hombre.
Cavé
deprisa y sin vacilar, asustado por si volvían aquellas criaturas horribles a
por mí, observé como Canah hacía una especie de ritual sobre el cuerpo, bailaba
en círculos sobre sí misma y dando pequeños saltos también en círculos sobre
él, me recordó al movimiento que hace la tierra de rotación y traslación. Acabé
de cavar el hoyo y seguí maravillado observándola, tenía unas piernas delgadas
y bonitas, ciertamente era una muchacha muy atractiva.
Canah
se inclinó sobre el cuerpo y me miró, quería que la ayudara a llevarlo hasta el
hoyo, lo cogí de la parte de los hombros para dejarle la parte más fácil, lo
arrastramos hasta el hoyo y Canah tomó la pala y le arrancó los ojos al
cadáver. Me quedé de piedra, ¿ por qué había mutilado aquel cuerpo? pensé. El
silencio inundó el ambiente mientras Canah cubría de tierra de nuevo. Colocó
una cruz con dos maderas y una cuerda y se quedó unos instantes murmurando en
voz baja.
Lo
conocía... me echaba una mano con los animales una vez a la semana. -dijo entre
lágrimas
Yo...
lo siento... -no sabía que decir, pero estaba aterrado por lo ocurrido
No te preocupes Frank, vámonos debemos llegar a la ciudad antes de la noche. -dicho esto se giró y camino rápidamente hacia el caballo. Nos montamos nuevamente como una par de enamorados y continuamos la travesía.
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