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martes, 31 de diciembre de 2013

11vo Capítulo: Al otro lado de la puerta

Sentada en una piedra mirando las estrellas reconocí su figura, una sonrisa se dibujo en mi rostro y las lagrimas rozaron mis mejillas, me quede quieto observándola, ella todavía no había notado mi presencia pues se encontraba de espaldas frente a mí. llevaba un precioso vestido blanco estampado con flores y su larga melena descansaba en sus hombros, estaba tan concentrada en sus pensamientos que comencé a acercarme sigiloso para darle un sorpresa, me quedé tras su espalda y tapé sus ojos,  ella reaccionó tranquila acariciando mis manos y emitiendo una risa infantil como si de un juego conocido se tratase.

Sabía que vendrías esta noche -comenzó a decir Canah - ¿ Conseguiste descifrar el mensaje?

Me quedé un poco descolocado sin saber que contestar, no entendía muy bien a lo que se refería.

¡Fraaaaank! -dijo ya en voz alta mientras se ponía en pié - ¿ Lo leíste?

Frente a mí la cara de una niña de unos 11 años mirándome fijamente con ojos tiernos esperando una respuesta como si de una declaración de amor se tratase. Si bien es cierto que en parte se parecía a Canah, no era la misma chica con la que había estado pasando mi tiempo en Nibel.

¿ Quién eres niña? - pregunté directamente, esperando la peor respuesta posible

¿Niña? -dijo adoptando una actitud chulesca- solo soy un año más joven que tú- dicho esto sacó la lengua a modo de burla

Me di cuenta entonces de que a pesar de haber cruzado la puerta yo seguía siendo un niño, e incluso llevaba puesta la misma ropa. Deduje que había conseguido cruzar a aquel mundo pero seguía atrapado en la misma pesadilla. Inmediatamente la abracé en busca de consuelo...

¿Eres tú, verdad Canah? -pregunté entre lagrimas

¡Claro que sí, tontorrón! -contestó devolviéndome el abrazo- ¿Has vuelto a tener un mal día con tus padres verdad?

Por un instante, pensé en decirle la verdad pero aparté la idea de mi cabeza pues seguramente habría pensado que estaba loco o peor aún que le estaba gastando una broma.

Solo es que tenía ganas de volver a verte y necesitaba un abrazo -contesté

¿Significa esto que has leído el mensaje que te dejé? -dijo ilusionada esperando mi respuesta

Nos miramos unos segundos fijamente, en silencio asentí con una sonrisa y ella sin esperarlo me dio su primer beso, noté un fresco sabor a fresas y su particular olor a flores silvestres. Sin duda era ella...

¿podemos quedarnos así para siempre? - preguntó mientras apoyaba su cabeza en mi hombro

Ojalá fuera tan fácil -me apresuré a contestar

Bueno, tendremos que construir nuestro castillo -continuó diciendo- ¿cuántos hijos tendremos?

Decidí dejarla fantasear mientras pensaba en la manera de resolver esta situación, en cierto modo no sabía cuál sería la decisión más acertada,  ¿me quedaba en Nibel en busca de respuestas junto a una Canah que no era la que yo esperaba? ¿ volvía a mi cuarto siendo un niño pequeño y desandaba lo andado?

¿Frank? No me estás haciendo ningún caso -soltó Canah de repente

Perdona -me apresuré a contestar- me estaba imaginando lo bonito que sería estar siempre juntos.

Ohhhh, solo por eso te mereces otro besito -dijo abalanzándose sobre mi

Por cierto -le corté - ¿no deberíamos ir a un lugar más seguro?

Que pasa Frank -contestó con sonrisa picarona-  ¿ ahora me tienes miedo?

A ti no -dije muy serio- a las sombras

¿ Sombras? -comenzó a reírse burlándose de mí- Acompáñame, iremos a mi casa no te vaya a pillar una sombra.


¿Lo decía en serio? O se estaba burlando de mi simplemente, a decir verdad no tenía datos de cuánto tiempo llevaban las sombras atormentando el reino. Lo mejor sería hablar con un adulto, en este caso su padre y preguntarle acerca de la situación actual. Quizás si destruía el problema desde la raíz todo volvía a la normalidad y podría cambiar el curso de la historia. Me levanté y acompañé a Canah cogí su mano fuertemente y sonreí, ella me miró fijamente, devolvió el apretón y.... la sonrisa

Llegamos por un camino a la granja, era de noche pero la luz de las ventanas dejaba ver la silueta de la casa, Canah se acercó y giró levemente el picaporte para abrir la vieja puerta de madera, emitió un chirrido y se abrió. En el salón había organizada una pequeña cena donde estaba toda la familia sentada, se quedaron en silencio unos segundos al vernos entrar juntos, me quedé petrificado esperando una invitación por parte de ellos.
Di una rápida mirada a la mesa, era de roble natural tenía forma rectangular aproximadamente unos dos metros y medio de largo por un metro de ancho, tenían puesto un mantel de tela con cuadros azules y blancos y una copiosa cena basada en verduras del huerto y conejos de la granja lo cubría.
Comencé a visualizar cada uno de los comensales de la mesa empezando por la derecha del había un chico joven y delgado con barbita y pelo corto de unos 20 años , le caracterizaba una ropa muy elegante y un lazo en el cuello a modo de pajarita, tenía un rostro muy simpático y agradable, a su derecha se sentaba una chica aproximadamente de su edad, tenia pelo cortado a melenita y era bastante guapa. Continuando el orden el siguiente era el padre por descarte, tenía poco pelo en su cabeza, la piel blanca como la nieve y unas mejillas sonrojadas que le caracterizaban, frente a él la madre de Canah, me recordó mucho a ella de mayor.
Debes de ser Frank -dijo su padre poniéndose en pie- Canah me ha hablado mucho de ti. Por favor comparte la mesa con nosotros
Me senté en una de las sillas vacías que había en la mesa y Canah a mi lado. Nos miramos un instante, su pelo tapaba uno de sus ojos dejando solo el otro a la vista, con mi mano le aparté ese mechón de pelo para poder ver su bonito rostro al completo y volvió a sonreír. me di cuenta entonces que estaba enamorado de ella, esas pequeñas cosas a las que no les damos importancia son las que hacen fluir la magia.
Bueno te presento -dijo Canah ruborizada- él es mi hermano Yino, ella mi hermana Aliuz mi padre y mi madre -fue señalando a cada uno de los presentes mientras decía sus nombres
Bueno y exactamente que intenciones tienes con mi hermana -comentó Aliuz de forma un poco impertinente- por que sois dos críos aún.
Deja ya de meterte con ella envidiosa - se apresuró a decir Yinno - Que tú no encuentres novio no significa que los demás sean igual
Nos reímos todos en la mesa, al parecer se llevaban como el perro y el gato y gracias a esto la velada fue bastante entretenida, me sentí muy acogido y fui testigo de lo que es una verdadera familia.
Cuando terminamos la cena todavía no había comentado nada del tema de las sombras, no debía olvidar que el propósito de acceder a ir a su casa era conseguir información para poder afrontar la situación que estaba viviendo actualmente.
¿No se ven sucesos extraños por aquí estos días? -pregunté inocentemente
¿A qué te refieres chico? -contestó el padre de Canah. Su cara adoptó un tono serio y de preocupación
No le hagas caso papa -dijo Canah mientras me abrazaba- es que le dan miedo las sombras -continuó en tono de burla
Su padre se quedó unos segundos en silencio pensativo...
¡Chicos, es hora de irse a dormir! -dijo con tono de mando -dejadme solo con Frank
Pero papa -replicó Canah
¡No me hagáis repetirlo! -esta vez alzó un poco más el tono de voz-. Yinno tu puedes quedarte con nosotros
Los demás se retiraron rápidamente a sus respectivas estancias y el padre de Canah me invitó a salir fuera junto a su otro hijo. caminamos unos metros alejándonos de la granja, en completo silencio hasta que llegamos a unas piedras donde tomaron asiento.
Por favor Frank, siéntate con nosotros -me invitó su padre. Yo accedí y me coloque a su lado
¿ Que es lo que sabe? -pregunté rápidamente
Me preocupa más lo que sepas tú -contestó- éste es un tema bastante olvidado y nadie habla de ello y él que casualmente aparezcas y recientemente hayan ocurrido sucesos extraños...
¿ Qué clase de sucesos? -pregunté preocupado

Veras Frank -contestó el padre- primero debería contaros una historia que se ha transmitido de padres a hijos desde hace varias generaciones. Después te diré exactamente lo que quieras saber

Hace mucho tiempo...-comenzó- hubo una época de bonanza en todo el reino, los campesinos prosperaban y comenzaron a comprar las tierras que trabajaban a sus legítimos dueños, los nobles. 
Éstos por su parte no estaban tan de acuerdo con la idea de que cualquiera con esfuerzo se pudiera convertir en noble, para ellos era cuestión de apellido. Muchos de ellos comenzaron a negarse a vender las tierras y los campesinos crearon una cooperativa donde cada uno puso sus ahorros y compraron todas las tierras de los nobles que sí deseaban vender. Pasaron a poseer más de la mitad de las tierras del reino y bastaba con trabajar en la cooperativa para que te cedieran una pequeña parcela a cambio de compartir tus beneficios con la cooperativa. 

Al cabo de un tiempo, las tierras de los nobles dejaron de tener mano de obra y sus cultivos se echaban a perder mientras la cooperativa adquiría mas y mas poder. Los nobles se reunieron en el reino para poner solución ya que muchos de ellos estaban comenzando a quedarse en la ruina, viéndose obligados a venderles sus propiedades a la cooperativa que si podía pagar sumas descomunales.

Uno de ellos propuso una solución distinta, matar a los campesinos... -el padre de Canah se quedó en silencio unos segundos con la mirada perdida- al principio todos se opusieron -continuó- ya que si eran descubiertos arderían en la hoguera y en un juicio justo perderían lo poco que les quedaba. Pero la persona que había propuesto la idea tenia la clave para matar a los campesinos sin ser ellos los culpables.

A partir de ese día comenzaron a sucederse muertes inexplicables por todo el reino, los cadáveres aparecían sin ningún signo de violencia y con los ojos completamente blancos y lo más curioso es que siempre ocurrían en las tierras propiedad de la cooperativa siendo las víctimas los campesinos y sus familias. Todos los hombres iniciaron una partida de búsqueda para ver a que se enfrentaban pero no volvió ninguno, las familias comenzaron a refugiarse dentro de los muros de la ciudad dejando atrás los cadáveres de sus maridos e hijos  y los nobles los acogieron como mano de obra barata, les recompraron las tierras por un precio irrisorio y los pusieron a trabajar en el campo bajo sus órdenes con protección para que no les pasara nada.

Las muertes cesaron y el suceso cayó en el olvido pasando a ser una simple leyenda que contar a los nietos de los campesinos.  Muchos de nosotros estamos seguros de que es cierta y hace poco tiempo uno de nosotros se infiltró dentro de la biblioteca de la ciudad en busca de pruebas para ver que sucedió, allí encontró un libro que habla sobre una puerta que nos relaciona con otro mundo. Si se vuelca toda la oscuridad sobre este mundo sería la destrucción total de nuestro reino. Cuando nos lo contó no le hicimos mucho caso porque parecía un cuento de fantasía pero misteriosamente murió unos días después cuando se disponía a infiltrarse en la biblioteca. Su cuerpo apareció en el bosque sin signos de violencia y con los ojos blancos...
Las últimas personas que hablaron con él nos contaron que por la noche veía sombras extrañas merodeando por su casa y se estaba comenzando a volver un poco loco, se sentía observado y por eso puso su vida en peligro para ir a la ciudad de noche.

Sentí la hoja fría de un cuchillo en mi carótida mientras me agarraban fuertemente por la espalda, comencé a sudar mientras se aceleraba mi pulso.

¿Qué significa esto? - grité furioso

Comprenderás... que después de lo que te he contado nos cueste confiar en ti. ¿ Que sabes de las sombras muchacho? -dijo el padre de Canah mirándome fijamente. Su rostro estaba muy tenso y noté enseguida que estaba hablando en serio

Les contaré todo lo que sé cuando me suelte -contesté sin apartar la mirada- no tengo ninguna intención de hacerle ningún daño ni a usted ni a su familia, tampoco de huir.

Está bien... -dijo no muy convencido- siéntate , te escuchamos.

Creo que debería de reunir a todos sus hombres de confianza -comenté- así todos podrán saber a que nos enfrentamos,  lo que me ha contado no es ninguna leyenda. ¡ Es real !

miércoles, 14 de agosto de 2013

10mo Capítulo: Atrapado

Un goteo incesante me despertó, abrí los ojos y enseguida pude darme cuenta que me encontraba preso en una sucia mazmorra y en la más absoluta soledad, en un lugar bastante amplio y con poca luz, el suelo era de piedra y se encontraba húmedo y cubierto de moho, como me encontraba atado era incapaz de moverme... ya no había posibilidad de volver atrás si tan solo hubiera sabido que las cosas iban a ocurrir de esta manera... me habría entregado esa misma noche a las sombras y Canah seguiría viva. 

¿Por qué estás aquí? -dijo de pronto una voz desde la oscuridad

Forzando la vista pude distinguir la silueta de un anciano, también atado a su destino en aquel horrible lugar.
Yo soy aquel que todos buscaban... -contesté con gran pesar

¿Entonces debéis ser alguien muy valioso si todos os buscaban? -el anciano comenzó a reírse

No creo que tengamos mucho valor si nos han encerrado en este lugar -le seguí la corriente- ¿Por qué esta usted aquí?

Por darle una barra de pan a un niño hambriento, aquí en Nibel puedes robar a un pobre y escapar de un fatal destino pero... jamás robes a un rico.

Cierto -contesté con una sonrisa- pero no pasa solo en Nibel

Los dos comenzamos a reírnos, posiblemente sería el último día de nuestras vidas para los dos y no había razón para llorar... era mejor reírse. Unos pasos comenzaron a acercarse por el ruido metálico pude adivinar que se trataba de un soldado, posiblemente el encargado de las mazmorras. Se acercó al anciano y comenzó a aflojarle las cadenas

¡Vamos abuelo! ¡La justicia nos espera! -dijo mientras empujaba al anciano hacia la salida

Se fuerte Frank -gritó mi reciente amigo- a veces las cosas no son lo que parecen. Recuérdalo bien
¿Que habrá querido decir con eso? pensé. No entendía lo que quería decir con ''las cosas no son lo que parecen'', ¿se refería a las sombras? ¿ a este mundo en el que había acabado por casualidad? ¿a los ricos y los pobres? ¿cómo sabia aquel viejo mi nombre si yo no se lo había dicho? De lo único que si estaba seguro es de que aquel encuentro en la mazmorra no había sido una casualidad.

El sol estaba a punto de desparecer cuando vinieron a por mí, de nuevo se volvió a escuchar el ruido metálico y el mismo guardia apareció de la oscuridad, me aflojó a los grilletes despacio y me tomó del brazo empujándome hacia la salida, me miraba con cara de asco como si le repugnara el simple hecho de tener que acompañarme. Salimos de la mazmorra en silencio y subimos unas escaleras de piedra que terminaban en una reja oxidada, al otro lado se encontraba otro guardia que nos abrió la puerta para que no nos detuviéramos, tenía la misma mirada de desprecio y tampoco podía culparlos, ellos estaban amenazados por las sombras debido a mi. Caminamos hasta llegar a un pasillo, pude reconocer el lugar ya que nos encontrábamos en el edificio por el que había escapado la noche anterior, por mi mente se cruzó la idea de zafarme y correr hasta la cocina de nuevo pero abandoné la idea en cuanto vi a varios guardias custodiando la entrada. El portón gigantesco permanecía abierto, pude observar en el exterior una muchedumbre furiosa portando antorchas deseosa de acompañarme a mi fatal destino.

El guardia me ató al caballo del general, el cual se encontraba apostado en su lomo, me miraba también con cara de desprecio sujetando con uno de sus brazos el costado derecho por el que había atravesado se cuerpo con la espada aquella misma mañana. El muy cerdo me escupió, la gente comenzó a reírse y a lanzarme comida en mal estado e incluso alguna que otra piedra mientras me insultaban y despreciaban
Ahí tienes a tu amiga -dijo el general señalando un montón de cenizas- o lo que queda de ella... y todo gracias a ti-una sonrisa estúpida se dibujo en su rostro

No era momento de rendirse si no de caminar firme a mi destino. Todavía estaba vivo y aunque fuera entregado a las sombras quizás ellas no me querían muerto. El general al ver que no me derrumbaba comenzó a pasearme entre la muchedumbre, mientras me escupían y apaleaban yo solo pensaba en mi familia, en ver sus caras, abrazar a mis hijos de nuevo, casi podía recordar las noches en vela que me hacían pasar por que no podían dormir, ahora mismo las añoraba, mi mujer con la que tantas veces discutía desearía poder abrazarla y decirle lo siento tantas veces... ojala supieran cuanto los echaba de menos.
Los gritos de las sombras estremecieron toda la ciudad con su llegada, la población se detuvo inmediatamente y yo volví a la realidad. Los guardias comenzaron a repicar las campanas para que nos diéramos prisa, el general se apresuró a tomar el camino con dirección a la salida de la ciudad mientras daba órdenes al ejército para que se apostaran en lo alto de la muralla. Todos ellos armados con arcos encendieron sus flechas con fuego apuntando al enemigo.

El portón se abrió dejando a la vista un incontable número de sombras, todas ellas esperando mi llegada, en el frente un carro lleno de oro como habían pactado por mi entrega, el general bajó del caballo y me soltó, posteriormente ató su caballo al carro y emprendió la marcha de regreso a la ciudad. No tardaron en rodearme, todas ellas con sus ojos vacios puestos en mi y sonriendo victoriosas con mi captura. Abrieron un pasillo dejando a la vista un trono que portaban algunos de ellos. Una figura bajó y caminó hacia mí, posiblemente sería el líder, una vez frente a mi pude reconocerla, era mi madre sonriendo, todo esto lo había provocado ella... ¿pero con que fin?

Ya te lo dije la otra noche... mientras soñabas -dijo de repente- ¿has sufrido ya lo suficiente? esto acaba de comenzar pequeño mío. Despídete de este mundo


Apretó tan fuerte mi corazón con sus manos que mi cuerpo se estremeció por completo, era incapaz de hacer cualquier movimiento, solo podía gritar mientras sentía que la vida se escapaba por mi boca... todo se volvió oscuro.

El sonido del despertador me hizo abrir los ojos, tenía la boca seca y me dolía mucho la cabeza todo estaba bastante oscuro y no sabía muy bien donde estaba, pare el sonido incesante de aquel aparato casi por inercia y me senté al borde de la cama, tanteé con los dedos de los pies el frio suelo en busca de mis zapatillas, me calcé y me puse en pie, me sentí mareado y con falta de equilibrio, era incapaz de mantenerme de pie correctamente. la imagen de mi madre exprimiéndome el corazón volvió a mi mente haciéndome palpar casi como por instinto la zona, estaba vivo y no solo eso ya no estaba en aquel horrible lugar, pero poco duró mi alegría al darme cuenta que todavía no estaba en mi hogar, la estancia me resultaba extrañamente familiar pero todavía permanecía desconcertado por los acontecimientos y me dolía muchísimo la cabeza.

Caminé hacia la ventana en busca de la luz que me dejara ver cuál era mi situación actual, me costaba mucho caminar porque no controlaba bien las distancias y me producía vértigos, apoyándome en la pared conseguí llegar y encontré un pequeño pestillo que mantenía cerrada la contraventana, lo abrí y la luz del sol me cegó. A los pocos segundos mis ojos se fueron acostumbrando a la luz distinguiendo así los objetos de la habitación, estaba alucinando o al menos eso creía porque sin saber cómo había llegado a mi habitación de pequeño, estaba todo igual a cuando vivía allí, incluso mis ropas y yo... tenía el aspecto de un niño de 12 años. No me lo podía creer.

Alguien golpeó la puerta y comenzó a girar la manivela, debía estudiar mis opciones y averiguar por qué me encontraba en tal situación, la figura reconocible de mi padrastro apareció por el umbral y sonreía amablemente

¡Vamos dormilón! hoy es domingo y tenemos que limpiar la casa, ya sabes que a tu madre no le gusta que le hagan esperar

Estaba perplejo, no sabía que contestarle dadas las circunstancias, casi había olvidado mi infancia por completo y ahora me encontraba de nuevo en la época de mi vida en la que más había sufrido.

¿Te encuentras bien? -preguntó al verme petrificado. Se acercó y me colocó la mano en el hombro, te prepararé el desayuno ¿vale? pero de esto ni una palabra a tu madre

No es necesario -contesté- voy a cumplir con mis obligaciones.

Mi voz sonaba como la de un niño y no me acostumbraba a caminar, me sentía atrapado en un cuerpo mucho más pequeño. Le aparté con el brazo y caminé hacia la cocina para preparar el café. Estaba bastante desubicado respecto al orden de las cosas en aquella cocina y es que para mi habían pasado 12 años desde la última vez que pisé esa casa. Mi padrastro vino detrás mío observando sorprendido como una tarea tan fácil me estaba resultando casi imposible de realizar, cogió un cuchillo del cajón y se dispuso a preparar unas tostadas con mantequilla mientras yo preparaba la mesa.

¿Quieres que vayamos al médico? -preguntó preocupado.

Estaba actuando como un verdadero padre y yo la verdad nunca me di cuenta de que fuera así, los únicos recuerdos que guardaba de él eran bastante violentos y casi los tenía olvidados...

No -contesté pero me gustaría sentarme un poco -dije señalando el sofá

¡Claro! -respondió con una sonrisa- No te preocupes que yo me encargo de todo

Me senté a mirar la tele mientras él acababa de preparar el desayuno, los programas eran todos bastante antiguos y la calidad de imagen era horrible pero claro yo estaba acostumbrado al HD. ¿Estaría soñando? era una posibilidad, pero por que parecía todo tan real, tuve la misma sensación que cuando viajé a Nibel y es que a veces lo que nos parece increíble es lo más real. ¿Y si todo había sido un sueño desde que era pequeño? Quizás ahora estaba en la verdadera realidad. Estaba tan ensimismado que no me percaté de la aparición de una mujer bastante joven de pelo rizado y rubio, era mi madre que se acababa de levantar.

¿ Que hace este niño sentado mientras tú estás haciendo el desayuno? -su mirada de odio estaba clavada en mi

Yo me empeñé -se apresuró mi padrastro a contestar -le pedí que se sentara por que hoy tenemos un duro día de limpieza

Me acerqué para sentarme en la mesa, mi padrastro había preparado tostadas con el pan duro del día anterior y el café olía bastante bien, me serví mientras acudían a la mesa. Debía reponer fuerzas para asimilar todo lo que estaba pasando, me unté mantequilla en la tostada y bebí un sorbo de café con leche. Estaba todo riquísimo la verdad, se sentaron junto a mí y ella apagó la tele.

¿Se te ha olvidado que tienes prohibido ver la tele? -increpó mi madre-. Si haces bien tu trabajo quizás esta noche te deje estar aquí un rato con nosotros.

Yo me llevé la tostada a la boca para acabar con el desayuno lo más rápido posible y desaparecer de su vista pero una mano golpeó mi cara impidiéndome masticar tan preciado bocado, el resto de la tostada acabó en el suelo. Yo me quedé perplejo, ¿por qué motivo me había abofeteado mi madre?
Que sea la última vez que comes de mi mantequilla -dijo agarrándome del cuello de la camiseta - la próxima vez no será solo un bofetón.

Me levanté avergonzado y me dirigí a mi habitación en busca de refugio, los recuerdos de mi triste infancia estaban más presentes que nunca y ésta vez no eran solo simples recuerdos.

Me senté al borde de la cama, la verdad que todo estaba idéntico a cuándo yo vivía allí, ojeé las estanterías era bastante nostálgico descubrir mis libros, aquellos que había leído una y otra vez escapando de la realidad que me envolvía, cogí uno de ellos se titulaba '' el pequeño vampiro '' siempre fue mi favorito, de hecho coleccionaba toda la saga. Al abrirlo cayeron unas hojas plegadas, dejé el libro en su sitio y las recogí, al abrirlas descubrí que se trataban de dibujos que probablemente hacía cuando era pequeño, en él se veía a un chico cogido de la mano de una chica en una cabaña de madera... la imagen de Canah vino entonces a mi mente, era posible que ese dibujo se tratara de nosotros pero de ser así ¿todo había sido un sueño o estaba soñando en aquel momento?

Un golpe en la puerta rompió mi momento de reflexión, era una advertencia para que comenzara a realizar las tareas del hogar, caminé hacia la terraza en busca de los objetos de limpieza, los vértigos habían disminuido signo de que comenzaba a acostumbrarme a las distancias de aquel cuerpo más pequeño. Cogí un cubo lleno de agua, bayetas y los productos de limpieza y me dirigí a la cocina pero mi madre interrumpió.

¡Empieza por el baño que tengo que evacuar! -me ordenó señalando la puerta del escusado
Decidí hacerle caso mientras ella se sentaba en el sofá a descansar, mi padrastro cogió los productos para muebles y se dispuso a limpiar el comedor mientras yo hacía los baños.

¿ Limpias tu el suelo y yo los muebles? -preguntó con una sonrisa, la verdad que hasta el momento no me había dado cuenta de que él también vivía sometido a mi madre

Sí, claro - me apresuré a contestar.

El baño estaba bastante sucio, de hecho en el suelo mi madre tiraba los cigarrillos cuando acababa de fumar, ni siquiera se molestaba en limpiar con la escobilla después de terminar... limpié a fondo todo haciendo de tripas corazón y llené el cubo de agua para fregar, luego continué por el comedor y las habitaciones, mi padrastro ya había limpiado todos los muebles y solo le quedaba su habitación, hicimos su cama entre los dos y me dispuse a fregarla, decidimos dejar las alfombras en el sofá para no mojarlas y él se marchó a otra estancia para dejarme acabar mi faena tranquilamente. Escuché unos pasos detrás de mí, posiblemente mi madre vendría a evaluarnos, no tenía ganas ni de mirarla a la cara.

¡Maldito estúpido! ¿Qué has hecho? -dijo señalando las alfombras

No me dio tiempo a defenderme, ya que agarró el palo de fregar y comenzó a atizarme en la espalda mientras me insultaba, sentía el dolor de la realidad, aquello es lo que había vivido de pequeño y casi lo había olvidado, siguió y siguió atizándome con aquella improvisada vara de metal hasta que la partió
Largo de mi vista inútil -ordenó

Las lágrimas caían de mis ojos mientras corría hacia mi único refugio, mi habitación. Mi padrastro se cruzó conmigo asombrado y caminó hacia mi madre para pedirle explicaciones, yo me senté en el borde de mi cama llorando y valorando el infierno por el que estaba pasando, les escuché gritar, mi padrastro le decía que lo de las alfombras había sido idea suya y ella le ordenó que me pidiera perdón por que todo era culpa suya. Se acercó a la habitación y se sentó a mi lado.

¿Estás bien? -preguntó

Yo seguía llorando pero asentí con la cabeza

Yo... quería pedirte perdón... ha sido culpa mía -bajó la cabeza avergonzado

No has sido tú quién ha golpeado mi espalda hasta hartarse -respondí

Él continuaba con la misma actitud culpable y yo la verdad que no sabía si actuar como niño o como adulto, ya que a sus ojos solo tenía 12 años pero mi mentalidad estaba mucho más avanzada.

¿Puedes dejarme solo? -le pregunté


Sí, claro -acto seguido se levantó y se marchó

Me tumbé en la cama a descansar unos segundos, cerré los ojos buscando un pensamiento que me diera fuerzas para soportar la situación, instintivamente apareció ella y sonreí... casi podía rozar su larga melena castaña, acariciar su piel morena tan sedosa y tan suave, dibujé en mi mente sus ojos, nariz y posteriormente esos labios tan perfectos que la caracterizaban, ojalá pudiera besarlos de nuevo, quería abrazarla, sentir su pecho y su aliento en mi cuello, caí en la cuenta de que observarla era casi lo único que había hecho cada día desde que la conocí y a pesar de que me no sabía la razón por la cual nos habíamos conocido ya no me importaba, poco a poco había ido ocupando espacio en mi corazón hasta el punto de querer protegerla con mi vida. Debía hallar la forma de volver a aquel mundo, quizás todavía quedara alguna esperanza ...
Me levanté sobresaltado y comencé a rebuscar entre los cajones en busca de respuestas, todo lo que hallaba era bastante nostálgico, desde los calzoncillos de spiderman hasta el cuaderno de música. Sin querer me topé con los libros del colegio, les di un fugaz vistazo para ver las paridas que escribía por aquel entonces, en el margen derecho de algunas hojas habían dibujos fruto de mi entretenimiento en clase, cuando las pasabas podías ver como las imágenes cobraban vida, esbocé una sonrisa la verdad que a pesar de la infancia que me había tocado vivir, hacía cosas divertidas.
Ojeando las hojas encontré un corazón, parecía algo normal salvo que dentro estaba escrito el nombre de Canah, y eso no podía ser posible, saqué todos los libros en busca de más pistas sobre ella, quizás con un poco de suerte encontraría algo que por fin me aclarara lo que había estado sucediendo. En varios libros se repetía lo mismo o algo similar, como si fuera mi novia de la infancia. Encontré el cuaderno de dibujo medio escondido, como si de un tesoro se tratase, en la primera hoja había un dibujo (bastante mal hecho por cierto) de unas piezas de fruta, la siguiente hoja se ve que era de un día que estaba inspirado por que había un robot con una sierra que cortaba madera, el resto estaba en blanco... que desilusión.
Lancé el cuaderno al suelo y me tapé los ojos con gesto de desesperación. ¿ Por que ya no recordaba casi nada de cuando era pequeño? Me había esforzado tanto en olvidarlo todo que ahora, cuando más necesitaba recordar estaba totalmente bloqueado. Me imaginé mis tardes leyendo libros sentado en aquella cama y junto a mi estaba ella, de nuevo abrazándome y consolándome podía ver sus ojos y su linda cara de niña. ¡Un momento! podía recordar a Canah de niña en mi habitación, me esforcé realmente por seguir recordando y su imagen dibujando en el block de dibujo apareció en mi mente. ¿ Estaba teniendo realmente ese recuerdo o era lo que quería imaginarme? No podía ser, estaba realmente confundido. Ojeé de nuevo el block en busca de algo que se me pudiera haber escapado, todas las páginas salvo dos estaban vacías pero debía repasarlo por si acaso, finalmente en la última hoja pude ver que había un texto casi minúsculo que decía.
<< Cuando te sientas solo y triste, enciende un fuego y podrás verme a tu lado. Te quiero >>  
Enciende un fuego, ni de coña encendería un fuego pero necesitaba calor, pensé en la estufa de tubos candentes que había en el baño así que me apropié de ella y me la llevé a la habitación. Recordé que había una tinta que reaccionaba con el calor, sería mi última esperanza de encontrar respuestas... arranqué las hojas del block y las coloqué una a una frente a la estufa y me senté a esperar. Casi  había perdido la esperanza cuando unos trazos verdosos comenzaron a dejarse ver por algunas de las hojas. quité las que no habían mostrado dibujo alguno y coloqué otras que no habían tenido lugar, mientras tanto algunos dibujos ya se veían casi en su totalidad, sonreí al ver claramente un retrato, era la Canah que había recordado de niña, con esa sonrisa tan brillante que la caracterizaba. Los demás dibujos mostraban paisajes de Nibel, la granja, la cascada, las murallas del castillo.... No me lo estaba inventado, algo relacionaba los dos mundos y yo debía averiguar cómo estaban conectados.
 Pude ver que en una de las hojas se había descubierto un par de frases con la letra de Canah... << Cuando leas esto cierra los ojos cruza rápido la puerta y ven a darme un abrazo si quieres quedarte conmigo para siempre, si no me amas cierra la puerta para siempre sólo tú tienes la llave >>  Ni siquiera sabía cruzar la puerta, ¿ como pretendía que fuera a abrazarla? Busqué alguna otra indicación en las demás hojas pero no hallé nada. Finalmente me di por vencido y lo recogí todo antes de que mis '' supuestos '' padres se dieran cuenta de la que tenía montada en mi habitación.
Lo escondí todo muy bien lejos de la vista de nadie y me fui a preparar la cena, ella seguía presente en mis pensamientos y algunos recuerdos de nuestra niñez juntos comenzaban a dibujarse claramente en mi cabeza pero no sabía todavía cómo ni por qué. Mis padres se sorprendieron al verme tan servicial sin decir palabra alguna, estaba tan evadido buscando una manera de encontrarla de nuevo, no podía soportar la idea de haberla visto morir ante mis ojos, necesitaba volver a ver su sonrisa como había hecho cada día desde que la conocí. Me fui a la cama sin cenar, tampoco tenía hambre ni ganas de nada más que de acostarme y dejar de pensar. A pesar de ello me tumbé y en mi cabeza seguía sonando la misma frase, ¡¡cierra los ojos y cruza la puerta!! quizás era tan fácil como eso pero a pesar de intentarlo varias veces no ocurría nada, intenté relajarme y recordar como aparecí la primera vez allí. estaba leyendo un libro y me dormí, hablaba de una persona que cruzaba una puerta a otro mundo pero no decía como. A pesar de ello yo la vi y luego la crucé, también decía que solo quien la ha visto puede volver a cruzarla, pero yo la crucé sin haberla visto nunca. Recordé la puerta, estaba al final de un pasillo y la rodeaba una luz blanca muy intensa, molestaba en los ojos muchísimo, abrí los ojos y frente a mi apareció de nuevo la puerta.

¡Ya está! -exclamé, bastaba solo con imaginarla tal y como la había visto la primera vez . Salté de la cama y corrí para abrirla, el pomo cedió suavemente y crucé sin pensarlo, no podía creerlo había aparecido de nuevo en Nibel y frente a mi estaba.... ella.


sábado, 10 de agosto de 2013

9no Capítulo: Triste Traición

Los soldados comenzaron a murmurar asustados, hablando entre sí sobre quién era el muchacho que había entrado en la ciudad aquel día. Pude visualizar a Vanian con gesto dubitativo, tarde o temprano toda la ciudad sabría que era yo la persona que buscaban y estaría en serios problemas.

¿Quién sabe el nombre de la persona a la que se referían? -gritó el general

Reinó el silencio entre la multitud, observé a Vanian indicando un gesto de silencio al novato que cubrió la puerta el día anterior.

Quiero una lista de las personas que entraron ayer -continuó el general- hablad con los posaderos, taberneros, prostitutas, cualquier persona que de información a cambio de dinero. Comentadles la gravedad de la situación y sobretodo que nadie entre ni salga de la ciudad. Nuestras vidas dependen de ello
Dicho esto comenzaron a dispersarse para buscarme, esta vez sí que estaba perdido. Justo como había predicho mi madre, el olor a traición era latente y lo peor de todo... Canah también estaba en peligro por mi culpa. 

Una mano se posó en mi hombro, reconocí el tacto de su piel al instante y le devolví el gesto girándome con una sonrisa. Allí estaba Canah tan resplandeciente como siempre, bajo la luz de la luna y con una sonrisa reconfortante. Ni siquiera estaba asustada o al menos no lo parecía, yo en cambio estaba muerto de miedo y me temblaban las piernas

Siento todo esto Frank -su cara cambió- yo.... no sé muy bien que decirte, te diste un golpe en la cabeza y ni siquiera me recuerdas.... es normal que estés confundido y que no te fíes de mi pero... vamos a salir juntos de esta ¡Ya lo verás!

¡Basta! -dije de repente- no te dejaré seguir disculpándote, soy yo quién tiene que pedir perdón por qué no te he sido sincero del todo...

Canah, yo... -dudé

Frank cuéntamelo todo, confía en mí -se colocó frente a mí para escucharme

Canah, yo... -lo intenté de nuevo- no soy de este mundo. No tengo ni idea de cómo he acabado aquí, de verdad, pero hace una semana me encontraba en un lugar totalmente diferente a esto... -me quedé callado esperando la reacción de ella

Continúa...-respondió

Le hablé de cómo había llegado hasta allí, como era mi vida antes de cruzar esa puerta, mi mujer, mis hijos, de la rutina diaria, de ciudades enormes con edificios que casi rozaban el cielo, de los coches, barcos, aviones, trenes, motos.... Canah escuchaba atónita todo lo que tenía que contar, supuse que no estaba creyendo que nada de lo que contaba. Paré de hablar y se hizo el silencio, llevaba ya una hora hablando solo y esperé a que dijera algo.

Quiero creerte Frank... -dijo con mirada perdida -pero, ¿no será a causa del golpe que te estás inventando estas historias? Qué hay de mi entonces, ¿ me he inventado que te conozco? Creo que estás confundido
¡Sabía que no me creerías! -me levanté furioso- ¿acaso no te he detallado cada aspecto de mi vida correctamente? ¿crees que podría inventarme algo así?

No Frank, pero dame un tiempo para asimilarlo. Los dos estamos en peligro y no quiero creer que esté arriesgando mi vida por alguien que no conozco...


Por eso mismo Canah... quiero que te vayas, no necesito tu ayuda para nada. Déjame solo, solo te pido una cosa por todo lo que hemos vivido juntos hasta el momento... No reveles nada de mi paradero

Ella se levantó y se marchó, pude ver lágrimas en sus ojos mientras corría y yo... me quedé solo, recordando como aquella muchacha había cambiado mi vida desde el momento en que estas se habían cruzado... junto aquel árbol.

Mi actitud cambió de repente, tenía que volver a casa con mi familia de alguna manera, no era momento de estar jugando en el país de los sueños o donde quisiera que yo estuviese y la verdad es que necesitaba que alguien me ayudara a llegar al lugar de donde yo procedía ya que yo solo sería imposible. Recordé que el día que llegué estaba leyendo un libro sobre puertas y que quizás en los libros hallaría la respuesta. Bajé agazapado las escaleras y me oculté tras unos arbustos, toda la ciudad estaría ya buscándome y no podía permitirme ser visto.

El sol comenzó a mostrar sus primeros rayos de luz, mientras reinaba la oscuridad por las calles me había sido fácil ocultarme pero ahora debía encontrar un lugar en el que permanecer escondido hasta la siguiente noche. Llegué casi por casualidad a la plaza central de la ciudad, el edificio del centro era mucho más grande de lo que parecía, la gente salía y entraba de él bajo la mirada desconfiada de quien custodiaba las puertas.
Una casa presuntamente abandonada colindaba con el edificio central en su parte trasera, quizás desde allí podría entrar y permanecer oculto. ¿Quién sospecharía de que me encuentro en el edificio más vigilado de toda la ciudad? Entré en la casa y aparentemente no había nadie, subí las escaleras hasta llegar a las habitaciones, abrí una ventana justo enfrente del edificio, estaba un poco lejos para llegar de un salto, quizás colocando una tabla a modo de puente... pero quedaría muy a la vista. Decidí intentar lo del salto pero mejor desde el techo de la casa, a pesar de exponerme a la vista de los demás, era la mejor opción. Accedí desde un tragaluz al exterior de la vivienda, la madera que me sostenía estaba en bastante mal estado. Me mantuve caminando a gatas hasta llegar al límite de la fachada. Observé que si tomaba el impulso adecuado era muy probable que aterrizara en el interior de uno de los habitáculos, una vez dentro... improvisaría.
Me considero un hombre afortunado y no es para menos, dado que conseguí acceder sin un solo rasguño, el ruido que ocasionó mi caída fue mínimo por lo tanto me sentí bastante aliviado. La estancia en la que me encontraba era una habitación bastante lujosa, posiblemente de alguien influyente en la ciudad, por suerte estaba vacía y la puerta permanecía cerrada. Debía salir de inmediato y buscar un lugar lejos de la gente, quizás en la parte más alta del edificio. Abrí la puerta y el pasillo se encontraba en la más absoluta soledad, crucé el umbral de la puerta y caminé hacia la derecha muy despacio y procurando no hacer ruido. Unas escaleras subían en forma de caracol hacía lo que parecía una biblioteca bastante descuidada. La estancia tenía un pequeño ventanuco por el cual no me cabía ni la cabeza pero al menos no me encontraría a oscuras ya que decidí sería el lugar perfecto para esconderme.

Me tumbé a descansar, por supuesto lo preparé todo de manera que si alguien entraba en la estancia no pudiera localizarme y yo estaría a salvo, la imagen de Canah cruzó mi mente... me sentía solo por primera vez desde que había llegado a aquel mundo, ella cuidó de mí y me dio todo su cariño pero estaba seguro de que era lo mejor dadas las circunstancias, seguramente no habría podido soportar la idea de que me traicionara...

Sentí mi garganta seca al despertarme, ¿ cuánto habría dormido? todo estaba bastante oscuro y solo la luz de la luna entraba por el ventanuco, el momento ideal para partir sortearía las calles y escaparía por una de las murallas, quizás si me hacía con unas sabanas conseguiría atarlas a modo de cuerda. Di una vuelta a la estancia por si encontraba algo que pudiera serme útil, una cuerda, algún objeto cortante... pero lo único que hallé fueron libros y madera de las estanterías.

Estaba perdiendo demasiado tiempo y no tenía ni idea de cuánto faltaba para el amanecer, me llamó la atención unos tubos enrollados en un rincón de la habitación, estaban bastante descuidados pero se trataba de mapas, busqué el de la ciudad y lo desplegué en el suelo justo donde estaba incidiendo la luz de la luna. me situé en el mapa y tracé la vía más rápida para el exterior, era un poco arriesgada ya que pasaba por el cuartel de los soldados, busqué la ruta más segura, recordé los canales de la ciudad, seguramente habrían cloacas en esa ciudad y darían al exterior por los canales. Esa era sin duda la ruta más segura.
Sin perder un instante salí de la estancia y bajé las escaleras, el pasillo seguía desierto y yo debía cruzarlo para bajar las escaleras y llegar al sótano, si alguien me veía seria mi fin. Era el momento de empezar a correr, si estaban durmiendo escucharían el ruido pero no les daría tiempo a ver qué pasaba. Salí como una exhalación confiando en mi suerte dejando mi escondite atrás, estaba armando bastante alboroto con los zuecos de madera pero era imposible detenerme, giré la esquina para bajar unos escalones de madera que crujían cada vez que apoyaba el pie, las escaleras desembocaban en una sala muy grande y al fondo de esta mi salida, el portón de entrada. Corrí desesperadamente hacia la puerta y tiré de ella para abrirla.
¡ Maldita sea! estaba cerrada con un candado y en la planta superior ya se escuchaba a gente desconcertada por mi alboroto, debía buscar una segunda opción para escapar de allí porque no había vuelta atrás. Un silbido me indicó que ya estaban alertando a los guardias del edifico y que mis opciones cada vez se reducían mas, corrí hacía uno de los pasillos situado a la izquierda de la planta principal, quizás si conseguía romper una ventana accedería al exterior. La ventana del final del pasillo acabó con mis esperanzas, tenía una reja imposibilitando mi huída y ya era imposible volver hacia atrás, los guardias bajaban las escaleras y me daría de bruces con ellos. Entré por una de las puertas del pasillo para ganar algo de tiempo, estaba todo muy oscuro lo cual indicaba que no tenía ventana, me senté esperando que me encontraran, sus voces ya se escuchaban al otro lado de la puerta...


Al parecer se estaban reuniendo en la puerta varios de ellos antes de entrar sabiendo que me encontraba allí, mis ojos se estaban acostumbrando a la luz y pude advertir que me encontraba en lo que parecía ser la cocina, quizás tuviera un sistema por el que acceder a las cloacas, estoy seguro que tirarían toda la basura por allí, comencé a guiarme por el mal olor hasta llegar a un rincón ciego, quité una tapa que dejaba al descubierto una trampilla y un olor muy fétido. seguramente todas las aguas fecales pasaran por allí. Accedí sin dudarlo, ya que rendirme no era una opción. La mierda amortiguó mi caída, por suerte el agua me cubría hasta las rodillas así que debía seguir corriendo hacia el exterior. 

Me aleje bastante del exterior sorteando los diferentes túneles y llegando a aguas más claras, llevaría ya un par de horas ahí abajo eso si nunca dejando de tantear la pared porque todo estaba muy oscuro, el ambiente era muy húmedo y necesitaba ya salir de allí. Al girar por uno de los túneles pude ver algo de luz y caminé rápidamente hacia allí, tenía una reja pero quizás podría situarme en la ciudad con el mapa y trazar una huida desde allí abajo.

Desplegué el mapa, los primeros rayos de luz me advirtieron que debía darme prisa, seguramente la guardia del edifico ya había dado parte pronto estarían cubriendo todas las salidas posibles, intenté levantar la alcantarilla para ver bien donde me encontraba pero estaba fija, me asomé por el hueco y pude reconocer la calle, se veía el cartel de la panadería por lo tanto solo debía situarme en el mapa y buscar la salida más cercana.

¡Perfecto!- exclamé en voz alta. Y es que solo unos metros hacia delante el canal de la cloaca torcía a la izquierda y desembocaba ya en el exterior de la ciudad.

Corrí hacia mi libertad, si me daba prisa seguramente a la noche siguiente ya estaría lo suficientemente lejos para esquivar a las sombras. Torcí a la izquierda y pude ver una especie de tobogán de agua donde el agua cogía mucha más fuerza. No había vuelta atrás de modo que... cerré los ojos y me lancé.

Fue agradable sentir el aire fresco y limpio del exterior, me tumbé un segundo a descansar la noche no se había ido por completo y contemplé el hermoso amanecer, era casi mágico no como en la ciudad donde todos los edificios nos privan de sentir lo maravillosa que puede resultar la vida.

¡Tsch! Oye, Frank -dijo una voz desde unos matorrales- ven, corre, acércate.

Me acerqué en pose defensiva esperando una emboscada y pude ver a Vanian, sentado esperándome. Me extrañó que estuviera allí solo

¿Cómo diablos sabías que estaba aquí? -pregunté sorprendido

Conozco todos los túneles bajo la ciudad y este es el único que desemboca en el exterior y conociéndote solo era cuestión de esperar... -dijo bastante confiado

Vanian observó mis puños cerrados y a la defensiva.

Tranquilo Frank, estoy aquí para ayudarte -se apresuró a decirme- acompáñame

No tenía más remedio que confiar en él, ya que era mucho más fuerte que yo y dadas las circunstancias me encontraba bastante solo. Tras la espesura pude ver mi caballo atado en el árbol, con él podría escapar lejos.

Muchas gracias, Vanian. -dije con una sonrisa

No me las des a mí -contestó- si no a Canah, esto ha sido idea de ella.

¿Donde se encuentra? Me reuniré con ella inmediatamente -dije mientras montaba el corcel

No puedo decírtelo Frank -bajó su mirada- lo he prometido

Entiendo que esté enfadada, por eso quiero pedirle disculpas. Debes decírmelo amigo mío

Ella se ha sacrificado por ti Frank, les ha llevado justo hacia el otro lado para que tú pudieras escapar y posiblemente la juzguen y la condenen

¿Cómo ha ocurrido esto? -pregunté entre lágrimas- ¿Por qué lo ha hecho?

No necesitas que conteste a esa pregunta, ahora debes irte. Si no su sacrificio será en vano
¿Tú puedes salvarla Vanian? Es decir si me entrego debe haber alguna posibilidad...

¡Claro, confía en mí!

Nos dirigimos a pie hasta la ciudad, para simular una farsa Vanian me ató unas cuerdas a modo de grilletes, los soldados de la entrada comenzaron a repicar las campanas de la ciudad indicando que ya me habían atrapado y poco a poco la gente se fue colocando formando un pasillo, llevándonos así hasta la plaza central del pueblo. Desde lejos pude ver a juez y verdugo esperando nuestra llegada, el pueblo vitoreaba a Vanian por su éxito mientras no acercábamos más y más a mi destino.

Pude dibujar al fondo la silueta de Canah tras una pira de leña, estaba a punto de ser juzgada y de no ser por mi posiblemente ya estaría ardiendo, el juez era lógicamente el general de la ciudad, portaba una reluciente armadura dorada y colgaba una enorme capa azul por su espalda, el verdugo llevaba su cara oculta de modo que no lo reconocí.

¡Bastardo! -gritó el general mientras me soltaba un puñetazo en el estómago. Sentí el metal en mis costillas y mis piernas comenzaron a tambalearse haciéndome caer de rodillas frente a él
¿Tienes idea de lo que nos ha costado encontrarte? -continuó- has puesto en peligro la vida de todos
¡Buen trabajo Vanian! -dijo dirigiéndose a mi amigo.

Este soldado es un ejemplo de valentía -continuó- solo se ocupaba de guardar las puertas de la ciudad pero... con la captura ayer de la muchacha consiguió demostrar la lealtad hacia su pueblo y hoy... nos ha brindado la salvación de todos nosotros. A partir de ahora te encargarás de la seguridad de toda la ciudad siendo el capitán de la policía militar

La gente comenzó a aplaudir demostrando así su alegría por tan asqueroso traidor, él había puesto la vida de Canah en peligro por su gloria.

Quisiera tener el honor general -comentó Vanian- de hacer justicia con nuestro pueblo y castigar a estos traidores.

Me parece justo -contestó el general con una carcajada

Vanian pasó junto a mí y tomó una antorcha, con paso firme se dirigió a la pira de leña que había frente a nosotros. ¿Pretendía acabar con Canah? Eso no era posible, había demostrado ser un perro traidor pero no un asesino...

¡Justicia! -gritó mientras dejaba caer la antorcha

Yo permanecía arrodillado en aquel suelo de piedra mientras las llamas crecían, los gritos de Canah se escuchaban como un ruido ensordecedor por toda la ciudad, ella iba a morir por mi culpa y mi cuerpo estaba inmóvil, las lagrimas se deslizaban por mis mejillas y bajé la cabeza por no poder soportar verla morir.

Debes verlo... -me susurró el general al oído- es tu castigo


Él alzo mi cabeza de manera que no pudiera apartar la mirada de aquella fogata de ajusticiamiento, sentía la presión de sus manos en mi cuello apretándome e impidiéndome cualquier movimiento. Los ojos de Canah estaban posados en mi entre lágrimas, incluso en el último aliento ella solo quería protegerme. Debía hacer algo, no siempre podía depender de que ella me salvara a mí, ésta vez yo era su única esperanza aunque me costara la vida. Con las manos atadas en mi espalda palpé la cintura del general en busca de la empuñadura de su espada. sentí el tacto del frio metal y me incliné hacia adelante con todas mis fuerzas. El general llevaba una armadura tan pesada que no pudo mantener el equilibrio y cayó encima mía, sus manos aflojaron mi cuello y se dirigieron a su cuerpo, la hoja de su propia espada había sido clavada en él. Yo me levanté apresuradamente para salvar a Canah y corrí con la única idea en la cabeza de llegar a ella, noté el calor de las llamas a medida que me acercaba, pretendía saltar y aterrizar junto a ella para desatarla, preparé todo mi impulso y... algo golpeo mi cabeza haciéndome perder el conocimiento. Lo último que recuerdo fue el gesto de su cara pidiéndome que la dejara morir y el horrible olor a carne quemada, después de eso todo se volvió oscuridad.

jueves, 25 de julio de 2013

8vo Capítulo: Pánico en la ciudad

Con la fiesta que había fuera, el lugar estaba bastante tranquilo y vacío. El mesonero me hizo un gesto de complicidad para que me sentara en la barra, yo me acerqué para decirle que no tenía nada en los bolsillos pero él insistió en que me sentara y me sirvió una jarra de cerveza bien fría.

¡Hoy te invito yo! -dijo mientras se sentaba junto a mí. felizmente accedí y pegué un buen trago, se notaba un sabor casero y auténtico la verdad.

Bueno Frank, ¿qué tal te ha ido todo? -preguntó con una sonrisa

Porque la gente tenía la estúpida manía de preguntarme cosas, cada vez que conocía a alguien nuevo para mí, empezaba con el interrogatorio

Vamos Frank -insistió el mesonero- hace seis meses que no te veo, seguro que tienes un montón de aventuras que contarme, a fin de cuentas fuiste en busca de eso y ahora deberías compartirlas con tu mejor amigo.

La verdad que no sabía que contarle pero me apetecía emborracharle y a su vez emborracharme a mí, y comencé a hacerme de rogar un poco para que sacara más pintas. Con un poco de suerte alargaría su lengua y sacaría algo en claro de todo esto. Mi supuesto amigo no se negó a tal ofrenda con tal de sacar información útil que contar luego a sus parroquianos, por lo visto la mayor atracción de la taberna eran las supuestas historias que yo le contaba desde que nos conocimos y por lo visto no solo me invitaba por ello si no que también me pagaba, siempre he sido un poco charlatán pero no tanto como para ganarme la vida de esa manera.

Tanto bebimos que empecé a perder la noción de lo que estaba contando, comencé a hablar de mi casa, mi coche que se estropeaba cada dos por tres, los sermones que me montaba mi mujer, la gente en la taberna comenzó a reunirse junto a nosotros para intentar entender lo que estábamos hablando. Me subí a la barra, la verdad no sé ni cómo lo logré porque iba bastante cocido. Me disponía a hacer el ridículo cuando la puerta se abrió y una figura conocida apareció, ojos de color miel, melena castaña y unos labios preciosos...
¡Mirad, es mi salvadora! -grité de repente

Canah estaba frente a mí con mirada de desaprobación, al parecer se había despertado y al no verme salió en mi busca. Me agarró por el hombro y me sacó de aquel tugurio. Yo andaba bastante mareado, la luz de la luna iluminaba su rostro, de sus ojos brotaron dos lágrimas y yo me sentí culpable en aquel momento, caminamos unos metros lejos del barullo en silencio, ella era todo mi apoyo en ese momento.
¿ No te das cuenta que estoy preocupada por ti? -comenzó, y bajó levemente su mirada
yo...., lo siento! quería respuestas, para mi eras una desconocida hace tres días y no sé qué pensar, ni siquiera sé que me ha pasado y si volveré al lugar de donde vengo, me siento atrapado aquí... y no me di cuenta de lo que estaba pasando.

Siempre he intentado ayudarte en todo y soy consciente de que no recuerdas nada, pero si quieres respuestas porqué no me lo dices abiertamente -alzo la mirada, sus ojos brillaban por las lagrimas y yo sentí que debía besarla. Probé sus labios carnosos, el sabor de su boca, su aliento en mi aliento, una vez acabado nos miramos sin decir nada y caminamos en silencio hacia la posada.

¿Podemos pasar esta noche juntos? - dijo Canah al entrar en la habitación
Me acerqué a ella y acaricié su mejilla, deslicé mis manos por sus hombros y le di un abrazo.

 Hoy prefiero dormir solo... -contesté lanzando una manta en el frío suelo

Se tumbó en la cama sin decir nada y yo apagué las velas quedándonos a oscuras en la habitación, palpé el suelo hasta hallar mi manta y me tumbé. Tome una decisión, a la mañana siguiente le contaría todo, si quería que ella me ayudara debía saber cómo aparecí en este mundo realmente. Cerré los ojos intentando plantear la mejor manera de explicarlo pero... me dormí.

Abrí los ojos nuevamente y todo se mantenía a oscuras, quizás todavía era de noche. Me dolía la cabeza, sudaba y estaba un poco mareado, tenía un poco de resaca fruto de la juerga nocturna, me giré a la derecha y el reloj marcaba las 3:15 h. Un momento, mi reloj estaba allí, mis ojos se fueron acostumbrando a la oscuridad y todo me era muy familiar, mi cama, mi armario... Me levanté sobresaltado y encendí la luz, mi mujer no estaba en la cama a mi lado, salí hacia el pasillo esperando encontrarla, la puerta de mis hijos estaba cerrada y escuchaba a mi mujer cantándoles una nana para dormirlos, me sentí aliviado por fin estaba a salvo en casa lejos de esa pesadilla terrible de la que no había sido capaz de despertar. Esperé unos instantes en la puerta, me moría de ganas por irrumpir en la habitación y abrazar a mi familia, sentía que había pasado mucho tiempo y también tenía ganas de explicarles lo ocurrido. Se hizo el silencio de nuevo en la casa, mi mujer ya no cantaba y tampoco se escuchaba a ninguno de mis hijos, signo de que estaban ya en el más maravilloso de los sueños. Comencé a impacientarme al ver que ya no salía de la habitación y decidí entrar, seguramente mi mujer se habría acostado en la cama de mi hija a dormir. Abrí lentamente la puerta para no hacer ruido pero solo hallé una habitación vacía. Encendí la luz cuidadosamente , no era la habitación de mis hijos, más bien era la habitación de un bebe recién nacido, todo estaba cuidadosamente colocado para la llegada de un recién nacido. ¿Por qué estaba allí? comencé a repetirme, ¿Por qué no podía volver a mi casa con mi familia?

¡Porque no existen! -dijo una voz extrañamente familiar

Me giré hacia la puerta y no vi a nadie, quien quiera que fuere estaba jugando al escondite conmigo...

¿Dónde estaaaaaas? -grité llevándome las manos a la cabeza con gesto de rabia e impotencia  

Aquí arriba... ja ja ja - dijo de nuevo la voz misteriosa

Alcé la vista y allí la vi de nuevo, ojos vacios, capa negra y harapienta y una estúpida sonrisa dibujada en su cara... No llegaba completamente a reconocer su rostro a pesar de resultarme extremadamente familiar.
¿ Qué te pasa? ¿No sabes quién soy? - dijo retirándose la capucha completamente

Una melena rubia y rizada cayó hasta sus hombros, rostro pálido como la nieve, cejas anchas, ojos grandes y nariz chata, tenía una pequitas por la nariz. No lo podía creer, aquella mujer era mi madre... pero ¿Cómo se había convertido en aquello?

No te preocupes... -dijo con voz tranquilizadora- no estoy aquí para hacerte daño, esto es solo un sueño y he aparecido aquí por una razón.

¿Qué razón? - dije adelantándome- No me interesa nada lo que tengas que decirme.

¡Oh! pobrecito... solo quería decirte que voy a disfrutar mucho haciéndote sufrir Frank, vas a morir ya lo creo... pero no será una muerte rápida y tampoco indolora créeme.

¿ Y crees que voy a creer algo de lo que me has dicho? -dije envalentonándome - tú misma lo has dicho ¡Solo es un sueño!

Cuando despiertes Frank, todo el mundo estará en pánico y el mal habrá llegado y yo estaré allí para ver cómo te traicionan los demás. Estoy deseando verte la cara cuando llegue el momento

No te creo -contesté confiado

¿Oyes eso Frank? - dijo mi madre sonriendo - ya llegan y están aquí por ti

Un sonido de campanas se escuchaba a lo lejos, advirtiendo de algún peligro

Ya va siendo hora de que despiertes y te enfrentes a tú destino - dijo mientras se abalanzaba contra mí.

Me cogió tan de sorpresa que me sentí incapaz de defenderme, introdujo su mano en mi pecho y noté como estrujaba mi corazón mientras carcajeaba, el dolor era insoportable...

Abrí de nuevo los ojos, la brisa entraba por mi ventana con suavidad. Me dolía mucho el pecho y estaba completamente empapado en sudor. Me levanté para hablar con Canah, necesitaba contarle lo ocurrido tanto si era un sueño como si no, debía contar con ella. Me acerqué a la ventana para tomar un poco de aire antes de afrontar la realidad, las campanas comenzaron a repicar en señal de alarma, todas ellas se escuchaban a lo largo y ancho de la ciudad. Canah se levantó de golpe y se acercó a la ventana con cara de sorpresa. Un grito estruendoso procedente desde la entrada a la ciudad se escuchó por encima del sonido de las campanas casi borrándolo.


¡Están aquí! -exclamó Canah - y han venido a por ti  

Recogimos nuestras cosas de la habitación rápidamente, debíamos huir de allí antes de que entraran en la ciudad, se podía escuchar los gritos de la gente en la calle, presa del pánico en la oscuridad de la noche. Salimos como una exhalación de la posada sin saber muy bien a dónde dirigirnos...

Espera, un segundo Canah -dije deteniéndome para recuperar un poco el aliento- hay algo que debo contarte primero.

Creo que no es el momento -contestó sorprendida- dadas las circunstancias. Es mejor que huyamos de la ciudad

Pero... yo no quiero huir Canah. Necesito saber que está pasando

Escúchame Frank, yo voy a protegerte -dijo colocando su mano en mi mejilla- no puedo permitirme que te hagan daño

Me sentía seguro a su lado, era la clase de persona que me hacía olvidar que una masa de sombras asesinas quería matarme. Alguien a quien proteger de verdad...

¡Escúchame! -exclamé- antes tuve un sueño, me advirtieron que esto pasaría. La persona que me hablaba era mi madre... tengo que ir a ver qué está pasando Canah. ¿Lo entiendes?

Ella asintió con la cabeza sonriendo y me hizo un gesto para que la siguiera. Corrimos calle abajo hacia la entrada de la ciudad, no sabía qué plan tenía en su mente pero era mejor confiar en ella. Los portones de madera permanecían cerrados, alrededor se estaban agolpando innumerables soldados para hacer frente a la posible amenaza que se avecinaba. La gente corría de un lado a otro asustada, un pequeño grupo de soldados se estaba encargando de dirigir a la gente hacia el edificio central de forma correcta y ordenada, pero... no eran suficientes. Seguimos avanzando hasta llegar al pie de la muralla, allí descubrimos unas escaleras que permitían el acceso a la parte superior. Canah me hizo un gesto para que subiera, los soldados estaban tan ocupados que ni siquiera se habían dado cuenta de nuestra presencia. ya en lo alto nos asomamos al exterior para ver a que nos enfrentábamos...

Un grupo muy reducido de aquellas cosas se había congregado frente a las puertas, cuatro de ellos portaban lo que parecía una valiosa carga, me recordaron a los cofrades de semana santa. Por su actitud parecía más bien que vinieran a dialogar que a matar. En el interior de la muralla los soldados seguían en formación, impasibles y a la espera de cualquier amenaza. Las puertas se abrieron tímidamente dando salida a un portavoz, posiblemente un general, encaminándose hacia la más absoluta oscuridad.

¿Qué quieren? -gritó desenvainando su espada y dirigiéndola hacia ellos. Su rugido pudo escucharse en toda la ciudad.

Uno de ellos se acercó hacia la carga que portaban y la destapó dejando a la vista oro, joyas y objetos de valor incalculable.

Solo... a una persona -dijo con voz tenebrosa- un muchacho llegó ayer a la ciudad, entréguenlo y todo esto será vuestro.

No estoy en venta -contestó el general dándose la vuelta y encaminándose de nuevo hacia el interior

¡No se marche tan deprisa! -gritó la extraña sombra- ¿Podrá soportar la imagen de la muerte en su ciudad?

 Volveremos de aquí dos noches con un ejército, ustedes eligen oro o... muerte. ¿Vale más una vida que cientos de ellas?

El general continuó cabizbajo hacia la entrada de la ciudad, una sombra cortó su avance hacia el interior


Si el muchacho escapa... también morirán -dicho esto desaparecieron dejando tras de sí el eco de una carcajada.