Caminamos
rodeando la casa por detrás, justo al lado opuesto del árbol donde me había
golpeado el día anterior, la casa desde fuera parecía bastante pequeña, la
madera que la cubría estaba un poco desgastada por el paso del tiempo pero
tenía cierto encanto. Detrás habían unos huertos que se extendían hasta donde la vista me
alcanzaban, algunos de ellos estaban abandonados y cubiertos de matojo, sobre
todo los más alejados de la casa. Seguí a Canah hasta llegar a una segunda casa
mucho mayor, dentro seguramente estarían los verdaderos dueños del terreno.
De pequeños
solíamos pasar la mayor parte del tiempo aquí... -comenzó a decir Canah - yo
siempre corría detrás de ti, hasta que me caía y se me pelaban las rodillas.
Entonces venías con agua del pozo y me curabas la herida...
Siento
decirte que no recuerdo nada -contesté - pero me encantaría que siguieras
contándome, quizás con un poco de suerte recuerde algo
Canah
abrió la puerta de la segunda casa y entró, yo la seguí. El suelo estaba
cubierto de paja y el olor a estiércol llenaba el ambiente del lugar. Visualicé
la estancia y comprobé que estaba repleta de animales. El techo era bastante
alto y con unas vigas de madera que lo cruzaban de lado a lado. Justo a nuestra
derecha habían un par de cabras, un cubo de metal y un taburete, deduje que
para ordeñarlas, junto a ellas una jaula toda vallada con gallinas ponedoras y en frente de estas,
una madriguera de conejos.
¿Trabajas
todo esto tú sola? -le pregunté directamente
De
momento esa es la idea, pero ahora que ya estás aquí... creo que todo irá mucho
mejor ¿no? -puso unos ojitos tan tiernos que no pude rehusarme-
Por
donde quieres que empiece - dije un poco a regañadientes
Canah
señaló a las gallinas, yo cogí unas botas y un mono que habían colgados en la
pared y me metí en la jaula, mientras tanto ella se sentó en el taburete y
comenzó a ordeñar para el desayuno. Una pala estaba apoyada dentro y la agarré
por el mango para recoger toda la porquería que habían dejado aquellos
animales. No dejaba de pensar en mi hogar y mi familia, me sentía cómodo en
aquel lugar claro está pero no dejaba de pensar en que yo no pertenecía a ese
lugar. Pronto terminé de hacer mi faena, durante este tiempo Canah había ido al
huerto y a preparar el suculento almuerzo, les puse de comer también a los
conejos y me dirigí hacia la cabaña donde seguro encontraría a Canah ya
esperándome. Tenía bastante calor y estaba agotado, las gotas de sudor bajaban
por mi espalda, me había quitado el mono y estaba completamente mojado. Giré la
esquina de la cabaña y hallé a Canah con una mochila esperándome. Mi cara debió
ser claramente de decepción al no encontrar comida ya que Canah se apresuró a decir
¡Tranquilo
que no nos vamos a quedar sin comer! Pero quiero llevarte a un lugar que quizás
te haga recordar
Eh,
disculpa Canah. ¿ dónde está el baño ? - balbucee, era la costumbre de hacer
mis necesidades antes de salir de casa
Allí -
dijo señalando un árbol y seguidamente comenzó a reírse -Ciertamente, aún sin
recordarme, sabes cómo hacerme reír
.
Hice mis
necesidades en un santiamén y me apresuré a alcanzarla, para emprender la
marcha caminaba bastante rápido la verdad, yo parecía un torpe pingüino con
esos zuecos. Me llevaba por una senda a través de los árboles, la espesura no dejaba ver lo que había
unos metros más adelante pero parecía que ella conocía el camino. La verdad no
sabía si confiar mi vida en una persona que no conocía de nada pero era la
única que había y parecía que a mi si me conocía bien. Decidí interrogarla un
poco para averiguar cómo y cuando había llegado a este lugar.
¿ Dónde
estamos ? - pregunté directamente - me refiero a que país, región, zona...
En la
costa de Nibel - respondió - ¿no te parece el lugar más maravilloso del mundo?
Vaya, me
había quedado igual, no me sonaba nada ese nombre y tampoco es que existiera en
los mapas, parecía más bien el nombre de un videojuego. Deduje que quizás
estuviese loca y se estuviese inventando una historia o una realidad paralela, sabía
que no sacaría nada en claro del lugar exacto de mi paradero de modo que preferí
indagar en su pasado.
¿ y
cuanto dices que hace que nos conocemos? -pregunté sutilmente
Desde
que éramos así - y con su mano hizo un gesto como señalando la altura de las
rodillas -llegaste a la granja de mis padres y yo te escondí en el cobertizo, todas
las noches venías e inventábamos historias de cuando fuéramos mayores... eras
tan adorable.
¡Que pasa Frank! -gritó - ¿ También te has olvidado de esto? - se abalanzó sobre mi clavando sus garras en mi garganta impidiéndome respirar. No podía creerlo, iba a morir a manos de mi madre
Definitivamente
estaba chalada, realmente necesitaba ayuda esta muchacha, era imposible que yo
fuera por las noches a su casa, si mi madre me tenía recluido y en el momento
en que pusiera un pié en la calle me llevaba una paliza. Sentí verdadera lástima
por aquella pobre muchacha, tan sola... seguramente no lo habría tenido nada
fácil.
Siempre
decías que tendrías tu gran castillo -continuó diciendo - y que yo sería tu
pequeña princesa.... practicabas todos los días con una espada de madera que te
tallé con la navaja de mi padre. Aún recuerdo el castigo que me cayó por
quitársela, estuve una semana cuidando de los conejos yo sola jajaja.
La
verdad es que era una historia bastante original, o bien tenía mucha imaginación o me había
confundido con otro.
Sigue
contando, quizás algún día pueda escribir un libro -bromeé
Oye, no
te rías de mí -dijo golpeando mi hombro
Conectaba
con ella bastante, me sentía liberado de decir cualquier cosa y espontáneamente
soltaba alguna frase que le hacía gracia. Continuó contándome historias de cómo
le ayudaba en las tareas forzosas de la granja, mientras avanzábamos por el
camino, nos desviamos por un cruce que llevaba hasta una cascada rodeada por un
lecho de rocas, el agua caía fuerte frente a un lago de aguas cristalinas.
¿No
pensarás sentarte conmigo a comer sin haberte dado al menos un baño no? -dijo
con una sonrisa pícara
Salió
corriendo despojándose de sus ropas y se tiró al agua, se escabulló como una
sirena bajo el agua. Yo no sabía qué hacer, quizás era mejor esperar a que ella
terminara de ese modo no se sentiría ofendida ya que me iba a ser imposible no
mirarla desnuda.
Cogí el
bolso con las provisiones y me dispuse a preparar un buen banquete, estaba
hambriento la verdad. Rebusqué y encontré algo de queso, un bote de vidrio que
parecía aceite y un pan casero. Improvisé una pequeña mesa con una piedra plana
en lo alto de la cascada y dispuse unos troncos de madera a modo de banqueta.
hallé también una navaja con la que podría trocear el queso. Lo corté a
rebanadas finas y distribuí el aceite por el pan para que no estuviera tan
seco.
¿Me
acercas algo para secarme? - era la voz de Canah bajo la cascada, busqué entre
sus cosas y encontré una especie de paño gigante tejido a mano, lo cogí y me
deslicé por las piedras para dárselo. Pude ver todo su cuerpo desnudo a través
del agua, la verdad que era difícil resistirse a mirar esa figura tan perfecta,
tenia los pechos bien puestos y turgentes unas caderas perfectas en las que
cualquier hombre desearía cabalgar toda la noche.
Deja de
mirar ya pervertido - sonrió sacándome la lengua con gesto infantil- acércate y
date la vuelta.
Me acerqué
a ella y le extendí la mano, luego me giré muy a mi pesar sosteniendo la toalla
con mi mano derecha, al momento una mano suave me acarició el brazo con gesto
de complicidad y noté su aliento en mi cuello mientras me abrazaba aún desnuda.
Sin saber cómo, acabé desnudo y sumergido en el agua, sus brazos me rodeaban
por el pecho, notaba todo su cuerpo en mi espalda, ni siquiera me había dado
tiempo a tomar aire y en breve me iba a faltar la respiración. Sus labios se
cruzaron con los míos transmitiéndome el aire que me faltaba, salí a la
superficie y abrí de nuevo los ojos. Seguía abrazado a ella, sus ojos estaban
clavados en mí y yo, sonreía de felicidad, noté sus piernas colocándose a
horcajadas, quería volver a besar sus labios y darle todo mi cariño...
Me está
empezando a gustar que no recuerdes nada, ¿sabes? - dijo casi con voz tierna y
dulce- nunca me habías mirado de esa manera
Volví a
la realidad, que estaba haciendo y sobretodo qué pensaría mi mujer si me viera
en esa situación. Con un gesto brusco la aparte de mi lado y me dirigí a la
orilla. Me clavaba las piedras al salir pero no pensaba precisamente en el
dolor, había estado a punto de cometer un gravísimo error. Cogí mi ropa y fui subiendo colina arriba como una
exhalación, no podía creer que estuviera empezando a perder la noción de la
realidad dejándome llevar de esa manera, pero quizás eso era lo que
precisamente quería ella
.
¡ Frank
! ¡ Perdona ! Solo era una broma - corrió detrás de mi mientras se colocaba el
vestido de nuevo y los zuecos de madera, casi cayéndose por la cascada cómo
intentando impedir que me fuera solo. Pero yo no iba a caer en su trampa, de
eso nada, debía encontrar la manera de volver a mi casa de nuevo con mi
familia.
Comimos
rápidamente sin mediar palabra, el queso estaba bastante sabroso se notaba que
era casero, y el pan a pesar de llevar aceite seguía un poco reseco. La miré
fijamente, observé que titubeaba sobre cómo empezar una conversación que no
acabará conmigo todavía más enfadado, el verla intentarlo la hacía si cabe más
adorable decidí ser yo quien iniciara la conversación.
¿ Qué te
parece si continuamos la excursión? -dije sonriendo para suavizar la situación,
ella alzó la vista ilusionada - Si te he de ser sincero, hoy es mi primer día
aquí -dije yo y ambos estallamos en carcajadas, pues ella lo entendió como que
no recordaba nada.
Volvimos
por el bosque al camino principal dispuestos a volver de nuestro romántico
picnic, todavía no sabía qué clase de lazo nos unía y el camino de vuelta sería
ideal para reunir más datos.
Canah...
que somos exactamente tu y yo
¿ A qué
te refieres Frank? ¿Es por lo que ha pasado allí abajo? -respondió
Bueno...
parece que no somos solo simples amigos, y tampoco has dicho abiertamente que
yo sea tu marido, la verdad esta situación me confunde un poco
Ya, lo
comprendo, debe ser difícil para ti, digamos que un día fuimos algo más que
amigos pero tú te fuiste y yo... no fui capaz de seguirte
¿ Cuánto
tiempo hacía que no nos veíamos?
Demasiado
Frank, tanto que ahora eres incapaz de acordarte de mí - su mirada se
entristeció
Bueno,
en cualquier caso si tan importante fuiste para mi, estoy seguro que pronto te
recordaré - dije para animarla, aunque no estaba muy convencido.
¡Eso
espero! - dicho esto se puso a correr para que la persiguiera y yo como es
natural, salí tras ella
Pronto
divisamos la casa, el sol comenzaba a ponerse y las primeras estrellas se
dejaban ver en el horizonte, habría una noche perfecta ya que estaba todo
despejado. Se me ocurrió entonces que podríamos pasar la noche fuera con un par
de mantas observando las estrellas, la temperatura era ideal y no creo que
hubieran animales nocturnos que pudieran resultar una amenaza para nosotros.
Oye
Canah, ¿ y si dormimos esta noche mirando las estrellas? -propuse esperando su
aceptación.
Odio
tener que rechazar tu proposición, ya que no hay cosa que me gustaría mas
pero... no me apetece mucho dormir al raso.
Venga,
lo pasaremos bien -insistí- te prometo que no te pasará nada - me coloqué el
puño en el pecho como si fuera un héroe
¡Frank,
te he dicho que no! No insistas - dicho esto se dio la vuelta y se metió en la
casa sin dejarme réplica posible.
Entre
tras ella, la noche ya cubría todo el cielo. Cerramos todas la ventanas y nos
quedamos por un instante a oscuras, noté su mano rozándose con la mía y al
momento, la luz de un candil iluminó la estancia, lo dejó junto a la mesa y se
colocó frente a mí, cuando iba a decir algo puso su dedo en mi boca para
silenciarme, cogió mis dos manos y me llevó a la cama, yo la miraba sin poder
resistirme, me sentó y se sentó junto a mí al borde de la cama. Acto seguido
apoyó su cabeza en mi hombre y ambos cerramos los ojos. yo me sentía muy
tranquilo, sin ganas de que el tiempo pasara...
Me
alegro de que estés aquí otra vez -me empujó para tumbarme en la cama y nos
quedamos abrazados a la luz del candil mientras el único sonido que ambientaba
la casa era el del latir de nuestros corazones. Cerré los ojos y me dormí
Me vi en
mi casa siendo pequeño, estaba solo como siempre en mi habitación, mi mundo...
una sombra apareció tras la puerta cerrándola tras de sí. Era mi madre otra vez
dispuesta a darme mi merecido por haberla abandonado muchos años antes.
¡Que pasa Frank! -gritó - ¿ También te has olvidado de esto? - se abalanzó sobre mi clavando sus garras en mi garganta impidiéndome respirar. No podía creerlo, iba a morir a manos de mi madre
No hay comentarios:
Publicar un comentario