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miércoles, 14 de agosto de 2013

10mo Capítulo: Atrapado

Un goteo incesante me despertó, abrí los ojos y enseguida pude darme cuenta que me encontraba preso en una sucia mazmorra y en la más absoluta soledad, en un lugar bastante amplio y con poca luz, el suelo era de piedra y se encontraba húmedo y cubierto de moho, como me encontraba atado era incapaz de moverme... ya no había posibilidad de volver atrás si tan solo hubiera sabido que las cosas iban a ocurrir de esta manera... me habría entregado esa misma noche a las sombras y Canah seguiría viva. 

¿Por qué estás aquí? -dijo de pronto una voz desde la oscuridad

Forzando la vista pude distinguir la silueta de un anciano, también atado a su destino en aquel horrible lugar.
Yo soy aquel que todos buscaban... -contesté con gran pesar

¿Entonces debéis ser alguien muy valioso si todos os buscaban? -el anciano comenzó a reírse

No creo que tengamos mucho valor si nos han encerrado en este lugar -le seguí la corriente- ¿Por qué esta usted aquí?

Por darle una barra de pan a un niño hambriento, aquí en Nibel puedes robar a un pobre y escapar de un fatal destino pero... jamás robes a un rico.

Cierto -contesté con una sonrisa- pero no pasa solo en Nibel

Los dos comenzamos a reírnos, posiblemente sería el último día de nuestras vidas para los dos y no había razón para llorar... era mejor reírse. Unos pasos comenzaron a acercarse por el ruido metálico pude adivinar que se trataba de un soldado, posiblemente el encargado de las mazmorras. Se acercó al anciano y comenzó a aflojarle las cadenas

¡Vamos abuelo! ¡La justicia nos espera! -dijo mientras empujaba al anciano hacia la salida

Se fuerte Frank -gritó mi reciente amigo- a veces las cosas no son lo que parecen. Recuérdalo bien
¿Que habrá querido decir con eso? pensé. No entendía lo que quería decir con ''las cosas no son lo que parecen'', ¿se refería a las sombras? ¿ a este mundo en el que había acabado por casualidad? ¿a los ricos y los pobres? ¿cómo sabia aquel viejo mi nombre si yo no se lo había dicho? De lo único que si estaba seguro es de que aquel encuentro en la mazmorra no había sido una casualidad.

El sol estaba a punto de desparecer cuando vinieron a por mí, de nuevo se volvió a escuchar el ruido metálico y el mismo guardia apareció de la oscuridad, me aflojó a los grilletes despacio y me tomó del brazo empujándome hacia la salida, me miraba con cara de asco como si le repugnara el simple hecho de tener que acompañarme. Salimos de la mazmorra en silencio y subimos unas escaleras de piedra que terminaban en una reja oxidada, al otro lado se encontraba otro guardia que nos abrió la puerta para que no nos detuviéramos, tenía la misma mirada de desprecio y tampoco podía culparlos, ellos estaban amenazados por las sombras debido a mi. Caminamos hasta llegar a un pasillo, pude reconocer el lugar ya que nos encontrábamos en el edificio por el que había escapado la noche anterior, por mi mente se cruzó la idea de zafarme y correr hasta la cocina de nuevo pero abandoné la idea en cuanto vi a varios guardias custodiando la entrada. El portón gigantesco permanecía abierto, pude observar en el exterior una muchedumbre furiosa portando antorchas deseosa de acompañarme a mi fatal destino.

El guardia me ató al caballo del general, el cual se encontraba apostado en su lomo, me miraba también con cara de desprecio sujetando con uno de sus brazos el costado derecho por el que había atravesado se cuerpo con la espada aquella misma mañana. El muy cerdo me escupió, la gente comenzó a reírse y a lanzarme comida en mal estado e incluso alguna que otra piedra mientras me insultaban y despreciaban
Ahí tienes a tu amiga -dijo el general señalando un montón de cenizas- o lo que queda de ella... y todo gracias a ti-una sonrisa estúpida se dibujo en su rostro

No era momento de rendirse si no de caminar firme a mi destino. Todavía estaba vivo y aunque fuera entregado a las sombras quizás ellas no me querían muerto. El general al ver que no me derrumbaba comenzó a pasearme entre la muchedumbre, mientras me escupían y apaleaban yo solo pensaba en mi familia, en ver sus caras, abrazar a mis hijos de nuevo, casi podía recordar las noches en vela que me hacían pasar por que no podían dormir, ahora mismo las añoraba, mi mujer con la que tantas veces discutía desearía poder abrazarla y decirle lo siento tantas veces... ojala supieran cuanto los echaba de menos.
Los gritos de las sombras estremecieron toda la ciudad con su llegada, la población se detuvo inmediatamente y yo volví a la realidad. Los guardias comenzaron a repicar las campanas para que nos diéramos prisa, el general se apresuró a tomar el camino con dirección a la salida de la ciudad mientras daba órdenes al ejército para que se apostaran en lo alto de la muralla. Todos ellos armados con arcos encendieron sus flechas con fuego apuntando al enemigo.

El portón se abrió dejando a la vista un incontable número de sombras, todas ellas esperando mi llegada, en el frente un carro lleno de oro como habían pactado por mi entrega, el general bajó del caballo y me soltó, posteriormente ató su caballo al carro y emprendió la marcha de regreso a la ciudad. No tardaron en rodearme, todas ellas con sus ojos vacios puestos en mi y sonriendo victoriosas con mi captura. Abrieron un pasillo dejando a la vista un trono que portaban algunos de ellos. Una figura bajó y caminó hacia mí, posiblemente sería el líder, una vez frente a mi pude reconocerla, era mi madre sonriendo, todo esto lo había provocado ella... ¿pero con que fin?

Ya te lo dije la otra noche... mientras soñabas -dijo de repente- ¿has sufrido ya lo suficiente? esto acaba de comenzar pequeño mío. Despídete de este mundo


Apretó tan fuerte mi corazón con sus manos que mi cuerpo se estremeció por completo, era incapaz de hacer cualquier movimiento, solo podía gritar mientras sentía que la vida se escapaba por mi boca... todo se volvió oscuro.

El sonido del despertador me hizo abrir los ojos, tenía la boca seca y me dolía mucho la cabeza todo estaba bastante oscuro y no sabía muy bien donde estaba, pare el sonido incesante de aquel aparato casi por inercia y me senté al borde de la cama, tanteé con los dedos de los pies el frio suelo en busca de mis zapatillas, me calcé y me puse en pie, me sentí mareado y con falta de equilibrio, era incapaz de mantenerme de pie correctamente. la imagen de mi madre exprimiéndome el corazón volvió a mi mente haciéndome palpar casi como por instinto la zona, estaba vivo y no solo eso ya no estaba en aquel horrible lugar, pero poco duró mi alegría al darme cuenta que todavía no estaba en mi hogar, la estancia me resultaba extrañamente familiar pero todavía permanecía desconcertado por los acontecimientos y me dolía muchísimo la cabeza.

Caminé hacia la ventana en busca de la luz que me dejara ver cuál era mi situación actual, me costaba mucho caminar porque no controlaba bien las distancias y me producía vértigos, apoyándome en la pared conseguí llegar y encontré un pequeño pestillo que mantenía cerrada la contraventana, lo abrí y la luz del sol me cegó. A los pocos segundos mis ojos se fueron acostumbrando a la luz distinguiendo así los objetos de la habitación, estaba alucinando o al menos eso creía porque sin saber cómo había llegado a mi habitación de pequeño, estaba todo igual a cuando vivía allí, incluso mis ropas y yo... tenía el aspecto de un niño de 12 años. No me lo podía creer.

Alguien golpeó la puerta y comenzó a girar la manivela, debía estudiar mis opciones y averiguar por qué me encontraba en tal situación, la figura reconocible de mi padrastro apareció por el umbral y sonreía amablemente

¡Vamos dormilón! hoy es domingo y tenemos que limpiar la casa, ya sabes que a tu madre no le gusta que le hagan esperar

Estaba perplejo, no sabía que contestarle dadas las circunstancias, casi había olvidado mi infancia por completo y ahora me encontraba de nuevo en la época de mi vida en la que más había sufrido.

¿Te encuentras bien? -preguntó al verme petrificado. Se acercó y me colocó la mano en el hombro, te prepararé el desayuno ¿vale? pero de esto ni una palabra a tu madre

No es necesario -contesté- voy a cumplir con mis obligaciones.

Mi voz sonaba como la de un niño y no me acostumbraba a caminar, me sentía atrapado en un cuerpo mucho más pequeño. Le aparté con el brazo y caminé hacia la cocina para preparar el café. Estaba bastante desubicado respecto al orden de las cosas en aquella cocina y es que para mi habían pasado 12 años desde la última vez que pisé esa casa. Mi padrastro vino detrás mío observando sorprendido como una tarea tan fácil me estaba resultando casi imposible de realizar, cogió un cuchillo del cajón y se dispuso a preparar unas tostadas con mantequilla mientras yo preparaba la mesa.

¿Quieres que vayamos al médico? -preguntó preocupado.

Estaba actuando como un verdadero padre y yo la verdad nunca me di cuenta de que fuera así, los únicos recuerdos que guardaba de él eran bastante violentos y casi los tenía olvidados...

No -contesté pero me gustaría sentarme un poco -dije señalando el sofá

¡Claro! -respondió con una sonrisa- No te preocupes que yo me encargo de todo

Me senté a mirar la tele mientras él acababa de preparar el desayuno, los programas eran todos bastante antiguos y la calidad de imagen era horrible pero claro yo estaba acostumbrado al HD. ¿Estaría soñando? era una posibilidad, pero por que parecía todo tan real, tuve la misma sensación que cuando viajé a Nibel y es que a veces lo que nos parece increíble es lo más real. ¿Y si todo había sido un sueño desde que era pequeño? Quizás ahora estaba en la verdadera realidad. Estaba tan ensimismado que no me percaté de la aparición de una mujer bastante joven de pelo rizado y rubio, era mi madre que se acababa de levantar.

¿ Que hace este niño sentado mientras tú estás haciendo el desayuno? -su mirada de odio estaba clavada en mi

Yo me empeñé -se apresuró mi padrastro a contestar -le pedí que se sentara por que hoy tenemos un duro día de limpieza

Me acerqué para sentarme en la mesa, mi padrastro había preparado tostadas con el pan duro del día anterior y el café olía bastante bien, me serví mientras acudían a la mesa. Debía reponer fuerzas para asimilar todo lo que estaba pasando, me unté mantequilla en la tostada y bebí un sorbo de café con leche. Estaba todo riquísimo la verdad, se sentaron junto a mí y ella apagó la tele.

¿Se te ha olvidado que tienes prohibido ver la tele? -increpó mi madre-. Si haces bien tu trabajo quizás esta noche te deje estar aquí un rato con nosotros.

Yo me llevé la tostada a la boca para acabar con el desayuno lo más rápido posible y desaparecer de su vista pero una mano golpeó mi cara impidiéndome masticar tan preciado bocado, el resto de la tostada acabó en el suelo. Yo me quedé perplejo, ¿por qué motivo me había abofeteado mi madre?
Que sea la última vez que comes de mi mantequilla -dijo agarrándome del cuello de la camiseta - la próxima vez no será solo un bofetón.

Me levanté avergonzado y me dirigí a mi habitación en busca de refugio, los recuerdos de mi triste infancia estaban más presentes que nunca y ésta vez no eran solo simples recuerdos.

Me senté al borde de la cama, la verdad que todo estaba idéntico a cuándo yo vivía allí, ojeé las estanterías era bastante nostálgico descubrir mis libros, aquellos que había leído una y otra vez escapando de la realidad que me envolvía, cogí uno de ellos se titulaba '' el pequeño vampiro '' siempre fue mi favorito, de hecho coleccionaba toda la saga. Al abrirlo cayeron unas hojas plegadas, dejé el libro en su sitio y las recogí, al abrirlas descubrí que se trataban de dibujos que probablemente hacía cuando era pequeño, en él se veía a un chico cogido de la mano de una chica en una cabaña de madera... la imagen de Canah vino entonces a mi mente, era posible que ese dibujo se tratara de nosotros pero de ser así ¿todo había sido un sueño o estaba soñando en aquel momento?

Un golpe en la puerta rompió mi momento de reflexión, era una advertencia para que comenzara a realizar las tareas del hogar, caminé hacia la terraza en busca de los objetos de limpieza, los vértigos habían disminuido signo de que comenzaba a acostumbrarme a las distancias de aquel cuerpo más pequeño. Cogí un cubo lleno de agua, bayetas y los productos de limpieza y me dirigí a la cocina pero mi madre interrumpió.

¡Empieza por el baño que tengo que evacuar! -me ordenó señalando la puerta del escusado
Decidí hacerle caso mientras ella se sentaba en el sofá a descansar, mi padrastro cogió los productos para muebles y se dispuso a limpiar el comedor mientras yo hacía los baños.

¿ Limpias tu el suelo y yo los muebles? -preguntó con una sonrisa, la verdad que hasta el momento no me había dado cuenta de que él también vivía sometido a mi madre

Sí, claro - me apresuré a contestar.

El baño estaba bastante sucio, de hecho en el suelo mi madre tiraba los cigarrillos cuando acababa de fumar, ni siquiera se molestaba en limpiar con la escobilla después de terminar... limpié a fondo todo haciendo de tripas corazón y llené el cubo de agua para fregar, luego continué por el comedor y las habitaciones, mi padrastro ya había limpiado todos los muebles y solo le quedaba su habitación, hicimos su cama entre los dos y me dispuse a fregarla, decidimos dejar las alfombras en el sofá para no mojarlas y él se marchó a otra estancia para dejarme acabar mi faena tranquilamente. Escuché unos pasos detrás de mí, posiblemente mi madre vendría a evaluarnos, no tenía ganas ni de mirarla a la cara.

¡Maldito estúpido! ¿Qué has hecho? -dijo señalando las alfombras

No me dio tiempo a defenderme, ya que agarró el palo de fregar y comenzó a atizarme en la espalda mientras me insultaba, sentía el dolor de la realidad, aquello es lo que había vivido de pequeño y casi lo había olvidado, siguió y siguió atizándome con aquella improvisada vara de metal hasta que la partió
Largo de mi vista inútil -ordenó

Las lágrimas caían de mis ojos mientras corría hacia mi único refugio, mi habitación. Mi padrastro se cruzó conmigo asombrado y caminó hacia mi madre para pedirle explicaciones, yo me senté en el borde de mi cama llorando y valorando el infierno por el que estaba pasando, les escuché gritar, mi padrastro le decía que lo de las alfombras había sido idea suya y ella le ordenó que me pidiera perdón por que todo era culpa suya. Se acercó a la habitación y se sentó a mi lado.

¿Estás bien? -preguntó

Yo seguía llorando pero asentí con la cabeza

Yo... quería pedirte perdón... ha sido culpa mía -bajó la cabeza avergonzado

No has sido tú quién ha golpeado mi espalda hasta hartarse -respondí

Él continuaba con la misma actitud culpable y yo la verdad que no sabía si actuar como niño o como adulto, ya que a sus ojos solo tenía 12 años pero mi mentalidad estaba mucho más avanzada.

¿Puedes dejarme solo? -le pregunté


Sí, claro -acto seguido se levantó y se marchó

Me tumbé en la cama a descansar unos segundos, cerré los ojos buscando un pensamiento que me diera fuerzas para soportar la situación, instintivamente apareció ella y sonreí... casi podía rozar su larga melena castaña, acariciar su piel morena tan sedosa y tan suave, dibujé en mi mente sus ojos, nariz y posteriormente esos labios tan perfectos que la caracterizaban, ojalá pudiera besarlos de nuevo, quería abrazarla, sentir su pecho y su aliento en mi cuello, caí en la cuenta de que observarla era casi lo único que había hecho cada día desde que la conocí y a pesar de que me no sabía la razón por la cual nos habíamos conocido ya no me importaba, poco a poco había ido ocupando espacio en mi corazón hasta el punto de querer protegerla con mi vida. Debía hallar la forma de volver a aquel mundo, quizás todavía quedara alguna esperanza ...
Me levanté sobresaltado y comencé a rebuscar entre los cajones en busca de respuestas, todo lo que hallaba era bastante nostálgico, desde los calzoncillos de spiderman hasta el cuaderno de música. Sin querer me topé con los libros del colegio, les di un fugaz vistazo para ver las paridas que escribía por aquel entonces, en el margen derecho de algunas hojas habían dibujos fruto de mi entretenimiento en clase, cuando las pasabas podías ver como las imágenes cobraban vida, esbocé una sonrisa la verdad que a pesar de la infancia que me había tocado vivir, hacía cosas divertidas.
Ojeando las hojas encontré un corazón, parecía algo normal salvo que dentro estaba escrito el nombre de Canah, y eso no podía ser posible, saqué todos los libros en busca de más pistas sobre ella, quizás con un poco de suerte encontraría algo que por fin me aclarara lo que había estado sucediendo. En varios libros se repetía lo mismo o algo similar, como si fuera mi novia de la infancia. Encontré el cuaderno de dibujo medio escondido, como si de un tesoro se tratase, en la primera hoja había un dibujo (bastante mal hecho por cierto) de unas piezas de fruta, la siguiente hoja se ve que era de un día que estaba inspirado por que había un robot con una sierra que cortaba madera, el resto estaba en blanco... que desilusión.
Lancé el cuaderno al suelo y me tapé los ojos con gesto de desesperación. ¿ Por que ya no recordaba casi nada de cuando era pequeño? Me había esforzado tanto en olvidarlo todo que ahora, cuando más necesitaba recordar estaba totalmente bloqueado. Me imaginé mis tardes leyendo libros sentado en aquella cama y junto a mi estaba ella, de nuevo abrazándome y consolándome podía ver sus ojos y su linda cara de niña. ¡Un momento! podía recordar a Canah de niña en mi habitación, me esforcé realmente por seguir recordando y su imagen dibujando en el block de dibujo apareció en mi mente. ¿ Estaba teniendo realmente ese recuerdo o era lo que quería imaginarme? No podía ser, estaba realmente confundido. Ojeé de nuevo el block en busca de algo que se me pudiera haber escapado, todas las páginas salvo dos estaban vacías pero debía repasarlo por si acaso, finalmente en la última hoja pude ver que había un texto casi minúsculo que decía.
<< Cuando te sientas solo y triste, enciende un fuego y podrás verme a tu lado. Te quiero >>  
Enciende un fuego, ni de coña encendería un fuego pero necesitaba calor, pensé en la estufa de tubos candentes que había en el baño así que me apropié de ella y me la llevé a la habitación. Recordé que había una tinta que reaccionaba con el calor, sería mi última esperanza de encontrar respuestas... arranqué las hojas del block y las coloqué una a una frente a la estufa y me senté a esperar. Casi  había perdido la esperanza cuando unos trazos verdosos comenzaron a dejarse ver por algunas de las hojas. quité las que no habían mostrado dibujo alguno y coloqué otras que no habían tenido lugar, mientras tanto algunos dibujos ya se veían casi en su totalidad, sonreí al ver claramente un retrato, era la Canah que había recordado de niña, con esa sonrisa tan brillante que la caracterizaba. Los demás dibujos mostraban paisajes de Nibel, la granja, la cascada, las murallas del castillo.... No me lo estaba inventado, algo relacionaba los dos mundos y yo debía averiguar cómo estaban conectados.
 Pude ver que en una de las hojas se había descubierto un par de frases con la letra de Canah... << Cuando leas esto cierra los ojos cruza rápido la puerta y ven a darme un abrazo si quieres quedarte conmigo para siempre, si no me amas cierra la puerta para siempre sólo tú tienes la llave >>  Ni siquiera sabía cruzar la puerta, ¿ como pretendía que fuera a abrazarla? Busqué alguna otra indicación en las demás hojas pero no hallé nada. Finalmente me di por vencido y lo recogí todo antes de que mis '' supuestos '' padres se dieran cuenta de la que tenía montada en mi habitación.
Lo escondí todo muy bien lejos de la vista de nadie y me fui a preparar la cena, ella seguía presente en mis pensamientos y algunos recuerdos de nuestra niñez juntos comenzaban a dibujarse claramente en mi cabeza pero no sabía todavía cómo ni por qué. Mis padres se sorprendieron al verme tan servicial sin decir palabra alguna, estaba tan evadido buscando una manera de encontrarla de nuevo, no podía soportar la idea de haberla visto morir ante mis ojos, necesitaba volver a ver su sonrisa como había hecho cada día desde que la conocí. Me fui a la cama sin cenar, tampoco tenía hambre ni ganas de nada más que de acostarme y dejar de pensar. A pesar de ello me tumbé y en mi cabeza seguía sonando la misma frase, ¡¡cierra los ojos y cruza la puerta!! quizás era tan fácil como eso pero a pesar de intentarlo varias veces no ocurría nada, intenté relajarme y recordar como aparecí la primera vez allí. estaba leyendo un libro y me dormí, hablaba de una persona que cruzaba una puerta a otro mundo pero no decía como. A pesar de ello yo la vi y luego la crucé, también decía que solo quien la ha visto puede volver a cruzarla, pero yo la crucé sin haberla visto nunca. Recordé la puerta, estaba al final de un pasillo y la rodeaba una luz blanca muy intensa, molestaba en los ojos muchísimo, abrí los ojos y frente a mi apareció de nuevo la puerta.

¡Ya está! -exclamé, bastaba solo con imaginarla tal y como la había visto la primera vez . Salté de la cama y corrí para abrirla, el pomo cedió suavemente y crucé sin pensarlo, no podía creerlo había aparecido de nuevo en Nibel y frente a mi estaba.... ella.


sábado, 10 de agosto de 2013

9no Capítulo: Triste Traición

Los soldados comenzaron a murmurar asustados, hablando entre sí sobre quién era el muchacho que había entrado en la ciudad aquel día. Pude visualizar a Vanian con gesto dubitativo, tarde o temprano toda la ciudad sabría que era yo la persona que buscaban y estaría en serios problemas.

¿Quién sabe el nombre de la persona a la que se referían? -gritó el general

Reinó el silencio entre la multitud, observé a Vanian indicando un gesto de silencio al novato que cubrió la puerta el día anterior.

Quiero una lista de las personas que entraron ayer -continuó el general- hablad con los posaderos, taberneros, prostitutas, cualquier persona que de información a cambio de dinero. Comentadles la gravedad de la situación y sobretodo que nadie entre ni salga de la ciudad. Nuestras vidas dependen de ello
Dicho esto comenzaron a dispersarse para buscarme, esta vez sí que estaba perdido. Justo como había predicho mi madre, el olor a traición era latente y lo peor de todo... Canah también estaba en peligro por mi culpa. 

Una mano se posó en mi hombro, reconocí el tacto de su piel al instante y le devolví el gesto girándome con una sonrisa. Allí estaba Canah tan resplandeciente como siempre, bajo la luz de la luna y con una sonrisa reconfortante. Ni siquiera estaba asustada o al menos no lo parecía, yo en cambio estaba muerto de miedo y me temblaban las piernas

Siento todo esto Frank -su cara cambió- yo.... no sé muy bien que decirte, te diste un golpe en la cabeza y ni siquiera me recuerdas.... es normal que estés confundido y que no te fíes de mi pero... vamos a salir juntos de esta ¡Ya lo verás!

¡Basta! -dije de repente- no te dejaré seguir disculpándote, soy yo quién tiene que pedir perdón por qué no te he sido sincero del todo...

Canah, yo... -dudé

Frank cuéntamelo todo, confía en mí -se colocó frente a mí para escucharme

Canah, yo... -lo intenté de nuevo- no soy de este mundo. No tengo ni idea de cómo he acabado aquí, de verdad, pero hace una semana me encontraba en un lugar totalmente diferente a esto... -me quedé callado esperando la reacción de ella

Continúa...-respondió

Le hablé de cómo había llegado hasta allí, como era mi vida antes de cruzar esa puerta, mi mujer, mis hijos, de la rutina diaria, de ciudades enormes con edificios que casi rozaban el cielo, de los coches, barcos, aviones, trenes, motos.... Canah escuchaba atónita todo lo que tenía que contar, supuse que no estaba creyendo que nada de lo que contaba. Paré de hablar y se hizo el silencio, llevaba ya una hora hablando solo y esperé a que dijera algo.

Quiero creerte Frank... -dijo con mirada perdida -pero, ¿no será a causa del golpe que te estás inventando estas historias? Qué hay de mi entonces, ¿ me he inventado que te conozco? Creo que estás confundido
¡Sabía que no me creerías! -me levanté furioso- ¿acaso no te he detallado cada aspecto de mi vida correctamente? ¿crees que podría inventarme algo así?

No Frank, pero dame un tiempo para asimilarlo. Los dos estamos en peligro y no quiero creer que esté arriesgando mi vida por alguien que no conozco...


Por eso mismo Canah... quiero que te vayas, no necesito tu ayuda para nada. Déjame solo, solo te pido una cosa por todo lo que hemos vivido juntos hasta el momento... No reveles nada de mi paradero

Ella se levantó y se marchó, pude ver lágrimas en sus ojos mientras corría y yo... me quedé solo, recordando como aquella muchacha había cambiado mi vida desde el momento en que estas se habían cruzado... junto aquel árbol.

Mi actitud cambió de repente, tenía que volver a casa con mi familia de alguna manera, no era momento de estar jugando en el país de los sueños o donde quisiera que yo estuviese y la verdad es que necesitaba que alguien me ayudara a llegar al lugar de donde yo procedía ya que yo solo sería imposible. Recordé que el día que llegué estaba leyendo un libro sobre puertas y que quizás en los libros hallaría la respuesta. Bajé agazapado las escaleras y me oculté tras unos arbustos, toda la ciudad estaría ya buscándome y no podía permitirme ser visto.

El sol comenzó a mostrar sus primeros rayos de luz, mientras reinaba la oscuridad por las calles me había sido fácil ocultarme pero ahora debía encontrar un lugar en el que permanecer escondido hasta la siguiente noche. Llegué casi por casualidad a la plaza central de la ciudad, el edificio del centro era mucho más grande de lo que parecía, la gente salía y entraba de él bajo la mirada desconfiada de quien custodiaba las puertas.
Una casa presuntamente abandonada colindaba con el edificio central en su parte trasera, quizás desde allí podría entrar y permanecer oculto. ¿Quién sospecharía de que me encuentro en el edificio más vigilado de toda la ciudad? Entré en la casa y aparentemente no había nadie, subí las escaleras hasta llegar a las habitaciones, abrí una ventana justo enfrente del edificio, estaba un poco lejos para llegar de un salto, quizás colocando una tabla a modo de puente... pero quedaría muy a la vista. Decidí intentar lo del salto pero mejor desde el techo de la casa, a pesar de exponerme a la vista de los demás, era la mejor opción. Accedí desde un tragaluz al exterior de la vivienda, la madera que me sostenía estaba en bastante mal estado. Me mantuve caminando a gatas hasta llegar al límite de la fachada. Observé que si tomaba el impulso adecuado era muy probable que aterrizara en el interior de uno de los habitáculos, una vez dentro... improvisaría.
Me considero un hombre afortunado y no es para menos, dado que conseguí acceder sin un solo rasguño, el ruido que ocasionó mi caída fue mínimo por lo tanto me sentí bastante aliviado. La estancia en la que me encontraba era una habitación bastante lujosa, posiblemente de alguien influyente en la ciudad, por suerte estaba vacía y la puerta permanecía cerrada. Debía salir de inmediato y buscar un lugar lejos de la gente, quizás en la parte más alta del edificio. Abrí la puerta y el pasillo se encontraba en la más absoluta soledad, crucé el umbral de la puerta y caminé hacia la derecha muy despacio y procurando no hacer ruido. Unas escaleras subían en forma de caracol hacía lo que parecía una biblioteca bastante descuidada. La estancia tenía un pequeño ventanuco por el cual no me cabía ni la cabeza pero al menos no me encontraría a oscuras ya que decidí sería el lugar perfecto para esconderme.

Me tumbé a descansar, por supuesto lo preparé todo de manera que si alguien entraba en la estancia no pudiera localizarme y yo estaría a salvo, la imagen de Canah cruzó mi mente... me sentía solo por primera vez desde que había llegado a aquel mundo, ella cuidó de mí y me dio todo su cariño pero estaba seguro de que era lo mejor dadas las circunstancias, seguramente no habría podido soportar la idea de que me traicionara...

Sentí mi garganta seca al despertarme, ¿ cuánto habría dormido? todo estaba bastante oscuro y solo la luz de la luna entraba por el ventanuco, el momento ideal para partir sortearía las calles y escaparía por una de las murallas, quizás si me hacía con unas sabanas conseguiría atarlas a modo de cuerda. Di una vuelta a la estancia por si encontraba algo que pudiera serme útil, una cuerda, algún objeto cortante... pero lo único que hallé fueron libros y madera de las estanterías.

Estaba perdiendo demasiado tiempo y no tenía ni idea de cuánto faltaba para el amanecer, me llamó la atención unos tubos enrollados en un rincón de la habitación, estaban bastante descuidados pero se trataba de mapas, busqué el de la ciudad y lo desplegué en el suelo justo donde estaba incidiendo la luz de la luna. me situé en el mapa y tracé la vía más rápida para el exterior, era un poco arriesgada ya que pasaba por el cuartel de los soldados, busqué la ruta más segura, recordé los canales de la ciudad, seguramente habrían cloacas en esa ciudad y darían al exterior por los canales. Esa era sin duda la ruta más segura.
Sin perder un instante salí de la estancia y bajé las escaleras, el pasillo seguía desierto y yo debía cruzarlo para bajar las escaleras y llegar al sótano, si alguien me veía seria mi fin. Era el momento de empezar a correr, si estaban durmiendo escucharían el ruido pero no les daría tiempo a ver qué pasaba. Salí como una exhalación confiando en mi suerte dejando mi escondite atrás, estaba armando bastante alboroto con los zuecos de madera pero era imposible detenerme, giré la esquina para bajar unos escalones de madera que crujían cada vez que apoyaba el pie, las escaleras desembocaban en una sala muy grande y al fondo de esta mi salida, el portón de entrada. Corrí desesperadamente hacia la puerta y tiré de ella para abrirla.
¡ Maldita sea! estaba cerrada con un candado y en la planta superior ya se escuchaba a gente desconcertada por mi alboroto, debía buscar una segunda opción para escapar de allí porque no había vuelta atrás. Un silbido me indicó que ya estaban alertando a los guardias del edifico y que mis opciones cada vez se reducían mas, corrí hacía uno de los pasillos situado a la izquierda de la planta principal, quizás si conseguía romper una ventana accedería al exterior. La ventana del final del pasillo acabó con mis esperanzas, tenía una reja imposibilitando mi huída y ya era imposible volver hacia atrás, los guardias bajaban las escaleras y me daría de bruces con ellos. Entré por una de las puertas del pasillo para ganar algo de tiempo, estaba todo muy oscuro lo cual indicaba que no tenía ventana, me senté esperando que me encontraran, sus voces ya se escuchaban al otro lado de la puerta...


Al parecer se estaban reuniendo en la puerta varios de ellos antes de entrar sabiendo que me encontraba allí, mis ojos se estaban acostumbrando a la luz y pude advertir que me encontraba en lo que parecía ser la cocina, quizás tuviera un sistema por el que acceder a las cloacas, estoy seguro que tirarían toda la basura por allí, comencé a guiarme por el mal olor hasta llegar a un rincón ciego, quité una tapa que dejaba al descubierto una trampilla y un olor muy fétido. seguramente todas las aguas fecales pasaran por allí. Accedí sin dudarlo, ya que rendirme no era una opción. La mierda amortiguó mi caída, por suerte el agua me cubría hasta las rodillas así que debía seguir corriendo hacia el exterior. 

Me aleje bastante del exterior sorteando los diferentes túneles y llegando a aguas más claras, llevaría ya un par de horas ahí abajo eso si nunca dejando de tantear la pared porque todo estaba muy oscuro, el ambiente era muy húmedo y necesitaba ya salir de allí. Al girar por uno de los túneles pude ver algo de luz y caminé rápidamente hacia allí, tenía una reja pero quizás podría situarme en la ciudad con el mapa y trazar una huida desde allí abajo.

Desplegué el mapa, los primeros rayos de luz me advirtieron que debía darme prisa, seguramente la guardia del edifico ya había dado parte pronto estarían cubriendo todas las salidas posibles, intenté levantar la alcantarilla para ver bien donde me encontraba pero estaba fija, me asomé por el hueco y pude reconocer la calle, se veía el cartel de la panadería por lo tanto solo debía situarme en el mapa y buscar la salida más cercana.

¡Perfecto!- exclamé en voz alta. Y es que solo unos metros hacia delante el canal de la cloaca torcía a la izquierda y desembocaba ya en el exterior de la ciudad.

Corrí hacia mi libertad, si me daba prisa seguramente a la noche siguiente ya estaría lo suficientemente lejos para esquivar a las sombras. Torcí a la izquierda y pude ver una especie de tobogán de agua donde el agua cogía mucha más fuerza. No había vuelta atrás de modo que... cerré los ojos y me lancé.

Fue agradable sentir el aire fresco y limpio del exterior, me tumbé un segundo a descansar la noche no se había ido por completo y contemplé el hermoso amanecer, era casi mágico no como en la ciudad donde todos los edificios nos privan de sentir lo maravillosa que puede resultar la vida.

¡Tsch! Oye, Frank -dijo una voz desde unos matorrales- ven, corre, acércate.

Me acerqué en pose defensiva esperando una emboscada y pude ver a Vanian, sentado esperándome. Me extrañó que estuviera allí solo

¿Cómo diablos sabías que estaba aquí? -pregunté sorprendido

Conozco todos los túneles bajo la ciudad y este es el único que desemboca en el exterior y conociéndote solo era cuestión de esperar... -dijo bastante confiado

Vanian observó mis puños cerrados y a la defensiva.

Tranquilo Frank, estoy aquí para ayudarte -se apresuró a decirme- acompáñame

No tenía más remedio que confiar en él, ya que era mucho más fuerte que yo y dadas las circunstancias me encontraba bastante solo. Tras la espesura pude ver mi caballo atado en el árbol, con él podría escapar lejos.

Muchas gracias, Vanian. -dije con una sonrisa

No me las des a mí -contestó- si no a Canah, esto ha sido idea de ella.

¿Donde se encuentra? Me reuniré con ella inmediatamente -dije mientras montaba el corcel

No puedo decírtelo Frank -bajó su mirada- lo he prometido

Entiendo que esté enfadada, por eso quiero pedirle disculpas. Debes decírmelo amigo mío

Ella se ha sacrificado por ti Frank, les ha llevado justo hacia el otro lado para que tú pudieras escapar y posiblemente la juzguen y la condenen

¿Cómo ha ocurrido esto? -pregunté entre lágrimas- ¿Por qué lo ha hecho?

No necesitas que conteste a esa pregunta, ahora debes irte. Si no su sacrificio será en vano
¿Tú puedes salvarla Vanian? Es decir si me entrego debe haber alguna posibilidad...

¡Claro, confía en mí!

Nos dirigimos a pie hasta la ciudad, para simular una farsa Vanian me ató unas cuerdas a modo de grilletes, los soldados de la entrada comenzaron a repicar las campanas de la ciudad indicando que ya me habían atrapado y poco a poco la gente se fue colocando formando un pasillo, llevándonos así hasta la plaza central del pueblo. Desde lejos pude ver a juez y verdugo esperando nuestra llegada, el pueblo vitoreaba a Vanian por su éxito mientras no acercábamos más y más a mi destino.

Pude dibujar al fondo la silueta de Canah tras una pira de leña, estaba a punto de ser juzgada y de no ser por mi posiblemente ya estaría ardiendo, el juez era lógicamente el general de la ciudad, portaba una reluciente armadura dorada y colgaba una enorme capa azul por su espalda, el verdugo llevaba su cara oculta de modo que no lo reconocí.

¡Bastardo! -gritó el general mientras me soltaba un puñetazo en el estómago. Sentí el metal en mis costillas y mis piernas comenzaron a tambalearse haciéndome caer de rodillas frente a él
¿Tienes idea de lo que nos ha costado encontrarte? -continuó- has puesto en peligro la vida de todos
¡Buen trabajo Vanian! -dijo dirigiéndose a mi amigo.

Este soldado es un ejemplo de valentía -continuó- solo se ocupaba de guardar las puertas de la ciudad pero... con la captura ayer de la muchacha consiguió demostrar la lealtad hacia su pueblo y hoy... nos ha brindado la salvación de todos nosotros. A partir de ahora te encargarás de la seguridad de toda la ciudad siendo el capitán de la policía militar

La gente comenzó a aplaudir demostrando así su alegría por tan asqueroso traidor, él había puesto la vida de Canah en peligro por su gloria.

Quisiera tener el honor general -comentó Vanian- de hacer justicia con nuestro pueblo y castigar a estos traidores.

Me parece justo -contestó el general con una carcajada

Vanian pasó junto a mí y tomó una antorcha, con paso firme se dirigió a la pira de leña que había frente a nosotros. ¿Pretendía acabar con Canah? Eso no era posible, había demostrado ser un perro traidor pero no un asesino...

¡Justicia! -gritó mientras dejaba caer la antorcha

Yo permanecía arrodillado en aquel suelo de piedra mientras las llamas crecían, los gritos de Canah se escuchaban como un ruido ensordecedor por toda la ciudad, ella iba a morir por mi culpa y mi cuerpo estaba inmóvil, las lagrimas se deslizaban por mis mejillas y bajé la cabeza por no poder soportar verla morir.

Debes verlo... -me susurró el general al oído- es tu castigo


Él alzo mi cabeza de manera que no pudiera apartar la mirada de aquella fogata de ajusticiamiento, sentía la presión de sus manos en mi cuello apretándome e impidiéndome cualquier movimiento. Los ojos de Canah estaban posados en mi entre lágrimas, incluso en el último aliento ella solo quería protegerme. Debía hacer algo, no siempre podía depender de que ella me salvara a mí, ésta vez yo era su única esperanza aunque me costara la vida. Con las manos atadas en mi espalda palpé la cintura del general en busca de la empuñadura de su espada. sentí el tacto del frio metal y me incliné hacia adelante con todas mis fuerzas. El general llevaba una armadura tan pesada que no pudo mantener el equilibrio y cayó encima mía, sus manos aflojaron mi cuello y se dirigieron a su cuerpo, la hoja de su propia espada había sido clavada en él. Yo me levanté apresuradamente para salvar a Canah y corrí con la única idea en la cabeza de llegar a ella, noté el calor de las llamas a medida que me acercaba, pretendía saltar y aterrizar junto a ella para desatarla, preparé todo mi impulso y... algo golpeo mi cabeza haciéndome perder el conocimiento. Lo último que recuerdo fue el gesto de su cara pidiéndome que la dejara morir y el horrible olor a carne quemada, después de eso todo se volvió oscuridad.