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miércoles, 10 de julio de 2013

4to Capítulo: Las cosas no son lo que parecen

Abrí los ojos de repente y todo había sido un sueño, me sentí un poco decepcionado, por fin aparecía una chica en mi sueño y me despierto. Me hubiera encantado enseñarle el rio y pasear con ella pero quizás si volvía a intentar dormirme pensando en ella aparecíamos en un ámbito un poco mas guarrete... Me dolía un poco la cabeza así que decidí levantarme para ir a tomarme un ibuprofeno, lástima me desvelaría y no podría volver a aquel lugar tan maravilloso, palpé la sábana buscando a mi mujer y allí estaba, mis ojos estaban comenzando a ver en la oscuridad y pude reconocer su figura. Estaba bastante atractiva aquella noche y por mi mente paseó la idea de despertarla ''sin querer'' así aprovecharía mi momento de éxtasis...   Apreté mi pecho contra su espalda y la rodee con mis brazos, sentí que estaba con un camisón de seda y mis partes se encontraron con su trasero, la besé sensualmente en el cuello y posteriormente en la oreja, empecé a acariciarle la pierna a modo de masaje, subiendo desde  su rodilla cada vez mas y mas arriba, mis dedos estaban ya debajo de su camisón, su piel estaba realmente suave aquella noche, seguro que se habría puesto crema después del baño... continué acercándome lentamente a la zona del pubis mientras no dejaba de darle pequeños besos detrás de la oreja y cuello

Fra, Fra, Fraaaank, ¿ qué haces ? - dijo ella dando un salto de la cama.

Quedé desconcertado al escuchar una voz completamente distinta a la que esperaba, me levanté sobresaltado de la cama y me dispuse a buscar una luz para comprobar quién se encontraba en mi cama, golpee con el hombro una contraventana y la luz de la luna entró por una rendija dejando a la vista una figura increíblemente sexy y semidesnuda de alguien que no conocía de nada, se levantó y encendió una vela, por fin el cuarto se iluminó. ¿ Pero dónde diablos estaba?, Aquella no era ni mi habitación ni mi casa,  mi mente comenzó a recapitular mis recuerdos para ver en qué momento me había cruzado con este ángel de pelo rubio y rizado... La admiré en silencio varios segundos sin decir nada, cualquier hombre se sentiría gozos de poder pasar la noche a su lado. La imagen de mi mujer vino a mi mente, debía salir de allí cuanto antes. Busqué con la mirada la salida más próxima y advertí que se encontraba detrás de mí.

Preso del pánico abrí la puerta y salí corriendo, esta situación me iba a reportar grandes problemas y más teniendo en cuenta que ya era de noche y aún no estaba en casa. Continué mi carrera por el camino que rodeaba la casa en busca de alguna pista para volver a mi hogar. Me encontré frente a un árbol que me resultaba familiar, paré unos instantes a observarlo y caí en la cuenta que era exactamente igual al árbol donde me había golpeado en el sueño del que me acababa de despertar, empezaba a estas realmente confuso... Se suponía que ya me había despertado y  que todo había sido producto de mi imaginación, mi cabeza no dejaba de repetirse que esto no tenía ningún sentido, escuché unos pasos tras de mí, no quería girarme porque estaba asustado y confuso. Su dulce voz se dejó escuchar...
Frank puedo explicártelo, pero no te vayas corriendo. Yo quería cuidarte después de haberte golpeado en la cabeza, te vi durmiendo tan plácidamente que no quise despertarte y me tumbé a tu lado, entonces te despertaste y....

Me giré furioso para contestarle esperando encontrarme lo peor.
¡bastaaa! quiero despertarme ya, no sé quién eres ni que hago aquí, solo quiero volver a mi casa. -dije entre sollozos

Frank tranquilízate, te has dado un golpe muy fuerte en la cabeza -ella se acercó a mí para intentar calmarme
¡Como sabes mi nombre! -grité alejándome aún mas

Porque soy tu mejor amiga, nos conocemos desde pequeños-mientras decía estas palabras se fue acercando a de nuevo a mí con lagrimas en sus ojos, puso su mano en mis mejillas y sonriendo me dijo... Soy yo, Canah - acto seguido me dio un beso en la comisura de los labios, noté su sabor a fresas y su olor a flores silvestres. Aquella muchacha era una diosa capaz de hacerme olvidar cualquier cosa....

Volví a la realidad en cuanto se acabó nuestro fugaz beso... sinceramente no sabía que pensar, mi mente estaba tan confusa que comenzó a faltarme la respiración. Mi corazón iba a 1000 por hora y por si no fuera poco yo era un hipocondriaco, era incapaz de calmarme y me senté para recobrar el ritmo normal de las pulsaciones. Finalmente la ansiedad se adueñó de mí y me volví a desmayar.

Abrí los ojos lentamente de nuevo, la luz del día entraba por una ventana iluminando toda la estancia, lo primero que vi fue un techo no muy alto de madera color oscuro típico de un albergue de montaña, me incorporé un poco en la cama y pude distinguir a Canah en una silla mirándome con cara de preocupación, sonrió al verme despierto de nuevo y se levantó acercándose a mí. Continué observando el resto de la cabaña, me dio la impresión que era bastante pequeña, solo tenía una estancia donde estaba situado todo correctamente ordenado, una gran mesa de madera con cuatro sillas justo enfrente de mí, las paredes eran de madera natural y en una de ellas visualicé un armario también de madera y una estantería repleta de libros... dos ventanas con contraventana a mi derecha, la puerta de salida de la cabaña estaba junto a otra ventana a la izquierda de la cama. El suelo también era de madera natural y estaba tratado con una especie de barniz o aceite que lo dejaba brillar un poco.

¡Frank!, no mires mi casa como un extraño - dijo ella con tono infantil
No sé qué hago aquí... y no quiero ofenderte pero ahora mismo no recuerdo quién eres - contesté sintiéndome culpable. la verdad que me hubiera gustado recordarla porque era una muchacha muy atractiva pero esta situación podía traerme problemas matrimoniales

¿en serio no recuerdas nada? -dijo con cara de preocupación.

puede ser por el golpe en la cabeza -sollozó Canah - te diste un golpe en la cabeza cuando te encontré sentado junto al árbol... -dicho esto bajo la mirada esperando mi perdón.

No sabía que contestarle ya que yo recordaba todo, antes y después de golpearme la cabeza pero quizás me tomaba por loco o mucho peor... quizás ella estuviera loca.

No lo se... -dije siguiéndole la corriente.

Si quieres puedes vestirte - dijo señalando unas ropas junto a la cama- te esperaré fuera y así daremos un paseo para ver si recuerdas algo - y acto seguido salió de la casa.

Observé la ropa que me había dejado, la verdad parecían sacadas de un mercadillo medieval, me puse la camisa y los pantalones, sorprendentemente me venían perfectos, encontré  una especie de zuecos de madera, increíble pero cierto eran bastante cómodos y me ajustaban el pie, mucho mejor que ir descalzo.
Al otro lado de la puerta se escuchaba llorar a Canah y la verdad yo no entendía nada, parecía una chica muy sensible y dudaba de que me estuviera engañando, pero yo estaba seguro de que no la había visto en mi vida a pesar de la seguridad que mostraban sus palabras. Abrí la puerta que daba al exterior para reunirme con ella, las bisagras chirriaron y ella se giró secándose las lágrimas en un intento de ocultarlas. Me acerqué a ella despacio madurando cada una de las palabras que iba a decir para no hacerla sentir aún más culpable.
Bueno... ¿será cuestión de que me enseñes todo esto no? -dije con tono bromista


Claro -dijo ella ahora mucho más animada- te enseñaré todo lo que quieras hasta que me recuerdes de nuevo o.... te aburras de escucharme -dicho esto soltó una risilla y me indicó que la siguiera.

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