Un
goteo incesante me despertó, abrí los ojos y enseguida pude darme cuenta que me
encontraba preso en una sucia mazmorra y en la más absoluta soledad, en un
lugar bastante amplio y con poca luz, el suelo era de piedra y se encontraba
húmedo y cubierto de moho, como me encontraba atado era incapaz de moverme... ya
no había posibilidad de volver atrás si tan solo hubiera sabido que las cosas
iban a ocurrir de esta manera... me habría entregado esa misma noche a las
sombras y Canah seguiría viva.
¿Por
qué estás aquí? -dijo de pronto una voz desde la oscuridad
Forzando
la vista pude distinguir la silueta de un anciano, también atado a su destino
en aquel horrible lugar.
Yo
soy aquel que todos buscaban... -contesté con gran pesar
¿Entonces
debéis ser alguien muy valioso si todos os buscaban? -el anciano comenzó a
reírse
No
creo que tengamos mucho valor si nos han encerrado en este lugar -le seguí la
corriente- ¿Por qué esta usted aquí?
Por
darle una barra de pan a un niño hambriento, aquí en Nibel puedes robar a un
pobre y escapar de un fatal destino pero... jamás robes a un rico.
Cierto
-contesté con una sonrisa- pero no pasa solo en Nibel
Los
dos comenzamos a reírnos, posiblemente sería el último día de nuestras vidas
para los dos y no había razón para llorar... era mejor reírse. Unos pasos
comenzaron a acercarse por el ruido metálico pude adivinar que se trataba de un
soldado, posiblemente el encargado de las mazmorras. Se acercó al anciano y
comenzó a aflojarle las cadenas
¡Vamos
abuelo! ¡La justicia nos espera! -dijo mientras empujaba al anciano hacia la
salida
Se
fuerte Frank -gritó mi reciente amigo- a veces las cosas no son lo que parecen.
Recuérdalo bien
¿Que
habrá querido decir con eso? pensé. No entendía lo que quería decir con ''las
cosas no son lo que parecen'', ¿se refería a las sombras? ¿ a este mundo en el
que había acabado por casualidad? ¿a los ricos y los pobres? ¿cómo sabia aquel
viejo mi nombre si yo no se lo había dicho? De lo único que si estaba seguro es
de que aquel encuentro en la mazmorra no había sido una casualidad.
El
sol estaba a punto de desparecer cuando vinieron a por mí, de nuevo se volvió a
escuchar el ruido metálico y el mismo guardia apareció de la oscuridad, me
aflojó a los grilletes despacio y me tomó del brazo empujándome hacia la
salida, me miraba con cara de asco como si le repugnara el simple hecho de
tener que acompañarme. Salimos de la mazmorra en silencio y subimos unas
escaleras de piedra que terminaban en una reja oxidada, al otro lado se encontraba
otro guardia que nos abrió la puerta para que no nos detuviéramos, tenía la
misma mirada de desprecio y tampoco podía culparlos, ellos estaban amenazados
por las sombras debido a mi. Caminamos hasta llegar a un pasillo, pude
reconocer el lugar ya que nos encontrábamos en el edificio por el que había
escapado la noche anterior, por mi mente se cruzó la idea de zafarme y correr
hasta la cocina de nuevo pero abandoné la idea en cuanto vi a varios guardias
custodiando la entrada. El portón gigantesco permanecía abierto, pude observar
en el exterior una muchedumbre furiosa portando antorchas deseosa de
acompañarme a mi fatal destino.
El
guardia me ató al caballo del general, el cual se encontraba apostado en su
lomo, me miraba también con cara de desprecio sujetando con uno de sus brazos
el costado derecho por el que había atravesado se cuerpo con la espada aquella
misma mañana. El muy cerdo me escupió, la gente comenzó a reírse y a lanzarme
comida en mal estado e incluso alguna que otra piedra mientras me insultaban y
despreciaban
Ahí
tienes a tu amiga -dijo el general señalando un montón de cenizas- o lo que
queda de ella... y todo gracias a ti-una sonrisa estúpida se dibujo en su
rostro
No
era momento de rendirse si no de caminar firme a mi destino. Todavía estaba
vivo y aunque fuera entregado a las sombras quizás ellas no me querían muerto.
El general al ver que no me derrumbaba comenzó a pasearme entre la muchedumbre,
mientras me escupían y apaleaban yo solo pensaba en mi familia, en ver sus
caras, abrazar a mis hijos de nuevo, casi podía recordar las noches en vela que
me hacían pasar por que no podían dormir, ahora mismo las añoraba, mi mujer con
la que tantas veces discutía desearía poder abrazarla y decirle lo siento
tantas veces... ojala supieran cuanto los echaba de menos.
Los
gritos de las sombras estremecieron toda la ciudad con su llegada, la población
se detuvo inmediatamente y yo volví a la realidad. Los guardias comenzaron a
repicar las campanas para que nos diéramos prisa, el general se apresuró a
tomar el camino con dirección a la salida de la ciudad mientras daba órdenes al
ejército para que se apostaran en lo alto de la muralla. Todos ellos armados
con arcos encendieron sus flechas con fuego apuntando al enemigo.
El
portón se abrió dejando a la vista un incontable número de sombras, todas ellas
esperando mi llegada, en el frente un carro lleno de oro como habían pactado
por mi entrega, el general bajó del caballo y me soltó, posteriormente ató su
caballo al carro y emprendió la marcha de regreso a la ciudad. No tardaron en
rodearme, todas ellas con sus ojos vacios puestos en mi y sonriendo victoriosas
con mi captura. Abrieron un pasillo dejando a la vista un trono que portaban
algunos de ellos. Una figura bajó y caminó hacia mí, posiblemente sería el líder,
una vez frente a mi pude reconocerla, era mi madre sonriendo, todo esto lo
había provocado ella... ¿pero con que fin?
Ya
te lo dije la otra noche... mientras soñabas -dijo de repente- ¿has sufrido ya
lo suficiente? esto acaba de comenzar pequeño mío. Despídete de este mundo
Apretó
tan fuerte mi corazón con sus manos que mi cuerpo se estremeció por completo,
era incapaz de hacer cualquier movimiento, solo podía gritar mientras sentía
que la vida se escapaba por mi boca... todo se volvió oscuro.
Sí, claro -acto seguido se levantó y se marchó
¡Ya está! -exclamé, bastaba solo con imaginarla tal y como la había visto la primera vez . Salté de la cama y corrí para abrirla, el pomo cedió suavemente y crucé sin pensarlo, no podía creerlo había aparecido de nuevo en Nibel y frente a mi estaba.... ella.
El
sonido del despertador me hizo abrir los ojos, tenía la boca seca y me dolía
mucho la cabeza todo estaba bastante oscuro y no sabía muy bien donde estaba,
pare el sonido incesante de aquel aparato casi por inercia y me senté al borde
de la cama, tanteé con los dedos de los pies el frio suelo en busca de mis
zapatillas, me calcé y me puse en pie, me sentí mareado y con falta de
equilibrio, era incapaz de mantenerme de pie correctamente. la imagen de mi
madre exprimiéndome el corazón volvió a mi mente haciéndome palpar casi como
por instinto la zona, estaba vivo y no solo eso ya no estaba en aquel horrible
lugar, pero poco duró mi alegría al darme cuenta que todavía no estaba en mi
hogar, la estancia me resultaba extrañamente familiar pero todavía permanecía
desconcertado por los acontecimientos y me dolía muchísimo la cabeza.
Caminé
hacia la ventana en busca de la luz que me dejara ver cuál era mi situación
actual, me costaba mucho caminar porque no controlaba bien las distancias y me
producía vértigos, apoyándome en la pared conseguí llegar y encontré un pequeño
pestillo que mantenía cerrada la contraventana, lo abrí y la luz del sol me
cegó. A los pocos segundos mis ojos se fueron acostumbrando a la luz
distinguiendo así los objetos de la habitación, estaba alucinando o al menos
eso creía porque sin saber cómo había llegado a mi habitación de pequeño,
estaba todo igual a cuando vivía allí, incluso mis ropas y yo... tenía el
aspecto de un niño de 12 años. No me lo podía creer.
Alguien
golpeó la puerta y comenzó a girar la manivela, debía estudiar mis opciones y
averiguar por qué me encontraba en tal situación, la figura reconocible de mi padrastro
apareció por el umbral y sonreía amablemente
¡Vamos
dormilón! hoy es domingo y tenemos que limpiar la casa, ya sabes que a tu madre
no le gusta que le hagan esperar
Estaba
perplejo, no sabía que contestarle dadas las circunstancias, casi había
olvidado mi infancia por completo y ahora me encontraba de nuevo en la época de
mi vida en la que más había sufrido.
¿Te
encuentras bien? -preguntó al verme petrificado. Se acercó y me colocó la mano
en el hombro, te prepararé el desayuno ¿vale? pero de esto ni una palabra a tu
madre
No
es necesario -contesté- voy a cumplir con mis obligaciones.
Mi
voz sonaba como la de un niño y no me acostumbraba a caminar, me sentía
atrapado en un cuerpo mucho más pequeño. Le aparté con el brazo y caminé hacia
la cocina para preparar el café. Estaba bastante desubicado respecto al orden
de las cosas en aquella cocina y es que para mi habían pasado 12 años desde la
última vez que pisé esa casa. Mi padrastro vino detrás mío observando sorprendido
como una tarea tan fácil me estaba resultando casi imposible de realizar, cogió
un cuchillo del cajón y se dispuso a preparar unas tostadas con mantequilla
mientras yo preparaba la mesa.
¿Quieres
que vayamos al médico? -preguntó preocupado.
Estaba
actuando como un verdadero padre y yo la verdad nunca me di cuenta de que fuera
así, los únicos recuerdos que guardaba de él eran bastante violentos y casi los
tenía olvidados...
No
-contesté pero me gustaría sentarme un poco -dije señalando el sofá
¡Claro!
-respondió con una sonrisa- No te preocupes que yo me encargo de todo
Me
senté a mirar la tele mientras él acababa de preparar el desayuno, los programas
eran todos bastante antiguos y la calidad de imagen era horrible pero claro yo
estaba acostumbrado al HD. ¿Estaría soñando? era una posibilidad, pero por que
parecía todo tan real, tuve la misma sensación que cuando viajé a Nibel y es
que a veces lo que nos parece increíble es lo más real. ¿Y si todo había sido
un sueño desde que era pequeño? Quizás ahora estaba en la verdadera realidad.
Estaba tan ensimismado que no me percaté de la aparición de una mujer bastante
joven de pelo rizado y rubio, era mi madre que se acababa de levantar.
¿
Que hace este niño sentado mientras tú estás haciendo el desayuno? -su mirada
de odio estaba clavada en mi
Yo
me empeñé -se apresuró mi padrastro a contestar -le pedí que se sentara por que
hoy tenemos un duro día de limpieza
Me
acerqué para sentarme en la mesa, mi padrastro había preparado tostadas con el
pan duro del día anterior y el café olía bastante bien, me serví mientras
acudían a la mesa. Debía reponer fuerzas para asimilar todo lo que estaba
pasando, me unté mantequilla en la tostada y bebí un sorbo de café con leche.
Estaba todo riquísimo la verdad, se sentaron junto a mí y ella apagó la tele.
¿Se
te ha olvidado que tienes prohibido ver la tele? -increpó mi madre-. Si haces
bien tu trabajo quizás esta noche te deje estar aquí un rato con nosotros.
Yo
me llevé la tostada a la boca para acabar con el desayuno lo más rápido posible
y desaparecer de su vista pero una mano golpeó mi cara impidiéndome masticar
tan preciado bocado, el resto de la tostada acabó en el suelo. Yo me quedé
perplejo, ¿por qué motivo me había abofeteado mi madre?
Que
sea la última vez que comes de mi mantequilla -dijo agarrándome del cuello de
la camiseta - la próxima vez no será solo un bofetón.
Me
levanté avergonzado y me dirigí a mi habitación en busca de refugio, los
recuerdos de mi triste infancia estaban más presentes que nunca y ésta vez no
eran solo simples recuerdos.
Me
senté al borde de la cama, la verdad que todo estaba idéntico a cuándo yo vivía
allí, ojeé las estanterías era bastante nostálgico descubrir mis libros,
aquellos que había leído una y otra vez escapando de la realidad que me
envolvía, cogí uno de ellos se titulaba '' el pequeño vampiro '' siempre fue mi
favorito, de hecho coleccionaba toda la saga. Al abrirlo cayeron unas hojas
plegadas, dejé el libro en su sitio y las recogí, al abrirlas descubrí que se
trataban de dibujos que probablemente hacía cuando era pequeño, en él se veía a
un chico cogido de la mano de una chica en una cabaña de madera... la imagen de
Canah vino entonces a mi mente, era posible que ese dibujo se tratara de
nosotros pero de ser así ¿todo había sido un sueño o estaba soñando en aquel
momento?
Un
golpe en la puerta rompió mi momento de reflexión, era una advertencia para que
comenzara a realizar las tareas del hogar, caminé hacia la terraza en busca de
los objetos de limpieza, los vértigos habían disminuido signo de que comenzaba
a acostumbrarme a las distancias de aquel cuerpo más pequeño. Cogí un cubo
lleno de agua, bayetas y los productos de limpieza y me dirigí a la cocina pero
mi madre interrumpió.
¡Empieza
por el baño que tengo que evacuar! -me ordenó señalando la puerta del escusado
Decidí
hacerle caso mientras ella se sentaba en el sofá a descansar, mi padrastro
cogió los productos para muebles y se dispuso a limpiar el comedor mientras yo
hacía los baños.
¿
Limpias tu el suelo y yo los muebles? -preguntó con una sonrisa, la verdad que
hasta el momento no me había dado cuenta de que él también vivía sometido a mi
madre
Sí,
claro - me apresuré a contestar.
El
baño estaba bastante sucio, de hecho en el suelo mi madre tiraba los
cigarrillos cuando acababa de fumar, ni siquiera se molestaba en limpiar con la
escobilla después de terminar... limpié a fondo todo haciendo de tripas corazón
y llené el cubo de agua para fregar, luego continué por el comedor y las
habitaciones, mi padrastro ya había limpiado todos los muebles y solo le
quedaba su habitación, hicimos su cama entre los dos y me dispuse a fregarla,
decidimos dejar las alfombras en el sofá para no mojarlas y él se marchó a otra
estancia para dejarme acabar mi faena tranquilamente. Escuché unos pasos detrás
de mí, posiblemente mi madre vendría a evaluarnos, no tenía ganas ni de mirarla
a la cara.
¡Maldito
estúpido! ¿Qué has hecho? -dijo señalando las alfombras
No
me dio tiempo a defenderme, ya que agarró el palo de fregar y comenzó a
atizarme en la espalda mientras me insultaba, sentía el dolor de la realidad,
aquello es lo que había vivido de pequeño y casi lo había olvidado, siguió y
siguió atizándome con aquella improvisada vara de metal hasta que la partió
Largo
de mi vista inútil -ordenó
Las
lágrimas caían de mis ojos mientras corría hacia mi único refugio, mi
habitación. Mi padrastro se cruzó conmigo asombrado y caminó hacia mi madre
para pedirle explicaciones, yo me senté en el borde de mi cama llorando y
valorando el infierno por el que estaba pasando, les escuché gritar, mi
padrastro le decía que lo de las alfombras había sido idea suya y ella le
ordenó que me pidiera perdón por que todo era culpa suya. Se acercó a la
habitación y se sentó a mi lado.
¿Estás
bien? -preguntó
Yo
seguía llorando pero asentí con la cabeza
Yo...
quería pedirte perdón... ha sido culpa mía -bajó la cabeza avergonzado
No
has sido tú quién ha golpeado mi espalda hasta hartarse -respondí
Él
continuaba con la misma actitud culpable y yo la verdad que no sabía si actuar
como niño o como adulto, ya que a sus ojos solo tenía 12 años pero mi
mentalidad estaba mucho más avanzada.
¿Puedes
dejarme solo? -le pregunté
Sí, claro -acto seguido se levantó y se marchó
Me tumbé en la cama a
descansar unos segundos, cerré los ojos buscando un pensamiento que me diera
fuerzas para soportar la situación, instintivamente apareció ella y sonreí...
casi podía rozar su larga melena castaña, acariciar su piel morena tan sedosa y
tan suave, dibujé en mi mente sus ojos, nariz y posteriormente esos labios tan
perfectos que la caracterizaban, ojalá pudiera besarlos de nuevo, quería
abrazarla, sentir su pecho y su aliento en mi cuello, caí en la cuenta de que
observarla era casi lo único que había hecho cada día desde que la conocí y a
pesar de que me no sabía la razón por la cual nos habíamos conocido ya no me
importaba, poco a poco había ido ocupando espacio en mi corazón hasta el punto
de querer protegerla con mi vida. Debía hallar la forma de volver a aquel
mundo, quizás todavía quedara alguna esperanza ...
Me levanté sobresaltado y
comencé a rebuscar entre los cajones en busca de respuestas, todo lo que
hallaba era bastante nostálgico, desde los calzoncillos de spiderman hasta el
cuaderno de música. Sin querer me topé con los libros del colegio, les di un
fugaz vistazo para ver las paridas que escribía por aquel entonces, en el margen
derecho de algunas hojas habían dibujos fruto de mi entretenimiento en clase,
cuando las pasabas podías ver como las imágenes cobraban vida, esbocé una
sonrisa la verdad que a pesar de la infancia que me había tocado vivir, hacía
cosas divertidas.
Ojeando las hojas encontré un
corazón, parecía algo normal salvo que dentro estaba escrito el nombre de
Canah, y eso no podía ser posible, saqué todos los libros en busca de más
pistas sobre ella, quizás con un poco de suerte encontraría algo que por fin me
aclarara lo que había estado sucediendo. En varios libros se repetía lo mismo o
algo similar, como si fuera mi novia de la infancia. Encontré el cuaderno de
dibujo medio escondido, como si de un tesoro se tratase, en la primera hoja
había un dibujo (bastante mal hecho por cierto) de unas piezas de fruta, la
siguiente hoja se ve que era de un día que estaba inspirado por que había un
robot con una sierra que cortaba madera, el resto estaba en blanco... que
desilusión.
Lancé el cuaderno al suelo y
me tapé los ojos con gesto de desesperación. ¿ Por que ya no recordaba casi
nada de cuando era pequeño? Me había esforzado tanto en olvidarlo todo que
ahora, cuando más necesitaba recordar estaba totalmente bloqueado. Me imaginé
mis tardes leyendo libros sentado en aquella cama y junto a mi estaba ella, de
nuevo abrazándome y consolándome podía ver sus ojos y su linda cara de niña.
¡Un momento! podía recordar a Canah de niña en mi habitación, me esforcé
realmente por seguir recordando y su imagen dibujando en el block de dibujo
apareció en mi mente. ¿ Estaba teniendo realmente ese recuerdo o era lo que quería
imaginarme? No podía ser, estaba realmente confundido. Ojeé de nuevo el block
en busca de algo que se me pudiera haber escapado, todas las páginas salvo dos
estaban vacías pero debía repasarlo por si acaso, finalmente en la última hoja
pude ver que había un texto casi minúsculo que decía.
<< Cuando te sientas
solo y triste, enciende un fuego y podrás verme a tu lado. Te quiero >>
Enciende un fuego, ni de coña
encendería un fuego pero necesitaba calor, pensé en la estufa de tubos
candentes que había en el baño así que me apropié de ella y me la llevé a la
habitación. Recordé que había una tinta que reaccionaba con el calor, sería mi
última esperanza de encontrar respuestas... arranqué las hojas del block y las
coloqué una a una frente a la estufa y me senté a esperar. Casi había perdido la esperanza cuando unos trazos
verdosos comenzaron a dejarse ver por algunas de las hojas. quité las que no
habían mostrado dibujo alguno y coloqué otras que no habían tenido lugar,
mientras tanto algunos dibujos ya se veían casi en su totalidad, sonreí al ver
claramente un retrato, era la Canah que había recordado de niña, con esa
sonrisa tan brillante que la caracterizaba. Los demás dibujos mostraban
paisajes de Nibel, la granja, la cascada, las murallas del castillo.... No me
lo estaba inventado, algo relacionaba los dos mundos y yo debía averiguar cómo
estaban conectados.
Pude ver que en una de las hojas se había
descubierto un par de frases con la letra de Canah... << Cuando leas esto
cierra los ojos cruza rápido la puerta y ven a darme un abrazo si quieres
quedarte conmigo para siempre, si no me amas cierra la puerta para siempre sólo
tú tienes la llave >> Ni siquiera
sabía cruzar la puerta, ¿ como pretendía que fuera a abrazarla? Busqué alguna
otra indicación en las demás hojas pero no hallé nada. Finalmente me di por
vencido y lo recogí todo antes de que mis '' supuestos '' padres se dieran
cuenta de la que tenía montada en mi habitación.
Lo escondí todo muy bien lejos
de la vista de nadie y me fui a preparar la cena, ella seguía presente en mis
pensamientos y algunos recuerdos de nuestra niñez juntos comenzaban a dibujarse
claramente en mi cabeza pero no sabía todavía cómo ni por qué. Mis padres se
sorprendieron al verme tan servicial sin decir palabra alguna, estaba tan
evadido buscando una manera de encontrarla de nuevo, no podía soportar la idea
de haberla visto morir ante mis ojos, necesitaba volver a ver su sonrisa como
había hecho cada día desde que la conocí. Me fui a la cama sin cenar, tampoco
tenía hambre ni ganas de nada más que de acostarme y dejar de pensar. A pesar
de ello me tumbé y en mi cabeza seguía sonando la misma frase, ¡¡cierra los
ojos y cruza la puerta!! quizás era tan fácil como eso pero a pesar de
intentarlo varias veces no ocurría nada, intenté relajarme y recordar como
aparecí la primera vez allí. estaba leyendo un libro y me dormí, hablaba de una
persona que cruzaba una puerta a otro mundo pero no decía como. A pesar de ello
yo la vi y luego la crucé, también decía que solo quien la ha visto puede volver
a cruzarla, pero yo la crucé sin haberla visto nunca. Recordé la puerta, estaba
al final de un pasillo y la rodeaba una luz blanca muy intensa, molestaba en
los ojos muchísimo, abrí los ojos y frente a mi apareció de nuevo la puerta.
¡Ya está! -exclamé, bastaba solo con imaginarla tal y como la había visto la primera vez . Salté de la cama y corrí para abrirla, el pomo cedió suavemente y crucé sin pensarlo, no podía creerlo había aparecido de nuevo en Nibel y frente a mi estaba.... ella.