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jueves, 25 de julio de 2013

8vo Capítulo: Pánico en la ciudad

Con la fiesta que había fuera, el lugar estaba bastante tranquilo y vacío. El mesonero me hizo un gesto de complicidad para que me sentara en la barra, yo me acerqué para decirle que no tenía nada en los bolsillos pero él insistió en que me sentara y me sirvió una jarra de cerveza bien fría.

¡Hoy te invito yo! -dijo mientras se sentaba junto a mí. felizmente accedí y pegué un buen trago, se notaba un sabor casero y auténtico la verdad.

Bueno Frank, ¿qué tal te ha ido todo? -preguntó con una sonrisa

Porque la gente tenía la estúpida manía de preguntarme cosas, cada vez que conocía a alguien nuevo para mí, empezaba con el interrogatorio

Vamos Frank -insistió el mesonero- hace seis meses que no te veo, seguro que tienes un montón de aventuras que contarme, a fin de cuentas fuiste en busca de eso y ahora deberías compartirlas con tu mejor amigo.

La verdad que no sabía que contarle pero me apetecía emborracharle y a su vez emborracharme a mí, y comencé a hacerme de rogar un poco para que sacara más pintas. Con un poco de suerte alargaría su lengua y sacaría algo en claro de todo esto. Mi supuesto amigo no se negó a tal ofrenda con tal de sacar información útil que contar luego a sus parroquianos, por lo visto la mayor atracción de la taberna eran las supuestas historias que yo le contaba desde que nos conocimos y por lo visto no solo me invitaba por ello si no que también me pagaba, siempre he sido un poco charlatán pero no tanto como para ganarme la vida de esa manera.

Tanto bebimos que empecé a perder la noción de lo que estaba contando, comencé a hablar de mi casa, mi coche que se estropeaba cada dos por tres, los sermones que me montaba mi mujer, la gente en la taberna comenzó a reunirse junto a nosotros para intentar entender lo que estábamos hablando. Me subí a la barra, la verdad no sé ni cómo lo logré porque iba bastante cocido. Me disponía a hacer el ridículo cuando la puerta se abrió y una figura conocida apareció, ojos de color miel, melena castaña y unos labios preciosos...
¡Mirad, es mi salvadora! -grité de repente

Canah estaba frente a mí con mirada de desaprobación, al parecer se había despertado y al no verme salió en mi busca. Me agarró por el hombro y me sacó de aquel tugurio. Yo andaba bastante mareado, la luz de la luna iluminaba su rostro, de sus ojos brotaron dos lágrimas y yo me sentí culpable en aquel momento, caminamos unos metros lejos del barullo en silencio, ella era todo mi apoyo en ese momento.
¿ No te das cuenta que estoy preocupada por ti? -comenzó, y bajó levemente su mirada
yo...., lo siento! quería respuestas, para mi eras una desconocida hace tres días y no sé qué pensar, ni siquiera sé que me ha pasado y si volveré al lugar de donde vengo, me siento atrapado aquí... y no me di cuenta de lo que estaba pasando.

Siempre he intentado ayudarte en todo y soy consciente de que no recuerdas nada, pero si quieres respuestas porqué no me lo dices abiertamente -alzo la mirada, sus ojos brillaban por las lagrimas y yo sentí que debía besarla. Probé sus labios carnosos, el sabor de su boca, su aliento en mi aliento, una vez acabado nos miramos sin decir nada y caminamos en silencio hacia la posada.

¿Podemos pasar esta noche juntos? - dijo Canah al entrar en la habitación
Me acerqué a ella y acaricié su mejilla, deslicé mis manos por sus hombros y le di un abrazo.

 Hoy prefiero dormir solo... -contesté lanzando una manta en el frío suelo

Se tumbó en la cama sin decir nada y yo apagué las velas quedándonos a oscuras en la habitación, palpé el suelo hasta hallar mi manta y me tumbé. Tome una decisión, a la mañana siguiente le contaría todo, si quería que ella me ayudara debía saber cómo aparecí en este mundo realmente. Cerré los ojos intentando plantear la mejor manera de explicarlo pero... me dormí.

Abrí los ojos nuevamente y todo se mantenía a oscuras, quizás todavía era de noche. Me dolía la cabeza, sudaba y estaba un poco mareado, tenía un poco de resaca fruto de la juerga nocturna, me giré a la derecha y el reloj marcaba las 3:15 h. Un momento, mi reloj estaba allí, mis ojos se fueron acostumbrando a la oscuridad y todo me era muy familiar, mi cama, mi armario... Me levanté sobresaltado y encendí la luz, mi mujer no estaba en la cama a mi lado, salí hacia el pasillo esperando encontrarla, la puerta de mis hijos estaba cerrada y escuchaba a mi mujer cantándoles una nana para dormirlos, me sentí aliviado por fin estaba a salvo en casa lejos de esa pesadilla terrible de la que no había sido capaz de despertar. Esperé unos instantes en la puerta, me moría de ganas por irrumpir en la habitación y abrazar a mi familia, sentía que había pasado mucho tiempo y también tenía ganas de explicarles lo ocurrido. Se hizo el silencio de nuevo en la casa, mi mujer ya no cantaba y tampoco se escuchaba a ninguno de mis hijos, signo de que estaban ya en el más maravilloso de los sueños. Comencé a impacientarme al ver que ya no salía de la habitación y decidí entrar, seguramente mi mujer se habría acostado en la cama de mi hija a dormir. Abrí lentamente la puerta para no hacer ruido pero solo hallé una habitación vacía. Encendí la luz cuidadosamente , no era la habitación de mis hijos, más bien era la habitación de un bebe recién nacido, todo estaba cuidadosamente colocado para la llegada de un recién nacido. ¿Por qué estaba allí? comencé a repetirme, ¿Por qué no podía volver a mi casa con mi familia?

¡Porque no existen! -dijo una voz extrañamente familiar

Me giré hacia la puerta y no vi a nadie, quien quiera que fuere estaba jugando al escondite conmigo...

¿Dónde estaaaaaas? -grité llevándome las manos a la cabeza con gesto de rabia e impotencia  

Aquí arriba... ja ja ja - dijo de nuevo la voz misteriosa

Alcé la vista y allí la vi de nuevo, ojos vacios, capa negra y harapienta y una estúpida sonrisa dibujada en su cara... No llegaba completamente a reconocer su rostro a pesar de resultarme extremadamente familiar.
¿ Qué te pasa? ¿No sabes quién soy? - dijo retirándose la capucha completamente

Una melena rubia y rizada cayó hasta sus hombros, rostro pálido como la nieve, cejas anchas, ojos grandes y nariz chata, tenía una pequitas por la nariz. No lo podía creer, aquella mujer era mi madre... pero ¿Cómo se había convertido en aquello?

No te preocupes... -dijo con voz tranquilizadora- no estoy aquí para hacerte daño, esto es solo un sueño y he aparecido aquí por una razón.

¿Qué razón? - dije adelantándome- No me interesa nada lo que tengas que decirme.

¡Oh! pobrecito... solo quería decirte que voy a disfrutar mucho haciéndote sufrir Frank, vas a morir ya lo creo... pero no será una muerte rápida y tampoco indolora créeme.

¿ Y crees que voy a creer algo de lo que me has dicho? -dije envalentonándome - tú misma lo has dicho ¡Solo es un sueño!

Cuando despiertes Frank, todo el mundo estará en pánico y el mal habrá llegado y yo estaré allí para ver cómo te traicionan los demás. Estoy deseando verte la cara cuando llegue el momento

No te creo -contesté confiado

¿Oyes eso Frank? - dijo mi madre sonriendo - ya llegan y están aquí por ti

Un sonido de campanas se escuchaba a lo lejos, advirtiendo de algún peligro

Ya va siendo hora de que despiertes y te enfrentes a tú destino - dijo mientras se abalanzaba contra mí.

Me cogió tan de sorpresa que me sentí incapaz de defenderme, introdujo su mano en mi pecho y noté como estrujaba mi corazón mientras carcajeaba, el dolor era insoportable...

Abrí de nuevo los ojos, la brisa entraba por mi ventana con suavidad. Me dolía mucho el pecho y estaba completamente empapado en sudor. Me levanté para hablar con Canah, necesitaba contarle lo ocurrido tanto si era un sueño como si no, debía contar con ella. Me acerqué a la ventana para tomar un poco de aire antes de afrontar la realidad, las campanas comenzaron a repicar en señal de alarma, todas ellas se escuchaban a lo largo y ancho de la ciudad. Canah se levantó de golpe y se acercó a la ventana con cara de sorpresa. Un grito estruendoso procedente desde la entrada a la ciudad se escuchó por encima del sonido de las campanas casi borrándolo.


¡Están aquí! -exclamó Canah - y han venido a por ti  

Recogimos nuestras cosas de la habitación rápidamente, debíamos huir de allí antes de que entraran en la ciudad, se podía escuchar los gritos de la gente en la calle, presa del pánico en la oscuridad de la noche. Salimos como una exhalación de la posada sin saber muy bien a dónde dirigirnos...

Espera, un segundo Canah -dije deteniéndome para recuperar un poco el aliento- hay algo que debo contarte primero.

Creo que no es el momento -contestó sorprendida- dadas las circunstancias. Es mejor que huyamos de la ciudad

Pero... yo no quiero huir Canah. Necesito saber que está pasando

Escúchame Frank, yo voy a protegerte -dijo colocando su mano en mi mejilla- no puedo permitirme que te hagan daño

Me sentía seguro a su lado, era la clase de persona que me hacía olvidar que una masa de sombras asesinas quería matarme. Alguien a quien proteger de verdad...

¡Escúchame! -exclamé- antes tuve un sueño, me advirtieron que esto pasaría. La persona que me hablaba era mi madre... tengo que ir a ver qué está pasando Canah. ¿Lo entiendes?

Ella asintió con la cabeza sonriendo y me hizo un gesto para que la siguiera. Corrimos calle abajo hacia la entrada de la ciudad, no sabía qué plan tenía en su mente pero era mejor confiar en ella. Los portones de madera permanecían cerrados, alrededor se estaban agolpando innumerables soldados para hacer frente a la posible amenaza que se avecinaba. La gente corría de un lado a otro asustada, un pequeño grupo de soldados se estaba encargando de dirigir a la gente hacia el edificio central de forma correcta y ordenada, pero... no eran suficientes. Seguimos avanzando hasta llegar al pie de la muralla, allí descubrimos unas escaleras que permitían el acceso a la parte superior. Canah me hizo un gesto para que subiera, los soldados estaban tan ocupados que ni siquiera se habían dado cuenta de nuestra presencia. ya en lo alto nos asomamos al exterior para ver a que nos enfrentábamos...

Un grupo muy reducido de aquellas cosas se había congregado frente a las puertas, cuatro de ellos portaban lo que parecía una valiosa carga, me recordaron a los cofrades de semana santa. Por su actitud parecía más bien que vinieran a dialogar que a matar. En el interior de la muralla los soldados seguían en formación, impasibles y a la espera de cualquier amenaza. Las puertas se abrieron tímidamente dando salida a un portavoz, posiblemente un general, encaminándose hacia la más absoluta oscuridad.

¿Qué quieren? -gritó desenvainando su espada y dirigiéndola hacia ellos. Su rugido pudo escucharse en toda la ciudad.

Uno de ellos se acercó hacia la carga que portaban y la destapó dejando a la vista oro, joyas y objetos de valor incalculable.

Solo... a una persona -dijo con voz tenebrosa- un muchacho llegó ayer a la ciudad, entréguenlo y todo esto será vuestro.

No estoy en venta -contestó el general dándose la vuelta y encaminándose de nuevo hacia el interior

¡No se marche tan deprisa! -gritó la extraña sombra- ¿Podrá soportar la imagen de la muerte en su ciudad?

 Volveremos de aquí dos noches con un ejército, ustedes eligen oro o... muerte. ¿Vale más una vida que cientos de ellas?

El general continuó cabizbajo hacia la entrada de la ciudad, una sombra cortó su avance hacia el interior


Si el muchacho escapa... también morirán -dicho esto desaparecieron dejando tras de sí el eco de una carcajada.

lunes, 22 de julio de 2013

7mo Capítulo: Una ciudad tras una gran muralla

El camino bordeaba las montañas hasta la cumbre, la coronamos bien entrado el mediodía. Era el punto intermedio del viaje y nos detuvimos a comer, desde dónde nos encontrábamos se podía observar todavía la costa donde aparecí la primera vez, el río donde me mojé los pies e incluso como un puntito pequeño la cabaña de Canah. Seguí observando maravillado mientras me comía mi porción de queso, el viento me inspiraba paz y tranquilidad, sabía que pronto dejaríamos de estar en peligro y con un poco de suerte conseguiría volver a mi casa de nuevo con mi familia. Me evadí en mis pensamientos unos instantes, la cara de mis perseguidores me eran bastante familiares, el primero lo habia tenido tan cerca... ¿quien era? ¿quizás alguien de mi familia? ¿Algun amigo que ya no lo era? Recordé mi colegio, en clase era un niño repudiado supongo que por ser pobre y llevar ropa usada, me insultaban, me quitaban el bocadillo... siempre quería vengarme de ellos.

¡Un momento! -exclamé en voz alta- ahora lo recuerdo, la sombra que mataste anoche me atormentaba cuando era un crío estoy seguro. Desde luego se veia como una persona algo mas mayor... pero era el gracioso de mi clase.

¡No creo Frank! -dijo Canah poco sorprendida.

¡Estoy seguro! -exclamé- además las otras cuatro eran sus amigos...

Sigamos el camino -dijo Canah desviando el tema sin acerme caso- Te recuerdo que aun no estamos a salvo -dijo Canah señalando hacia las montañas

Observé unas cuevas que habían en aquella dirección, unos chillidos ensordecedores como los de la noche anterior salían de ellas, mientras las miraba Canah se sentó a mi lado y me abrazó.

No  te preocupes, la luz del sol les quema y por eso no se atreven a salir. -comentó Canah- pero debemos partir

La verdad me quedé bastante aliviado, parecían bastante inquietas por algo, busqué más cuevas guiado por el sonido ensordecer que producían aquellas extrañas criaturas. Había una bastante cercana, a unos 10 minutos de camino, se podía observar en la entrada como estaban agolpadas mirándonos con esos ojos vacíos, esperando el momento oportuno para venir a atacarnos. les lancé unas piedras en señal de protesta, sabía que no llegarían pero al menos serviría para provocarlas, con un poco de suerte mataría algunas con la luz del sol. Éstas respondieron con mas gritos, se estaban comenzando a acumular bastantes y ya casi no podía distinguir el número. Salieron un par juntas, avanzando unos metros aprovechando la sombra que creaban unos salientes, pero pronto les alcanzó la luz y se extinguieron por completo.

Frank ¡Qué estás haciendo! -me reprochó Canah.

Provocarlas para que se maten -dije señalando la cueva

Unas cuantas sombras formaron una bola y se lanzaron colina abajo, esta vez el resultado fue distinto, se fueron extinguiendo poco a poco pero se quedaron a escasos 100 metros de nosotros. Nos quedamos asombrados ante el resultado de los acontecimientos.

Rápido Frank -gritó Canah mientras montaba nuestro corcel - están desesperadas por atraparte
Monté a Orphen mientras observaba esta vez una pelota aún más grande, habrían cientos de ellas rodando colina abajo, cabalgamos rápidamente hacia las murallas de la ciudad, la masa de sombras no se hacía más pequeña por que se unían más de ellas cuando pasábamos cerca de una cueva, decidí no mirar atrás, agarré a Canah con todas mis fuerzas y recé para que mi caballo llegara sano y salvo a nuestro destino.


Pasadas dos horas ya no se advertían los gritos detrás de nosotros y decidimos darle un respiro al pobre animal, me bajé para que descansara y camine al lado de Canah. Las murallas de la ciudad se alzaban al frente majestuosas, por fin habíamos alcanzado nuestro destino y estábamos a salvo.

Pasadas dos horas ya no se advertían los gritos detrás de nosotros y decidimos darle un respiro al pobre animal, me bajé para que descansara y camine al lado de Canah. Las murallas de la ciudad se alzaban al frente majestuosas, por fin habíamos alcanzado nuestro destino y estábamos a salvo.

No lo recordarás -comenzó a decir Canah -pero ambos leíamos el diario de mi padre en el que narraba sus relatos de cómo conoció a mi madre en la ciudad, los lugares que visitaron, el tiempo que se tardaba en recorrer los campos... fantaseabas con hacer lo mismo

 Una imagen de Canah mucho más pequeña y divertida se aclaró en mi mente, la imaginé riendo con un libro de piel lleno de mapas y garabatos. ¿Y si realmente la conocía de pequeño? Comenzaba a dudar de mi mismo, de si todo lo que había vivido hasta el momento era real o no. Por mi mente se volvió a pasear la idea de que algo me estaban ocultando y quizás Canah era la que estaba provocando todo esto.

Nos plantamos frente a la muralla, tendría mas o menos la altura de un edificio de cuatro pisos, las paredes eran de piedra natural, al parecer esta gente tenía grandes conocimientos de arquitectura. Observé una bóveda junto a un gran portón de madera, similar al de una catedral pero mucho mas alto, estaba ansioso por entrar y descubrir que mas cosas aguardaban. 

Oye Frank... intentemos pasar desapercibidos, una vez dentro ya buscaremos a alguien que nos ayude.
Canah se encaminó hacia el portón y yo la seguí de cerca, un guardia custodiaba la entrada y ya nos observaba con cara de pocos amigos

Per, perdona -dijo dirigiéndose al guardia - mi amigo se ha golpeado la cabeza y no sabe muy bien lo que hace ni lo que dice, se llama Frank. ¿Podriamos pasar para buscar ayuda?

El guardia me miró fijamente con cara de desconfianza y de repente esbozó una sonrisa.

¿ Y tú eres? -pregunté con cara de sorpresa

Caray, sí que es grave lo del golpe muchacha, pues conozco a Frank desde hace muchos años, os acompañaré hasta la posada, allí podrán encontrar al médico de la ciudad -y haciendo un gesto de reverencia hacia ella le dijo - mi nombre es Vanian, guardián de las puertas de Nibel para servirle en lo que guste señorita....

Pero si usted nos acompaña, ¿quién guardará las puertas? -comentó Canah, intentando desambarazarse de aquel individuo

¡Novatooo! Cúbreme - grito Vanian

Un joven chico bajo de la torre rápidamente y se posó delante de la puerta inmóvil, era bastante fornido e imponía bastante, tenia el cabello negro,corto y rizado, sus facciones eran bastante toscas y andaba cubierto con un paño solamente y su espada.

Seguí de bastante cerca a la adorable Canah, acompañada del soldado arrogante,  me evadí en mis pensamientos mientras él trataba de hacerse lo más caballeroso posible. Realmente no sabía dónde estaba ni que pasaba  y si realmente lo que estaba viviendo era cierto, mi familia, mi trabajo, mis amigos ... quizás los había perdido. Tambiém era extraño que desde que abrí la puerta y aparecí en aquel lugar no paraba de encontrarme con gente desconocida que me conocía y gente que me conocía y queria matarme.

Llegamos por fin a nuestro destino, la posada no era excesivamente grande pero sería suficiente, cruzamos los tres el umbral de la puerta, un pequeño mostrador de madera cruzaba la entrada, detrás una señora de mediana edad nos sonreía. Sostenía una llave en la mano derecha

¿La habitación de siempre Frank? -preguntó de repente la señora

Canah y yo nos miramos, asombrados de que aquella mujer también me conociera

Si, Adela - se adelantó Vanian- el chico se ha dado un golpe en la cabeza y necesita que le vea un médico

Oh, pero eso es horrible- dijo la mujer llevandose las manos a la cabeza

Tranquilidad, no es para tanto -contesté- de momento estoy bien, solo necesito descansar.


Ya veo... -dijo la señora con tono irónico y mirando a Canah de arriba abajo.

Tomé la llave de la habitación y nos despedimos de nuestro guardian personal, el cual se resistía a abandonarnos o más bien a abandonar a Canah, insistía en hablar con el médico para explicarle la gravedad de la situación. Yo me negué en rotundo y comncé a subir las escaleras hasta nuestra habitación. Cruzamos el umbral de la puerta y encendimos unas velas que iluminaron la estancia, era bastante amplia y se encontraba muy ordenada, tenía una sola camba pero bastante grande. Abrí el ventanuco, una música sonaba bastante cerca y la gente en la ciudad estaba bastante entusiasmada signo de que nos hallábamos cerca de algun tipo de festividad.

Canah estaba bastante agotada y se echó pronto a dormir, yo me quedé admirando la vista de la ciudad desde la ventana, tenía una perspectiva circular con una gran muralla rodeándola, cuatro torreones en norte, sur, este y oeste desde los que se cubría cualquier ángulo de visión exterior, en cada torreón había una campana dorada. En el centro de la ciudad había una gran plaza, bien iluminada por cierto ya que estaba todo el mundo celebrando algo, un gran edificio se erguía en el centro de la plaza, siendo el más alto de la ciudad sería el más importante seguro. Lo más curioso es que todas las casas de la ciudad se habían construido mirando de frente ese edificio, seguramente sería lugar de culto una especie de iglesia con forma rectangular.

Decidí dar una vuelta ya que Canah se había dormido y yo la verdad estaba un poco confuso, ya no sabía que creer y necesitaba respuestas, indagué por los cajones sin hacer mucho ruido en busca de algo de valor por si tenía que pagarme un trago. Canah hizo un par de amagos de despertarse así que desistí en mi búsqueda y salí a la calle sin un clavel en el bolsillo. Caminé en dirección al centro de la ciudad, observé que unos canales la dividían en distritos y por supuesto también en clases sociales, si es que vaya dónde vayas todo es igual siempre, ricos y pobres, gente con poder que se corrompe y se aprovecha de los que más necesitan nuestra ayuda. Ojalá pudiera hacer algo para cambiarlo....

Conseguí llegar a mi destino guiado por el sonido de los tambores, la entrada a la plaza estaba abarrotada de gente y yo intentaba hacerme un hueco con educación pero la verdad no me estaba resultando nada fácil explicarles a una manada de borregos que quería acceder a la tasca que había unos metros más allá.  De repente una mano agarró mi brazo y tiró con fuerza, sin comerlo ni beberlo estaba en un callejón paralelo y vacío en el que nadie en su sano juicio osaría entrar, quizás por eso pasaba tan desapercibido. Una joven me miraba con una sonrisa mientras sostenía aún mi brazo, llevaba una ropa bastante ceñida que le sentaba muy bien, un buen escote, su pelo recogido estaba un poco pasado de moda pero...

Frank ¿que hacías ahí con el tumulto? -preguntó mientras la observaba de arriba a abajo- ¿ te gusta el culito que me hace mi modelito nuevo? Me lo he comprado expresamente para ti

¿ Eres mi novia? -pregunté rápidamente

Jajaja por Dios Frank, ¿ cuánto has bebido ? - dijo entre carcajadas - si quieres por un rato, puedo ser lo que tú quieras tonto -y acabando la frase me empotró contra el callejón. Su mano empezó a recorrer mi pierna hasta introducirse dentro de mi pantalón y yo como es lógico estaba bastante excitado, puso cara de sorpresa pero no pareció desagradarle en absoluto ya que acto seguido me quitó la camisa y empezó a deslizar su lengua por mi pecho poco a poco, casi podía sentir su aliento  en mis partes y yo la verdad en ese momento estaba dispuesto a dárselo todo. Se detuvo de golpe.

Frank, ¿estás enfermo?- dijo de repente mi misteriosa amiga

El tono de su voz me hizo salir de ese hermoso clímax al que habría llegado sin duda en cuanto su lengua hubiera rozado mis partes, abrí los ojos con desilusión y vi el miedo en sus ojos mirando mis partes despojadas de su pantalón

Que me pasa, que me pasa -comencé a mirarme horrorizado

Tus, tus pelotas, se te ha caído todo el pelo... y de las piernas y en el pecho tampoco tienes

Esta vez no pude evitar reírme, pero vamos a ver, esta chica no sabía lo que era la cera o qué, como es lógico me había hecho la depilación integral, que el pelo es un poco antihigiénico. Una imagen de su pubis peludo invadió mi mente y me bajo el lívido hasta el suelo la verdad, me acababa de desmotivar por completo y pensar que le habría dado lo suyo muy alegremente y más aún si teníamos en cuenta que era un hombre casado y el sexo escaseaba en casa. En fin, intenté explicarle a mi nueva amiga que había sido producto de un afeitado, básicamente como la barba y que no estaba enfermo ni era contagioso.

Ella intentó proseguir con la faena pero esta vez quería cobrar por adelantado, vamos que era una prostituta y yo por lo visto era cliente habitual por eso se había asustado tanto. Ya me extrañaba que tuviera tanto éxito con las mujeres. Me despedí de ella amablemente y me dirigí por el callejón a la taberna en busca de algo que me refrescara la garganta.

viernes, 19 de julio de 2013

6to Capítulo: Las sombras de la noche

Abrí los ojos y todo estaba oscuro, notaba el aliento de Canah en mi cara, no había ningún reloj que me indicara la hora, ni siquiera sabía si ya era de día así que decidí levantarme, solo había sido una pesadilla pero hacía tantos años que no soñaba con mi madre... ni siquiera me acordaba ya de ella, solo era un vago recuerdo en mi mente. Intenté no despertar a mi acompañante para no tener que dar explicaciones de por qué estaba sudando o a donde iba, así pues decidí tomar un poco el fresco. Abrí la puerta lentamente esperando no despertarla por el chirrido de las bisagras y salí fuera.

La noche era bastante calurosa pero soportable, la luna iluminaba el exterior ahora si completamente de noche, decidí caminar un poco no alejándome mucho por si me perdía. Cogí el camino que habíamos tomado para llegar a la cascada y avancé unos metros, todo parecía tranquilo y en calma, me tumbé en una roca bastante grande en mitad del camino, la cabaña de Canah se observaba en la lejanía. ¡Qué bonito estaba el cielo! pensé y es que en la ciudad nunca podemos disfrutar de un cielo así. Contemplando el cielo estrellado se me fueron cerrando los ojos, sabía que si Canah se despertaba y no me veía a su lado se preocuparía pero mi cuerpo no estaba muy por la labor de moverse.

¡Ahhhhhhhhhhhhhh! - se escuchó en la espesura

Advertí enseguida que se trataba de la voz de alguien en apuros, corrí directamente en dirección al grito con esperanzas de que todavía no fuera demasiado tarde, conforme iba aproximándome distinguí una luz, corrí aún más rápido pero ya no oía nada , la figura de un hombre yacía en el suelo junto a un candil, al verlo inmóvil aminore el ritmo de carrera consciente de que yo también me estaba exponiendo al peligro. Me detuve unos instantes tras un árbol a unos 10 metros de la víctima, quizás el animal que le había atacado ya no estuviera por allí. Decidí acercarme para examinar el cuerpo y comprobar si seguía vivo, advertí que se trataba de un hombre de avanzada edad , bastante delgado, con ropas bastantes sucias y harapientas, seguramente se trataba de un campesino de la zona. No había ni rastro de sangre en el suelo y tampoco le faltaba ningún miembro. Coloque mi mano en su carótida en busca de pulso y lo noté frio, signo de que no existía indicio alguno de vida, su cara mostraba una mueca de terror que parecía fuera de lo normal a pesar de que era el primer cadáver que veía, sus ojos estaban completamente blancos y...

Noté que algo rondaba por mi espalda, un escalofrío se apoderó de todo mi cuerpo y estaba temblando como nunca, me giré aterrado lentamente esperando encontrar la misma suerte que aquel hombre, suspiré aliviado por que no había nada ni nadie, sin embargo seguía temblando. Un chillido estruendoso se clavó en mis oídos. No lo podía creer una capa negra azabache y la misma mirada vacía que me había sorprendido en mis sueños hacía unos días.

 Esta vez me vi completamente a su merced, notaba que quería acabar conmigo, se acerco lentamente hacía mi obligándome a tumbarme sobre aquel suelo frio y lleno de piedras, casi notaba su aliento y dejó al descubierto completamente su cara. Me resultaba bastante familiar, salvo por esos ojos vacíos que no decían nada, antaño ese ser había sido alguien cercano a mi. El cuerpo no me respondía, no podía correr ni gritar y notaba el aliento fétido de esa cosa tan cerca... el final de mi vida había llegado y él sonreía disfrutando de su momento de gloria.

Un haz de fuego prendió a tan odioso enemigo convirtiéndolo en una bola de llamas negras, intentó zafarse pero ya era demasiado tarde, algo o alguien había acabado con él con una flecha envuelta en llamas.
¿Estás bien? - dijo una voz conocida tras de mi

Me giré y comprobé aliviado que se trataba de Canah. Ciertamente me sorprendió verla allí empuñando un arco, la noté fatigada signo de que había venido corriendo, supuse que el grito de aquel hombre también le habría puesto en alerta
.
Yo... gracias Canah de verdad - me levanté para abrazarla y darle las gracias. Vi su cara enfurecida y me abofeteó

En qué diablos estabas pensando para venir aquí solo, date prisa y vámonos a casa, aquí no estamos seguros. - me gritó furiosa

Pero si has acabado con él -dije señalando la capa aún ardiendo- me tienes que explicar muchas cosas ¿no crees?. Además no podemos dejar el cuerpo de este hombre aquí...

Ahora no -contestó interrumpiéndome -rápido volvamos a casa, allí te lo explicaré.

Dicho esto salió corriendo hacia el camino principal que llevaba a su cabaña, yo la seguí inmediatamente, no pensaba quedarme solo de nuevo en aquel lugar. Mas chillidos estruendosos comenzaron a escucharse por la zona en la que nos encontrábamos hacía unos instantes, esta vez era más de uno a la vez formando una canción horrible que hacía estremecer a cualquier criatura que la escuchase. Canah comenzó a correr más deprisa


Rápido, acelera el paso, no estaremos a salvo hasta que lleguemos a casa y por favor no mires atrás Frank.

Preferí seguir su consejo, algo me decía que nos estaban siguiendo, la cabaña ya estaba cerca, al menos se veía en la distancia. Corría con todas mis fuerzas pero era incapaz de alcanzarla, ella era más rápida que yo, se detuvo delante de la puerta haciéndome un gesto de que entrara en la primero, le hice caso, parecía que sabía lo que hacía y confiaba en ella después de haberme salvado. Mientras entraba ella encendió una especie de bengala casera y cerró la puerta.

¡Rápido atranca las ventanas! Yo protegeré la puerta, aunque no creo que se acerquen, odian el fuego. -gritó

Yo le hice caso sin dudarlo coloqué un par de maderas en las asas de las contraventanas atrancándolas y me senté junto a ella en la puerta por si acaso. Prefería estar a su lado, me sentía mucho más seguro.
No tengas miedo Frank, estoy aquí contigo y no voy a dejar que te pase nada... -dijo con voz tranquilizadora.

Los chillidos habían dejado de oírse y todo estaba en calma de nuevo, al parecer habían desistido en su búsqueda. Canah y yo nos levantamos con precaución procurando no hacer ruido, quitamos cuidadosamente una tabla de las ventanas para observar por la rendija y comprobar que no había nadie. Fue un alivio observar el exterior desierto, la bengala de Canah había surtido efecto, ella se dirigió a la otra ventana para asegurarse que el peligro había pasado del todo. Unos ojos vacíos se posaron en mi de repente, lo único que me separaba de ellos era la delgada capa de cristal de la ventana, nos miramos frente a frente unos segundos en silencio y volvió a emitir un chillido, esta vez estábamos acabados. A su lado se fueron juntando más sombras, conté hasta cuatro de ellas todas con sus ojos vacíos puestos en mí.
Chillaron todas a la vez rompiéndome casi dejándome sordo y despues... el silencio. Las vi allejarse poco a poco por dónde habían venido, sonriendo y sin dejar de observarme. No lo podía creer, mi corazón latía a 1000 por hora, podían haber acabado con nosotros en aquel momento pero no lo habían hecho y ahora yo me preguntaba por qué.

¿Lo has visto Canah? -pregunté con voz temblorosa- ¿Me puedes explicar que está pasando?
Lo que me temía Frank, te han encontrado y ahora van a venir a por ti. -contestó- Y no estás preparado todavía. Debemos ir a la ciudad cuanto antes, en esta cabaña ya no estamos seguros
Yo no me muevo de aquí hasta que me expliques qué diablos era eso -dije señalando el exterior.
Frank es complicado, está comenzando a amanecer y debemos ir a la ciudad cuanto antes, allí te explicaré los detalles.

Pero Canah... ¿ por qué tengo la sensación de que las conozco? ¿Quienes son?
Es algo que debes recordar tú mismo Frank. -contestó- mientras tanto yo solo puedo protegerte.
Me resigné y decidí hacerle caso, hasta el momento ella era la única que había sido capaz de manejar la situación.

Cogimos provisiones de la alacena y nos dirigimos hacia el cobertizo, allí pude observar un corcel negro, supuse que sería nuestro medio de transporte, la verdad es que nunca había montado a caballo y no estaba seguro de que pudiera aprender en unos minutos.

Ven, acércate -me ordenó Canah que estaba junto al caballo - no tengas miedo anda
¿Miedo yo? -dije envalentonándome- para nada

Era un caballo bastante grande, mediría alrededor de 170 cm  y Canah le había puesto la montura para poder montarlo.


Venga, sube -me animó- no es la primera vez créeme.

Acaricié el lomo del animal para tranquilizarme, sentí que ya nos conocíamos, en mi cabeza se dibujo su imagen siendo solo un potro y con una herida en la pata. Al parecer un granjero le dio una paliza y lo habían abandonado medio moribundo y yo lo había recogido y cuidado.

¿Has recordado algo? -dijo Canah sorprendida a la par que ilusionada

No creo -contesté - me lo he imaginado de pequeño abandonado y con una herida en la pata

Interesante -contestó- así fue como os conocistei
s
¡Orphen! -exclamé, la palabra se escapó de mi boca casi vomitándola

Al instante el caballo reaccionó postrándose ante mí para que lo montase, reconociendo a su legítimo dueño.
¡Ves! Solo tú eres capaz de conseguir eso -dijo Canah señalando el animal.

No me lo podía creer pero decidí probar suerte y montarlo. Me sentí bastante cómodo sobre él, tenía la sensación de que no era la primera vez que montaba a caballo, quizás en una granja escuela... Canah también subió a lomos del animal apoyando su espalda sobre mi pecho.

¿Me llevas? -dijo mirándome con esos ojos tiernos que tanto la caracterizaban

Por supuesto -respondí - eres mi heroína.

Ella me besó y esta vez lo di todo, quería corresponder a ese beso que tanto se merecía mi salvadora.
No vuelvas a dejarme sola nunca más -dijo con lágrimas en los ojos- aprovechemos el día para llegar a la ciudad, ahora no hay peligro.

Orphen (mi caballo) emprendió la marcha a paso moderado, yo observaba como nos alejábamos de aquel lugar, quizás jamás volvería a bañarme en aquella cascada ni a dormir en la entrañable cabaña que me había servido de cobijo desde que había llegado. Ambos mantuvimos el silencio un buen rato hasta que decidí romper la calma con mis preguntas.

Canah, ¿por qué no me cuentas que está pasando en este lugar exactamente?

Esperaba que lo recordaras por ti mismo, sería lo mejor -respondió

Siento que estamos en peligro y que tú eres la única capaz de combatir esas sombras o lo que quiera que sean.

Frank -suspiró- todo lo que sé, me lo has enseñado tú. solo tienes que acordarte

Ya, pero si no consigo recordar quizás sea peor y la próxima vez que estemos en peligro no tengamos tanta suerte.

Por eso nos dirigimos a la ciudad, para ayudarte a recordar en un lugar seguro.
Difícilmente podía rebatirle un argumento a esta muchacha y eso que yo me dedicaba a las ventas, pero es que era cabezona.

¡Un momento! ¿Cuánto tiempo llevan por aquí esas cosas?

Desde que tengo uso de razón Frank, solo que antes vivíamos resignados a morir a sus manos y bueno tú...
El caballo se detuvo en el momento, nos encontrábamos cerca de dónde había aparecido la primera sombra, Canah se apeó haciéndome un gesto para que la siguiera, caminamos el sendero que habíamos recorrido la noche anterior y llegamos al claro dónde yacía aún el cuerpo inerte de aquel hombre.

¿Puedes cavar un hoyo? -preguntó Canah lanzándome a su vez una pala. Al parecer la había cogido de su cabaña para darle un merecido entierro al hombre.

Cavé deprisa y sin vacilar, asustado por si volvían aquellas criaturas horribles a por mí, observé como Canah hacía una especie de ritual sobre el cuerpo, bailaba en círculos sobre sí misma y dando pequeños saltos también en círculos sobre él, me recordó al movimiento que hace la tierra de rotación y traslación. Acabé de cavar el hoyo y seguí maravillado observándola, tenía unas piernas delgadas y bonitas, ciertamente era una muchacha muy atractiva.

Canah se inclinó sobre el cuerpo y me miró, quería que la ayudara a llevarlo hasta el hoyo, lo cogí de la parte de los hombros para dejarle la parte más fácil, lo arrastramos hasta el hoyo y Canah tomó la pala y le arrancó los ojos al cadáver. Me quedé de piedra, ¿ por qué había mutilado aquel cuerpo? pensé. El silencio inundó el ambiente mientras Canah cubría de tierra de nuevo. Colocó una cruz con dos maderas y una cuerda y se quedó unos instantes murmurando en voz baja.

Lo conocía... me echaba una mano con los animales una vez a la semana. -dijo entre lágrimas

Yo... lo siento... -no sabía que decir, pero estaba aterrado por lo ocurrido


No te preocupes Frank, vámonos debemos llegar a la ciudad antes de la noche. -dicho esto se giró y camino rápidamente hacia el caballo. Nos montamos nuevamente como una par de enamorados y continuamos la travesía. 

viernes, 12 de julio de 2013

5to Capítulo: No sé quién eres, pero me gusta

Caminamos rodeando la casa por detrás, justo al lado opuesto del árbol donde me había golpeado el día anterior, la casa desde fuera parecía bastante pequeña, la madera que la cubría estaba un poco desgastada por el paso del tiempo pero tenía cierto encanto. Detrás habían unos huertos  que se extendían hasta donde la vista me alcanzaban, algunos de ellos estaban abandonados y cubiertos de matojo, sobre todo los más alejados de la casa. Seguí a Canah hasta llegar a una segunda casa mucho mayor, dentro seguramente estarían los verdaderos dueños del terreno. 

De pequeños solíamos pasar la mayor parte del tiempo aquí... -comenzó a decir Canah - yo siempre corría detrás de ti, hasta que me caía y se me pelaban las rodillas. Entonces venías con agua del pozo y me curabas la herida...

Siento decirte que no recuerdo nada -contesté - pero me encantaría que siguieras contándome, quizás con un poco de suerte recuerde algo

Canah abrió la puerta de la segunda casa y entró, yo la seguí. El suelo estaba cubierto de paja y el olor a estiércol llenaba el ambiente del lugar. Visualicé la estancia y comprobé que estaba repleta de animales. El techo era bastante alto y con unas vigas de madera que lo cruzaban de lado a lado. Justo a nuestra derecha habían un par de cabras, un cubo de metal y un taburete, deduje que para ordeñarlas, junto a ellas una jaula toda vallada  con gallinas ponedoras y en frente de estas, una madriguera de conejos.

¿Trabajas todo esto tú sola? -le pregunté directamente

De momento esa es la idea, pero ahora que ya estás aquí... creo que todo irá mucho mejor ¿no? -puso unos ojitos tan tiernos que no pude rehusarme-

Por donde quieres que empiece - dije un poco a regañadientes

Canah señaló a las gallinas, yo cogí unas botas y un mono que habían colgados en la pared y me metí en la jaula, mientras tanto ella se sentó en el taburete y comenzó a ordeñar para el desayuno. Una pala estaba apoyada dentro y la agarré por el mango para recoger toda la porquería que habían dejado aquellos animales. No dejaba de pensar en mi hogar y mi familia, me sentía cómodo en aquel lugar claro está pero no dejaba de pensar en que yo no pertenecía a ese lugar. Pronto terminé de hacer mi faena, durante este tiempo Canah había ido al huerto y a preparar el suculento almuerzo, les puse de comer también a los conejos y me dirigí hacia la cabaña donde seguro encontraría a Canah ya esperándome. Tenía bastante calor y estaba agotado, las gotas de sudor bajaban por mi espalda, me había quitado el mono y estaba completamente mojado. Giré la esquina de la cabaña y hallé a Canah con una mochila esperándome. Mi cara debió ser claramente de decepción al no encontrar comida ya que  Canah se apresuró a decir

¡Tranquilo que no nos vamos a quedar sin comer! Pero quiero llevarte a un lugar que quizás te haga recordar

Eh, disculpa Canah. ¿ dónde está el baño ? - balbucee, era la costumbre de hacer mis necesidades antes de salir de casa

Allí - dijo señalando un árbol y seguidamente comenzó a reírse -Ciertamente, aún sin recordarme, sabes cómo hacerme reír
.
Hice mis necesidades en un santiamén y me apresuré a alcanzarla, para emprender la marcha caminaba bastante rápido la verdad, yo parecía un torpe pingüino con esos zuecos. Me llevaba por una senda a través de  los árboles, la espesura no dejaba ver lo que había unos metros más adelante pero parecía que ella conocía el camino. La verdad no sabía si confiar mi vida en una persona que no conocía de nada pero era la única que había y parecía que a mi si me conocía bien. Decidí interrogarla un poco para averiguar cómo y cuando había llegado a este lugar.

¿ Dónde estamos ? - pregunté directamente - me refiero a que país, región, zona...

En la costa de Nibel - respondió - ¿no te parece el lugar más maravilloso del mundo?

Vaya, me había quedado igual, no me sonaba nada ese nombre y tampoco es que existiera en los mapas, parecía más bien el nombre de un videojuego. Deduje que quizás estuviese loca y se estuviese inventando una historia o una realidad paralela, sabía que no sacaría nada en claro del lugar exacto de mi paradero de modo que preferí indagar en su pasado.

¿ y cuanto dices que hace que nos conocemos? -pregunté sutilmente


Desde que éramos así - y con su mano hizo un gesto como señalando la altura de las rodillas -llegaste a la granja de mis padres y yo te escondí en el cobertizo, todas las noches venías e inventábamos historias de cuando fuéramos mayores... eras tan adorable.

Definitivamente estaba chalada, realmente necesitaba ayuda esta muchacha, era imposible que yo fuera por las noches a su casa, si mi madre me tenía recluido y en el momento en que pusiera un pié en la calle me llevaba una paliza. Sentí verdadera lástima por aquella pobre muchacha, tan sola... seguramente no lo habría tenido nada fácil.

Siempre decías que tendrías tu gran castillo -continuó diciendo - y que yo sería tu pequeña princesa.... practicabas todos los días con una espada de madera que te tallé con la navaja de mi padre. Aún recuerdo el castigo que me cayó por quitársela, estuve una semana cuidando de los conejos yo sola jajaja.
La verdad es que era una historia bastante original,  o bien tenía mucha imaginación o me había confundido con otro.

Sigue contando, quizás algún día pueda escribir un libro -bromeé

Oye, no te rías de mí -dijo golpeando mi hombro

Conectaba con ella bastante, me sentía liberado de decir cualquier cosa y espontáneamente soltaba alguna frase que le hacía gracia. Continuó contándome historias de cómo le ayudaba en las tareas forzosas de la granja, mientras avanzábamos por el camino, nos desviamos por un cruce que llevaba hasta una cascada rodeada por un lecho de rocas, el agua caía fuerte frente a un lago de aguas cristalinas.

¿No pensarás sentarte conmigo a comer sin haberte dado al menos un baño no? -dijo con una sonrisa pícara
Salió corriendo despojándose de sus ropas y se tiró al agua, se escabulló como una sirena bajo el agua. Yo no sabía qué hacer, quizás era mejor esperar a que ella terminara de ese modo no se sentiría ofendida ya que me iba a ser imposible no mirarla desnuda.

Cogí el bolso con las provisiones y me dispuse a preparar un buen banquete, estaba hambriento la verdad. Rebusqué y encontré algo de queso, un bote de vidrio que parecía aceite y un pan casero. Improvisé una pequeña mesa con una piedra plana en lo alto de la cascada y dispuse unos troncos de madera a modo de banqueta. hallé también una navaja con la que podría trocear el queso. Lo corté a rebanadas finas y distribuí el aceite por el pan para que no estuviera tan seco.

¿Me acercas algo para secarme? - era la voz de Canah bajo la cascada, busqué entre sus cosas y encontré una especie de paño gigante tejido a mano, lo cogí y me deslicé por las piedras para dárselo. Pude ver todo su cuerpo desnudo a través del agua, la verdad que era difícil resistirse a mirar esa figura tan perfecta, tenia los pechos bien puestos y turgentes unas caderas perfectas en las que cualquier hombre desearía cabalgar toda la noche.

Deja de mirar ya pervertido - sonrió sacándome la lengua con gesto infantil- acércate y date la vuelta.
Me acerqué a ella y le extendí la mano, luego me giré muy a mi pesar sosteniendo la toalla con mi mano derecha, al momento una mano suave me acarició el brazo con gesto de complicidad y noté su aliento en mi cuello mientras me abrazaba aún desnuda. Sin saber cómo, acabé desnudo y sumergido en el agua, sus brazos me rodeaban por el pecho, notaba todo su cuerpo en mi espalda, ni siquiera me había dado tiempo a tomar aire y en breve me iba a faltar la respiración. Sus labios se cruzaron con los míos transmitiéndome el aire que me faltaba, salí a la superficie y abrí de nuevo los ojos. Seguía abrazado a ella, sus ojos estaban clavados en mí y yo, sonreía de felicidad, noté sus piernas colocándose a horcajadas, quería volver a besar sus labios y darle todo mi cariño...

Me está empezando a gustar que no recuerdes nada, ¿sabes? - dijo casi con voz tierna y dulce- nunca me habías mirado de esa manera

Volví a la realidad, que estaba haciendo y sobretodo qué pensaría mi mujer si me viera en esa situación. Con un gesto brusco la aparte de mi lado y me dirigí a la orilla. Me clavaba las piedras al salir pero no pensaba precisamente en el dolor, había estado a punto de cometer un gravísimo error. Cogí mi ropa y  fui subiendo colina arriba como una exhalación, no podía creer que estuviera empezando a perder la noción de la realidad dejándome llevar de esa manera, pero quizás eso era lo que precisamente quería ella
.
¡ Frank ! ¡ Perdona ! Solo era una broma - corrió detrás de mi mientras se colocaba el vestido de nuevo y los zuecos de madera, casi cayéndose por la cascada cómo intentando impedir que me fuera solo. Pero yo no iba a caer en su trampa, de eso nada, debía encontrar la manera de volver a mi casa de nuevo con mi familia.

Comimos rápidamente sin mediar palabra, el queso estaba bastante sabroso se notaba que era casero, y el pan a pesar de llevar aceite seguía un poco reseco. La miré fijamente, observé que titubeaba sobre cómo empezar una conversación que no acabará conmigo todavía más enfadado, el verla intentarlo la hacía si cabe más adorable decidí ser yo quien iniciara la conversación.

¿ Qué te parece si continuamos la excursión? -dije sonriendo para suavizar la situación, ella alzó la vista ilusionada - Si te he de ser sincero, hoy es mi primer día aquí -dije yo y ambos estallamos en carcajadas, pues ella lo entendió como que no recordaba nada.

Volvimos por el bosque al camino principal dispuestos a volver de nuestro romántico picnic, todavía no sabía qué clase de lazo nos unía y el camino de vuelta sería ideal para reunir más datos.
Canah... que somos exactamente tu y yo

¿ A qué te refieres Frank? ¿Es por lo que ha pasado allí abajo? -respondió

Bueno... parece que no somos solo simples amigos, y tampoco has dicho abiertamente que yo sea tu marido, la verdad esta situación me confunde un poco

Ya, lo comprendo, debe ser difícil para ti, digamos que un día fuimos algo más que amigos pero tú te fuiste y yo... no fui capaz de seguirte

¿ Cuánto tiempo hacía que no nos veíamos?

Demasiado Frank, tanto que ahora eres incapaz de acordarte de mí - su mirada se entristeció

Bueno, en cualquier caso si tan importante fuiste para mi, estoy seguro que pronto te recordaré - dije para animarla, aunque no estaba muy convencido.

¡Eso espero! - dicho esto se puso a correr para que la persiguiera y yo como es natural, salí tras ella
Pronto divisamos la casa, el sol comenzaba a ponerse y las primeras estrellas se dejaban ver en el horizonte, habría una noche perfecta ya que estaba todo despejado. Se me ocurrió entonces que podríamos pasar la noche fuera con un par de mantas observando las estrellas, la temperatura era ideal y no creo que hubieran animales nocturnos que pudieran resultar una amenaza para nosotros.

Oye Canah, ¿ y si dormimos esta noche mirando las estrellas? -propuse esperando su aceptación.

Odio tener que rechazar tu proposición, ya que no hay cosa que me gustaría mas pero... no me apetece mucho dormir al raso.

Venga, lo pasaremos bien -insistí- te prometo que no te pasará nada - me coloqué el puño en el pecho como si fuera un héroe
¡Frank, te he dicho que no! No insistas - dicho esto se dio la vuelta y se metió en la casa sin dejarme réplica posible.
Entre tras ella, la noche ya cubría todo el cielo. Cerramos todas la ventanas y nos quedamos por un instante a oscuras, noté su mano rozándose con la mía y al momento, la luz de un candil iluminó la estancia, lo dejó junto a la mesa y se colocó frente a mí, cuando iba a decir algo puso su dedo en mi boca para silenciarme, cogió mis dos manos y me llevó a la cama, yo la miraba sin poder resistirme, me sentó y se sentó junto a mí al borde de la cama. Acto seguido apoyó su cabeza en mi hombre y ambos cerramos los ojos. yo me sentía muy tranquilo, sin ganas de que el tiempo pasara...
Me alegro de que estés aquí otra vez -me empujó para tumbarme en la cama y nos quedamos abrazados a la luz del candil mientras el único sonido que ambientaba la casa era el del latir de nuestros corazones. Cerré los ojos y me dormí
Me vi en mi casa siendo pequeño, estaba solo como siempre en mi habitación, mi mundo... una sombra apareció tras la puerta cerrándola tras de sí. Era mi madre otra vez dispuesta a darme mi merecido por haberla abandonado muchos años antes.

¡Que pasa Frank! -gritó - ¿ También te has olvidado de esto? - se abalanzó sobre mi clavando sus garras en mi garganta impidiéndome respirar. No podía creerlo, iba a morir a manos de mi madre

miércoles, 10 de julio de 2013

4to Capítulo: Las cosas no son lo que parecen

Abrí los ojos de repente y todo había sido un sueño, me sentí un poco decepcionado, por fin aparecía una chica en mi sueño y me despierto. Me hubiera encantado enseñarle el rio y pasear con ella pero quizás si volvía a intentar dormirme pensando en ella aparecíamos en un ámbito un poco mas guarrete... Me dolía un poco la cabeza así que decidí levantarme para ir a tomarme un ibuprofeno, lástima me desvelaría y no podría volver a aquel lugar tan maravilloso, palpé la sábana buscando a mi mujer y allí estaba, mis ojos estaban comenzando a ver en la oscuridad y pude reconocer su figura. Estaba bastante atractiva aquella noche y por mi mente paseó la idea de despertarla ''sin querer'' así aprovecharía mi momento de éxtasis...   Apreté mi pecho contra su espalda y la rodee con mis brazos, sentí que estaba con un camisón de seda y mis partes se encontraron con su trasero, la besé sensualmente en el cuello y posteriormente en la oreja, empecé a acariciarle la pierna a modo de masaje, subiendo desde  su rodilla cada vez mas y mas arriba, mis dedos estaban ya debajo de su camisón, su piel estaba realmente suave aquella noche, seguro que se habría puesto crema después del baño... continué acercándome lentamente a la zona del pubis mientras no dejaba de darle pequeños besos detrás de la oreja y cuello

Fra, Fra, Fraaaank, ¿ qué haces ? - dijo ella dando un salto de la cama.

Quedé desconcertado al escuchar una voz completamente distinta a la que esperaba, me levanté sobresaltado de la cama y me dispuse a buscar una luz para comprobar quién se encontraba en mi cama, golpee con el hombro una contraventana y la luz de la luna entró por una rendija dejando a la vista una figura increíblemente sexy y semidesnuda de alguien que no conocía de nada, se levantó y encendió una vela, por fin el cuarto se iluminó. ¿ Pero dónde diablos estaba?, Aquella no era ni mi habitación ni mi casa,  mi mente comenzó a recapitular mis recuerdos para ver en qué momento me había cruzado con este ángel de pelo rubio y rizado... La admiré en silencio varios segundos sin decir nada, cualquier hombre se sentiría gozos de poder pasar la noche a su lado. La imagen de mi mujer vino a mi mente, debía salir de allí cuanto antes. Busqué con la mirada la salida más próxima y advertí que se encontraba detrás de mí.

Preso del pánico abrí la puerta y salí corriendo, esta situación me iba a reportar grandes problemas y más teniendo en cuenta que ya era de noche y aún no estaba en casa. Continué mi carrera por el camino que rodeaba la casa en busca de alguna pista para volver a mi hogar. Me encontré frente a un árbol que me resultaba familiar, paré unos instantes a observarlo y caí en la cuenta que era exactamente igual al árbol donde me había golpeado en el sueño del que me acababa de despertar, empezaba a estas realmente confuso... Se suponía que ya me había despertado y  que todo había sido producto de mi imaginación, mi cabeza no dejaba de repetirse que esto no tenía ningún sentido, escuché unos pasos tras de mí, no quería girarme porque estaba asustado y confuso. Su dulce voz se dejó escuchar...
Frank puedo explicártelo, pero no te vayas corriendo. Yo quería cuidarte después de haberte golpeado en la cabeza, te vi durmiendo tan plácidamente que no quise despertarte y me tumbé a tu lado, entonces te despertaste y....

Me giré furioso para contestarle esperando encontrarme lo peor.
¡bastaaa! quiero despertarme ya, no sé quién eres ni que hago aquí, solo quiero volver a mi casa. -dije entre sollozos

Frank tranquilízate, te has dado un golpe muy fuerte en la cabeza -ella se acercó a mí para intentar calmarme
¡Como sabes mi nombre! -grité alejándome aún mas

Porque soy tu mejor amiga, nos conocemos desde pequeños-mientras decía estas palabras se fue acercando a de nuevo a mí con lagrimas en sus ojos, puso su mano en mis mejillas y sonriendo me dijo... Soy yo, Canah - acto seguido me dio un beso en la comisura de los labios, noté su sabor a fresas y su olor a flores silvestres. Aquella muchacha era una diosa capaz de hacerme olvidar cualquier cosa....

Volví a la realidad en cuanto se acabó nuestro fugaz beso... sinceramente no sabía que pensar, mi mente estaba tan confusa que comenzó a faltarme la respiración. Mi corazón iba a 1000 por hora y por si no fuera poco yo era un hipocondriaco, era incapaz de calmarme y me senté para recobrar el ritmo normal de las pulsaciones. Finalmente la ansiedad se adueñó de mí y me volví a desmayar.

Abrí los ojos lentamente de nuevo, la luz del día entraba por una ventana iluminando toda la estancia, lo primero que vi fue un techo no muy alto de madera color oscuro típico de un albergue de montaña, me incorporé un poco en la cama y pude distinguir a Canah en una silla mirándome con cara de preocupación, sonrió al verme despierto de nuevo y se levantó acercándose a mí. Continué observando el resto de la cabaña, me dio la impresión que era bastante pequeña, solo tenía una estancia donde estaba situado todo correctamente ordenado, una gran mesa de madera con cuatro sillas justo enfrente de mí, las paredes eran de madera natural y en una de ellas visualicé un armario también de madera y una estantería repleta de libros... dos ventanas con contraventana a mi derecha, la puerta de salida de la cabaña estaba junto a otra ventana a la izquierda de la cama. El suelo también era de madera natural y estaba tratado con una especie de barniz o aceite que lo dejaba brillar un poco.

¡Frank!, no mires mi casa como un extraño - dijo ella con tono infantil
No sé qué hago aquí... y no quiero ofenderte pero ahora mismo no recuerdo quién eres - contesté sintiéndome culpable. la verdad que me hubiera gustado recordarla porque era una muchacha muy atractiva pero esta situación podía traerme problemas matrimoniales

¿en serio no recuerdas nada? -dijo con cara de preocupación.

puede ser por el golpe en la cabeza -sollozó Canah - te diste un golpe en la cabeza cuando te encontré sentado junto al árbol... -dicho esto bajo la mirada esperando mi perdón.

No sabía que contestarle ya que yo recordaba todo, antes y después de golpearme la cabeza pero quizás me tomaba por loco o mucho peor... quizás ella estuviera loca.

No lo se... -dije siguiéndole la corriente.

Si quieres puedes vestirte - dijo señalando unas ropas junto a la cama- te esperaré fuera y así daremos un paseo para ver si recuerdas algo - y acto seguido salió de la casa.

Observé la ropa que me había dejado, la verdad parecían sacadas de un mercadillo medieval, me puse la camisa y los pantalones, sorprendentemente me venían perfectos, encontré  una especie de zuecos de madera, increíble pero cierto eran bastante cómodos y me ajustaban el pie, mucho mejor que ir descalzo.
Al otro lado de la puerta se escuchaba llorar a Canah y la verdad yo no entendía nada, parecía una chica muy sensible y dudaba de que me estuviera engañando, pero yo estaba seguro de que no la había visto en mi vida a pesar de la seguridad que mostraban sus palabras. Abrí la puerta que daba al exterior para reunirme con ella, las bisagras chirriaron y ella se giró secándose las lágrimas en un intento de ocultarlas. Me acerqué a ella despacio madurando cada una de las palabras que iba a decir para no hacerla sentir aún más culpable.
Bueno... ¿será cuestión de que me enseñes todo esto no? -dije con tono bromista


Claro -dijo ella ahora mucho más animada- te enseñaré todo lo que quieras hasta que me recuerdes de nuevo o.... te aburras de escucharme -dicho esto soltó una risilla y me indicó que la siguiera.