Abrí los
ojos de repente y todo había sido un sueño, me sentí un poco decepcionado, por
fin aparecía una chica en mi sueño y me despierto. Me hubiera encantado
enseñarle el rio y pasear con ella pero quizás si volvía a intentar dormirme
pensando en ella aparecíamos en un ámbito un poco mas guarrete... Me dolía un
poco la cabeza así que decidí levantarme para ir a tomarme un ibuprofeno,
lástima me desvelaría y no podría volver a aquel lugar tan maravilloso, palpé
la sábana buscando a mi mujer y allí estaba, mis ojos estaban comenzando a ver
en la oscuridad y pude reconocer su figura. Estaba bastante atractiva aquella
noche y por mi mente paseó la idea de despertarla ''sin querer'' así aprovecharía
mi momento de éxtasis... Apreté mi pecho contra su espalda y la rodee
con mis brazos, sentí que estaba con un camisón de seda y mis partes se
encontraron con su trasero, la besé sensualmente en el cuello y posteriormente
en la oreja, empecé a acariciarle la pierna a modo de masaje, subiendo
desde su rodilla cada vez mas y mas
arriba, mis dedos estaban ya debajo de su camisón, su piel estaba realmente
suave aquella noche, seguro que se habría puesto crema después del baño...
continué acercándome lentamente a la zona del pubis mientras no dejaba de darle
pequeños besos detrás de la oreja y cuello
Fra,
Fra, Fraaaank, ¿ qué haces ? - dijo ella dando un salto de la cama.
Quedé
desconcertado al escuchar una voz completamente distinta a la que esperaba, me
levanté sobresaltado de la cama y me dispuse a buscar una luz para comprobar
quién se encontraba en mi cama, golpee con el hombro una contraventana y la luz
de la luna entró por una rendija dejando a la vista una figura increíblemente
sexy y semidesnuda de alguien que no conocía de nada, se levantó y encendió una
vela, por fin el cuarto se iluminó. ¿ Pero dónde diablos estaba?, Aquella no
era ni mi habitación ni mi casa, mi
mente comenzó a recapitular mis recuerdos para ver en qué momento me había cruzado
con este ángel de pelo rubio y rizado... La admiré en silencio varios segundos
sin decir nada, cualquier hombre se sentiría gozos de poder pasar la noche a su
lado. La imagen de mi mujer vino a mi mente, debía salir de allí cuanto antes.
Busqué con la mirada la salida más próxima y advertí que se encontraba detrás
de mí.
Preso
del pánico abrí la puerta y salí corriendo, esta situación me iba a reportar
grandes problemas y más teniendo en cuenta que ya era de noche y aún no estaba
en casa. Continué mi carrera por el camino que rodeaba la casa en busca de
alguna pista para volver a mi hogar. Me encontré frente a un árbol que me
resultaba familiar, paré unos instantes a observarlo y caí en la cuenta que era
exactamente igual al árbol donde me había golpeado en el sueño del que me
acababa de despertar, empezaba a estas realmente confuso... Se suponía que ya
me había despertado y que todo había
sido producto de mi imaginación, mi cabeza no dejaba de repetirse que esto no
tenía ningún sentido, escuché unos pasos tras de mí, no quería girarme porque
estaba asustado y confuso. Su dulce voz se dejó escuchar...
Frank
puedo explicártelo, pero no te vayas corriendo. Yo quería cuidarte después de
haberte golpeado en la cabeza, te vi durmiendo tan plácidamente que no quise
despertarte y me tumbé a tu lado, entonces te despertaste y....
Me giré
furioso para contestarle esperando encontrarme lo peor.
¡bastaaa!
quiero despertarme ya, no sé quién eres ni que hago aquí, solo quiero volver a
mi casa. -dije entre sollozos
Frank
tranquilízate, te has dado un golpe muy fuerte en la cabeza -ella se acercó a
mí para intentar calmarme
¡Como
sabes mi nombre! -grité alejándome aún mas
Porque
soy tu mejor amiga, nos conocemos desde pequeños-mientras decía estas palabras
se fue acercando a de nuevo a mí con lagrimas en sus ojos, puso su mano en mis
mejillas y sonriendo me dijo... Soy yo, Canah - acto seguido me dio un beso en
la comisura de los labios, noté su sabor a fresas y su olor a flores
silvestres. Aquella muchacha era una diosa capaz de hacerme olvidar cualquier
cosa....
Claro -dijo ella ahora mucho más animada- te enseñaré todo lo que quieras hasta que me recuerdes de nuevo o.... te aburras de escucharme -dicho esto soltó una risilla y me indicó que la siguiera.
Volví a
la realidad en cuanto se acabó nuestro fugaz beso... sinceramente no sabía que
pensar, mi mente estaba tan confusa que comenzó a faltarme la respiración. Mi corazón
iba a 1000 por hora y por si no fuera poco yo era un hipocondriaco, era incapaz
de calmarme y me senté para recobrar el ritmo normal de las pulsaciones.
Finalmente la ansiedad se adueñó de mí y me volví a desmayar.
Abrí los
ojos lentamente de nuevo, la luz del día entraba por una ventana iluminando
toda la estancia, lo primero que vi fue un techo no muy alto de madera color
oscuro típico de un albergue de montaña, me incorporé un poco en la cama y pude
distinguir a Canah en una silla mirándome con cara de preocupación, sonrió al
verme despierto de nuevo y se levantó acercándose a mí. Continué observando el
resto de la cabaña, me dio la impresión que era bastante pequeña, solo tenía
una estancia donde estaba situado todo correctamente ordenado, una gran mesa de
madera con cuatro sillas justo enfrente de mí, las paredes eran de madera
natural y en una de ellas visualicé un armario también de madera y una
estantería repleta de libros... dos ventanas con contraventana a mi derecha, la
puerta de salida de la cabaña estaba junto a otra ventana a la izquierda de la
cama. El suelo también era de madera natural y estaba tratado con una especie
de barniz o aceite que lo dejaba brillar un poco.
¡Frank!,
no mires mi casa como un extraño - dijo ella con tono infantil
No sé
qué hago aquí... y no quiero ofenderte pero ahora mismo no recuerdo quién eres
- contesté sintiéndome culpable. la verdad que me hubiera gustado recordarla
porque era una muchacha muy atractiva pero esta situación podía traerme
problemas matrimoniales
¿en
serio no recuerdas nada? -dijo con cara de preocupación.
puede
ser por el golpe en la cabeza -sollozó Canah - te diste un golpe en la cabeza
cuando te encontré sentado junto al árbol... -dicho esto bajo la mirada
esperando mi perdón.
No sabía
que contestarle ya que yo recordaba todo, antes y después de golpearme la
cabeza pero quizás me tomaba por loco o mucho peor... quizás ella estuviera
loca.
No lo
se... -dije siguiéndole la corriente.
Si
quieres puedes vestirte - dijo señalando unas ropas junto a la cama- te
esperaré fuera y así daremos un paseo para ver si recuerdas algo - y acto
seguido salió de la casa.
Observé
la ropa que me había dejado, la verdad parecían sacadas de un mercadillo
medieval, me puse la camisa y los pantalones, sorprendentemente me venían
perfectos, encontré una especie de
zuecos de madera, increíble pero cierto eran bastante cómodos y me ajustaban el
pie, mucho mejor que ir descalzo.
Al otro
lado de la puerta se escuchaba llorar a Canah y la verdad yo no entendía nada,
parecía una chica muy sensible y dudaba de que me estuviera engañando, pero yo
estaba seguro de que no la había visto en mi vida a pesar de la seguridad que
mostraban sus palabras. Abrí la puerta que daba al exterior para reunirme con
ella, las bisagras chirriaron y ella se giró secándose las lágrimas en un
intento de ocultarlas. Me acerqué a ella despacio madurando cada una de las
palabras que iba a decir para no hacerla sentir aún más culpable.
Bueno...
¿será cuestión de que me enseñes todo esto no? -dije con tono bromista
Claro -dijo ella ahora mucho más animada- te enseñaré todo lo que quieras hasta que me recuerdes de nuevo o.... te aburras de escucharme -dicho esto soltó una risilla y me indicó que la siguiera.
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