Los
soldados comenzaron a murmurar asustados, hablando entre sí sobre quién era el
muchacho que había entrado en la ciudad aquel día. Pude visualizar a Vanian con
gesto dubitativo, tarde o temprano toda la ciudad sabría que era yo la persona
que buscaban y estaría en serios problemas.
¿Quién
sabe el nombre de la persona a la que se referían? -gritó el general
Reinó
el silencio entre la multitud, observé a Vanian indicando un gesto de silencio
al novato que cubrió la puerta el día anterior.
Quiero
una lista de las personas que entraron ayer -continuó el general- hablad con
los posaderos, taberneros, prostitutas, cualquier persona que de información a
cambio de dinero. Comentadles la gravedad de la situación y sobretodo que nadie
entre ni salga de la ciudad. Nuestras vidas dependen de ello
Dicho
esto comenzaron a dispersarse para buscarme, esta vez sí que estaba perdido.
Justo como había predicho mi madre, el olor a traición era latente y lo peor de
todo... Canah también estaba en peligro por mi culpa.
Una
mano se posó en mi hombro, reconocí el tacto de su piel al instante y le
devolví el gesto girándome con una sonrisa. Allí estaba Canah tan
resplandeciente como siempre, bajo la luz de la luna y con una sonrisa
reconfortante. Ni siquiera estaba asustada o al menos no lo parecía, yo en
cambio estaba muerto de miedo y me temblaban las piernas
Siento
todo esto Frank -su cara cambió- yo.... no sé muy bien que decirte, te diste un
golpe en la cabeza y ni siquiera me recuerdas.... es normal que estés
confundido y que no te fíes de mi pero... vamos a salir juntos de esta ¡Ya lo
verás!
¡Basta!
-dije de repente- no te dejaré seguir disculpándote, soy yo quién tiene que
pedir perdón por qué no te he sido sincero del todo...
Canah,
yo... -dudé
Frank
cuéntamelo todo, confía en mí -se colocó frente a mí para escucharme
Canah,
yo... -lo intenté de nuevo- no soy de este mundo. No tengo ni idea de cómo he
acabado aquí, de verdad, pero hace una semana me encontraba en un lugar
totalmente diferente a esto... -me quedé callado esperando la reacción de ella
Continúa...-respondió
Le
hablé de cómo había llegado hasta allí, como era mi vida antes de cruzar esa
puerta, mi mujer, mis hijos, de la rutina diaria, de ciudades enormes con
edificios que casi rozaban el cielo, de los coches, barcos, aviones, trenes,
motos.... Canah escuchaba atónita todo lo que tenía que contar, supuse que no
estaba creyendo que nada de lo que contaba. Paré de hablar y se hizo el
silencio, llevaba ya una hora hablando solo y esperé a que dijera algo.
Quiero
creerte Frank... -dijo con mirada perdida -pero, ¿no será a causa del golpe que
te estás inventando estas historias? Qué hay de mi entonces, ¿ me he inventado
que te conozco? Creo que estás confundido
¡Sabía
que no me creerías! -me levanté furioso- ¿acaso no te he detallado cada aspecto
de mi vida correctamente? ¿crees que podría inventarme algo así?
No
Frank, pero dame un tiempo para asimilarlo. Los dos estamos en peligro y no
quiero creer que esté arriesgando mi vida por alguien que no conozco...
Por
eso mismo Canah... quiero que te vayas, no necesito tu ayuda para nada. Déjame
solo, solo te pido una cosa por todo lo que hemos vivido juntos hasta el
momento... No reveles nada de mi paradero
Al parecer se estaban reuniendo en la puerta varios de ellos antes de entrar sabiendo que me encontraba allí, mis ojos se estaban acostumbrando a la luz y pude advertir que me encontraba en lo que parecía ser la cocina, quizás tuviera un sistema por el que acceder a las cloacas, estoy seguro que tirarían toda la basura por allí, comencé a guiarme por el mal olor hasta llegar a un rincón ciego, quité una tapa que dejaba al descubierto una trampilla y un olor muy fétido. seguramente todas las aguas fecales pasaran por allí. Accedí sin dudarlo, ya que rendirme no era una opción. La mierda amortiguó mi caída, por suerte el agua me cubría hasta las rodillas así que debía seguir corriendo hacia el exterior.
Él alzo mi cabeza de manera que no pudiera apartar la mirada de aquella fogata de ajusticiamiento, sentía la presión de sus manos en mi cuello apretándome e impidiéndome cualquier movimiento. Los ojos de Canah estaban posados en mi entre lágrimas, incluso en el último aliento ella solo quería protegerme. Debía hacer algo, no siempre podía depender de que ella me salvara a mí, ésta vez yo era su única esperanza aunque me costara la vida. Con las manos atadas en mi espalda palpé la cintura del general en busca de la empuñadura de su espada. sentí el tacto del frio metal y me incliné hacia adelante con todas mis fuerzas. El general llevaba una armadura tan pesada que no pudo mantener el equilibrio y cayó encima mía, sus manos aflojaron mi cuello y se dirigieron a su cuerpo, la hoja de su propia espada había sido clavada en él. Yo me levanté apresuradamente para salvar a Canah y corrí con la única idea en la cabeza de llegar a ella, noté el calor de las llamas a medida que me acercaba, pretendía saltar y aterrizar junto a ella para desatarla, preparé todo mi impulso y... algo golpeo mi cabeza haciéndome perder el conocimiento. Lo último que recuerdo fue el gesto de su cara pidiéndome que la dejara morir y el horrible olor a carne quemada, después de eso todo se volvió oscuridad.
Ella
se levantó y se marchó, pude ver lágrimas en sus ojos mientras corría y yo...
me quedé solo, recordando como aquella muchacha había cambiado mi vida desde el
momento en que estas se habían cruzado... junto aquel árbol.
Mi
actitud cambió de repente, tenía que volver a casa con mi familia de alguna
manera, no era momento de estar jugando en el país de los sueños o donde
quisiera que yo estuviese y la verdad es que necesitaba que alguien me ayudara
a llegar al lugar de donde yo procedía ya que yo solo sería imposible. Recordé
que el día que llegué estaba leyendo un libro sobre puertas y que quizás en los
libros hallaría la respuesta. Bajé agazapado las escaleras y me oculté tras
unos arbustos, toda la ciudad estaría ya buscándome y no podía permitirme ser
visto.
El
sol comenzó a mostrar sus primeros rayos de luz, mientras reinaba la oscuridad
por las calles me había sido fácil ocultarme pero ahora debía encontrar un
lugar en el que permanecer escondido hasta la siguiente noche. Llegué casi por
casualidad a la plaza central de la ciudad, el edificio del centro era mucho
más grande de lo que parecía, la gente salía y entraba de él bajo la mirada
desconfiada de quien custodiaba las puertas.
Una
casa presuntamente abandonada colindaba con el edificio central en su parte
trasera, quizás desde allí podría entrar y permanecer oculto. ¿Quién
sospecharía de que me encuentro en el edificio más vigilado de toda la ciudad?
Entré en la casa y aparentemente no había nadie, subí las escaleras hasta
llegar a las habitaciones, abrí una ventana justo enfrente del edificio, estaba
un poco lejos para llegar de un salto, quizás colocando una tabla a modo de
puente... pero quedaría muy a la vista. Decidí intentar lo del salto pero mejor
desde el techo de la casa, a pesar de exponerme a la vista de los demás, era la
mejor opción. Accedí desde un tragaluz al exterior de la vivienda, la madera
que me sostenía estaba en bastante mal estado. Me mantuve caminando a gatas
hasta llegar al límite de la fachada. Observé que si tomaba el impulso adecuado
era muy probable que aterrizara en el interior de uno de los habitáculos, una
vez dentro... improvisaría.
Me
considero un hombre afortunado y no es para menos, dado que conseguí acceder
sin un solo rasguño, el ruido que ocasionó mi caída fue mínimo por lo tanto me
sentí bastante aliviado. La estancia en la que me encontraba era una habitación
bastante lujosa, posiblemente de alguien influyente en la ciudad, por suerte
estaba vacía y la puerta permanecía cerrada. Debía salir de inmediato y buscar
un lugar lejos de la gente, quizás en la parte más alta del edificio. Abrí la
puerta y el pasillo se encontraba en la más absoluta soledad, crucé el umbral
de la puerta y caminé hacia la derecha muy despacio y procurando no hacer
ruido. Unas escaleras subían en forma de caracol hacía lo que parecía una
biblioteca bastante descuidada. La estancia tenía un pequeño ventanuco por el
cual no me cabía ni la cabeza pero al menos no me encontraría a oscuras ya que
decidí sería el lugar perfecto para esconderme.
Me
tumbé a descansar, por supuesto lo preparé todo de manera que si alguien
entraba en la estancia no pudiera localizarme y yo estaría a salvo, la imagen
de Canah cruzó mi mente... me sentía solo por primera vez desde que había
llegado a aquel mundo, ella cuidó de mí y me dio todo su cariño pero estaba
seguro de que era lo mejor dadas las circunstancias, seguramente no habría
podido soportar la idea de que me traicionara...
Sentí
mi garganta seca al despertarme, ¿ cuánto habría dormido? todo estaba bastante
oscuro y solo la luz de la luna entraba por el ventanuco, el momento ideal para
partir sortearía las calles y escaparía por una de las murallas, quizás si me
hacía con unas sabanas conseguiría atarlas a modo de cuerda. Di una vuelta a la
estancia por si encontraba algo que pudiera serme útil, una cuerda, algún
objeto cortante... pero lo único que hallé fueron libros y madera de las
estanterías.
Estaba
perdiendo demasiado tiempo y no tenía ni idea de cuánto faltaba para el
amanecer, me llamó la atención unos tubos enrollados en un rincón de la
habitación, estaban bastante descuidados pero se trataba de mapas, busqué el de
la ciudad y lo desplegué en el suelo justo donde estaba incidiendo la luz de la
luna. me situé en el mapa y tracé la vía más rápida para el exterior, era un
poco arriesgada ya que pasaba por el cuartel de los soldados, busqué la ruta
más segura, recordé los canales de la ciudad, seguramente habrían cloacas en
esa ciudad y darían al exterior por los canales. Esa era sin duda la ruta más
segura.
Sin
perder un instante salí de la estancia y bajé las escaleras, el pasillo seguía
desierto y yo debía cruzarlo para bajar las escaleras y llegar al sótano, si
alguien me veía seria mi fin. Era el momento de empezar a correr, si estaban
durmiendo escucharían el ruido pero no les daría tiempo a ver qué pasaba. Salí
como una exhalación confiando en mi suerte dejando mi escondite atrás, estaba
armando bastante alboroto con los zuecos de madera pero era imposible
detenerme, giré la esquina para bajar unos escalones de madera que crujían cada
vez que apoyaba el pie, las escaleras desembocaban en una sala muy grande y al
fondo de esta mi salida, el portón de entrada. Corrí desesperadamente hacia la
puerta y tiré de ella para abrirla.
¡
Maldita sea! estaba cerrada con un candado y en la planta superior ya se
escuchaba a gente desconcertada por mi alboroto, debía buscar una segunda
opción para escapar de allí porque no había vuelta atrás. Un silbido me indicó
que ya estaban alertando a los guardias del edifico y que mis opciones cada vez
se reducían mas, corrí hacía uno de los pasillos situado a la izquierda de la
planta principal, quizás si conseguía romper una ventana accedería al exterior.
La ventana del final del pasillo acabó con mis esperanzas, tenía una reja
imposibilitando mi huída y ya era imposible volver hacia atrás, los guardias
bajaban las escaleras y me daría de bruces con ellos. Entré por una de las puertas
del pasillo para ganar algo de tiempo, estaba todo muy oscuro lo cual indicaba
que no tenía ventana, me senté esperando que me encontraran, sus voces ya se
escuchaban al otro lado de la puerta...
Al parecer se estaban reuniendo en la puerta varios de ellos antes de entrar sabiendo que me encontraba allí, mis ojos se estaban acostumbrando a la luz y pude advertir que me encontraba en lo que parecía ser la cocina, quizás tuviera un sistema por el que acceder a las cloacas, estoy seguro que tirarían toda la basura por allí, comencé a guiarme por el mal olor hasta llegar a un rincón ciego, quité una tapa que dejaba al descubierto una trampilla y un olor muy fétido. seguramente todas las aguas fecales pasaran por allí. Accedí sin dudarlo, ya que rendirme no era una opción. La mierda amortiguó mi caída, por suerte el agua me cubría hasta las rodillas así que debía seguir corriendo hacia el exterior.
Me
aleje bastante del exterior sorteando los diferentes túneles y llegando a aguas
más claras, llevaría ya un par de horas ahí abajo eso si nunca dejando de
tantear la pared porque todo estaba muy oscuro, el ambiente era muy húmedo y
necesitaba ya salir de allí. Al girar por uno de los túneles pude ver algo de
luz y caminé rápidamente hacia allí, tenía una reja pero quizás podría situarme
en la ciudad con el mapa y trazar una huida desde allí abajo.
Desplegué
el mapa, los primeros rayos de luz me advirtieron que debía darme prisa,
seguramente la guardia del edifico ya había dado parte pronto estarían cubriendo
todas las salidas posibles, intenté levantar la alcantarilla para ver bien
donde me encontraba pero estaba fija, me asomé por el hueco y pude reconocer la
calle, se veía el cartel de la panadería por lo tanto solo debía situarme en el
mapa y buscar la salida más cercana.
¡Perfecto!-
exclamé en voz alta. Y es que solo unos metros hacia delante el canal de la
cloaca torcía a la izquierda y desembocaba ya en el exterior de la ciudad.
Corrí
hacia mi libertad, si me daba prisa seguramente a la noche siguiente ya estaría
lo suficientemente lejos para esquivar a las sombras. Torcí a la izquierda y
pude ver una especie de tobogán de agua donde el agua cogía mucha más fuerza. No
había vuelta atrás de modo que... cerré los ojos y me lancé.
Fue
agradable sentir el aire fresco y limpio del exterior, me tumbé un segundo a
descansar la noche no se había ido por completo y contemplé el hermoso
amanecer, era casi mágico no como en la ciudad donde todos los edificios nos
privan de sentir lo maravillosa que puede resultar la vida.
¡Tsch!
Oye, Frank -dijo una voz desde unos matorrales- ven, corre, acércate.
Me
acerqué en pose defensiva esperando una emboscada y pude ver a Vanian, sentado
esperándome. Me extrañó que estuviera allí solo
¿Cómo
diablos sabías que estaba aquí? -pregunté sorprendido
Conozco
todos los túneles bajo la ciudad y este es el único que desemboca en el
exterior y conociéndote solo era cuestión de esperar... -dijo bastante confiado
Vanian
observó mis puños cerrados y a la defensiva.
Tranquilo
Frank, estoy aquí para ayudarte -se apresuró a decirme- acompáñame
No
tenía más remedio que confiar en él, ya que era mucho más fuerte que yo y dadas
las circunstancias me encontraba bastante solo. Tras la espesura pude ver mi
caballo atado en el árbol, con él podría escapar lejos.
Muchas
gracias, Vanian. -dije con una sonrisa
No
me las des a mí -contestó- si no a Canah, esto ha sido idea de ella.
¿Donde
se encuentra? Me reuniré con ella inmediatamente -dije mientras montaba el
corcel
No
puedo decírtelo Frank -bajó su mirada- lo he prometido
Entiendo
que esté enfadada, por eso quiero pedirle disculpas. Debes decírmelo amigo mío
Ella
se ha sacrificado por ti Frank, les ha llevado justo hacia el otro lado para
que tú pudieras escapar y posiblemente la juzguen y la condenen
¿Cómo
ha ocurrido esto? -pregunté entre lágrimas- ¿Por qué lo ha hecho?
No
necesitas que conteste a esa pregunta, ahora debes irte. Si no su sacrificio
será en vano
¿Tú
puedes salvarla Vanian? Es decir si me entrego debe haber alguna posibilidad...
¡Claro,
confía en mí!
Nos
dirigimos a pie hasta la ciudad, para simular una farsa Vanian me ató unas
cuerdas a modo de grilletes, los soldados de la entrada comenzaron a repicar
las campanas de la ciudad indicando que ya me habían atrapado y poco a poco la
gente se fue colocando formando un pasillo, llevándonos así hasta la plaza
central del pueblo. Desde lejos pude ver a juez y verdugo esperando nuestra
llegada, el pueblo vitoreaba a Vanian por su éxito mientras no acercábamos más
y más a mi destino.
Pude
dibujar al fondo la silueta de Canah tras una pira de leña, estaba a punto de
ser juzgada y de no ser por mi posiblemente ya estaría ardiendo, el juez era
lógicamente el general de la ciudad, portaba una reluciente armadura dorada y
colgaba una enorme capa azul por su espalda, el verdugo llevaba su cara oculta
de modo que no lo reconocí.
¡Bastardo!
-gritó el general mientras me soltaba un puñetazo en el estómago. Sentí el
metal en mis costillas y mis piernas comenzaron a tambalearse haciéndome caer
de rodillas frente a él
¿Tienes
idea de lo que nos ha costado encontrarte? -continuó- has puesto en peligro la
vida de todos
¡Buen
trabajo Vanian! -dijo dirigiéndose a mi amigo.
Este
soldado es un ejemplo de valentía -continuó- solo se ocupaba de guardar las
puertas de la ciudad pero... con la captura ayer de la muchacha consiguió demostrar
la lealtad hacia su pueblo y hoy... nos ha brindado la salvación de todos
nosotros. A partir de ahora te encargarás de la seguridad de toda la ciudad
siendo el capitán de la policía militar
La
gente comenzó a aplaudir demostrando así su alegría por tan asqueroso traidor,
él había puesto la vida de Canah en peligro por su gloria.
Quisiera
tener el honor general -comentó Vanian- de hacer justicia con nuestro pueblo y
castigar a estos traidores.
Me
parece justo -contestó el general con una carcajada
Vanian
pasó junto a mí y tomó una antorcha, con paso firme se dirigió a la pira de
leña que había frente a nosotros. ¿Pretendía acabar con Canah? Eso no era
posible, había demostrado ser un perro traidor pero no un asesino...
¡Justicia!
-gritó mientras dejaba caer la antorcha
Yo
permanecía arrodillado en aquel suelo de piedra mientras las llamas crecían,
los gritos de Canah se escuchaban como un ruido ensordecedor por toda la
ciudad, ella iba a morir por mi culpa y mi cuerpo estaba inmóvil, las lagrimas
se deslizaban por mis mejillas y bajé la cabeza por no poder soportar verla
morir.
Debes
verlo... -me susurró el general al oído- es tu castigo
Él alzo mi cabeza de manera que no pudiera apartar la mirada de aquella fogata de ajusticiamiento, sentía la presión de sus manos en mi cuello apretándome e impidiéndome cualquier movimiento. Los ojos de Canah estaban posados en mi entre lágrimas, incluso en el último aliento ella solo quería protegerme. Debía hacer algo, no siempre podía depender de que ella me salvara a mí, ésta vez yo era su única esperanza aunque me costara la vida. Con las manos atadas en mi espalda palpé la cintura del general en busca de la empuñadura de su espada. sentí el tacto del frio metal y me incliné hacia adelante con todas mis fuerzas. El general llevaba una armadura tan pesada que no pudo mantener el equilibrio y cayó encima mía, sus manos aflojaron mi cuello y se dirigieron a su cuerpo, la hoja de su propia espada había sido clavada en él. Yo me levanté apresuradamente para salvar a Canah y corrí con la única idea en la cabeza de llegar a ella, noté el calor de las llamas a medida que me acercaba, pretendía saltar y aterrizar junto a ella para desatarla, preparé todo mi impulso y... algo golpeo mi cabeza haciéndome perder el conocimiento. Lo último que recuerdo fue el gesto de su cara pidiéndome que la dejara morir y el horrible olor a carne quemada, después de eso todo se volvió oscuridad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario